El combate naval de cabo Matxitxaco

Sebastian

Colaborador
El combate naval de cabo Matxitxaco

A principios de marzo de 1937, en plena Guerra Civil española,las fuerzas navales nacionalistas, auxiliadas por un eficaz espionaje, se encontraban desplegadas a lo largo del Cantábrico, intentando bloquear la costa con ánimo de interceptar la prevista llegada a puertos republicanos de dos buques mercantes españoles, uno propiedad de la Compañía Marítima del Nervión y el oro de la Compañía Auxiliar Marítima de Bilbao, El primero era el Mar Cantábrico al mando del capitán José Santa María, que, procedente de Veracruz, en México, transportaba un importante cargamento de armas.
El segundo era el Galdames, al mando del capitán Hilario Urriz, que iba a zarpar de Bayona para Bilbao con 173 pasajeros a bordo y carga general, entre ella tres toneladas de monedas de níquel acuñadas en Bélgica para el Gobierno Vasco.

Según lo previsto, a última hora del día 4 de marzo zarpó el Galdames para encontrarse, en la madrugada del 5, con su escolta de cuatro pesqueros armados, que habían salido de Bilbao para protegerlo.

De estos buques, los tres primeros eran antiguos bacaladeros de la PYSBE(6), con un tonelaje aproximado de 1.200 y artillados con dos piezas de 101,6/45 mm.
Procedentes del acorazado Jaime I, situadas en el castillo y la toldilla, y el último un simple bou de menos de 300 ton., armado con una pieza de 76,2/40 en el castillo, rebautizados con los nombres de Guipúzkoa, Bizcaya, Nabarra y Donostia, incautados por el Gobierno Vasco para transformarlos en unidades auxiliares de la Marina Republicana, ante la escasa eficacia de la misma.

En este punto, es importante hacer un paréntesis para trazar un pequeño perfil etnográfico y político de las dotaciones que tripularon los buques de la Marina Auxiliar de Euzkadi, puesto que la mayoría de su personal procedía del Voluntariado del Mar en las localidades costeras, donde más de la mitad eran vizcainos (57 por ciento), entre ellas destacaba el elevado número de bermeanos (más del 11 del total), algo más de la cuarta parte eran guipuzcoanos (28) y muy pocos los alaveses y navarros (cerca del 1, entre ambos); el resto eran nacidos fuera de Euskal Herria, en su mayoría de Galicia (11 por ciento), y también de Cantabria, Andalucía, Murcia, Madrid, Castilla, Aragón, Cataluña y Asturias.

·Monumento erigido en las proximidades de cabo Matxitxaco, en memoria del combate (foto del autor)
Por 10 que respecta a su militancia política, el 61 por ciento pertenecían al sindicato Euzko Langileen Alkartasuna (Solidaridad de Trabajadores Vascos), a Euzko Alberdi Jeltzalea (Partido Nacionalista Vasco), a Euzko Abertzale Ekintza (Acción Nacionalista Vasca) y al grupo Jagi; el 19 era de la UGT o del Partido Socialista; y porcentajes menores estaban afiliados a la CNT (5), lzquierda Republicana (2), Partido Comunisla (2), y diversos sindicatos profesionales (1).
Finalmente, un 10 no estaba afiliado o se desconocía su adscripción, pero no deja de ser importante que facciones e ideologías diferentes se hermanaran y combatieran bajo la bandera de la República española en el pico del palo y la ikurriña en el torrotito de proa.

Retomando la historia, casi al mismo tiempo zarpaba de Ferrol el crucero pesado Canarias(7) al mando de Salvador Moreno, el mejor buque de que dispusieron los nacionalistas en toda la guerra, con el fin de impedir, capturar o hundir estos valiosos buques. Debido al mal tiempo reinante, técnicamente marejada gruesa de Poniente, y a que los buques navegaban con las luces apagadas y la radio en silencio, el Gipuzkoa y el Bizkaya perdieron el contacto con el resto del grupo.

·Imagen del capitán de navío Manuel de Calderón, director de tiro del crucero "Canarias"

Localizan al convoy
Al amanecer del 5 de marzo, cuando ambos escoltas trataban de localizar de nuevo al convoy, inesperadamente se toparon con un crucero a unas 20 millas del abra bilbaína, que resulto ser el Canarias, al que se presumía en el Mediterráneo, pero los serviolas del mismo avistaron solo al Gipuzkoa, que procedía de la parte de Santona y abrió fuego contra él con la artillería secundaria de 120/45 mm., puesto que era imperativo para el crucero ahorrar el fuego de la principal de 203/50 mm, para evitar el desgaste, por no tener esta cañas de repuesto, pero como en la secundaria no estaba centralizada el tiro, debía de efectuarse localmente.

Sin embargo, el estado de la mar no permitió buena puntería, ordenando su comandante cerrar distancias para mejorarla, lo que favoreció igualmente a la artillería de 101,6/45 mm. del Gipuzkoa, que fue alcanzado poco después por una salva que le desmonto el cañón popel, provocando seguidamente un incendio en el puente, que le ocasionó cinco muertos y doce heridos.

Sin embargo, en vez de virar en redondo, contestó al fuego enemigo con el cañón proel, ocasionando a bordo del Canarias algunos heridos y la única baja mortal que tuvo en toda la campaña, la del guardiamarina José Mª Chereguini Ugarde.

En este enfrentamiento de gato contra ratón, el Canarias se lanzo en persecución del Gipuzkoa, al mismo tiempo que este buscaba la protección de las baterías de costa instaladas en las puntas Galea y Lucero, que comenzaron a disparar, viéndose obligado el Canarias a renunciar no solamente por el fuego artillero, sino también por la proximidad de los campos de minas. Poco después, el Gipuzkoa, seriamente averiado, entraba en Portugalete, recibiendo inmediata ayuda del remolcador Altsu Mendi para sofocar el incendio.

Tras 38 años, la Asociación Bidasoa encargó una serie de óleos alusivos del combate al acreditado pintor británico David J. Cobb, un antiguo oficial de la Royal Navy especialista en temas navales.
En 1984 estos cuadros fueron donados para la decoración del Palacio de Ajuria Enea, donde actualmente figuran.


Entretanto, el Bizkaya se había topado cerca de cabo Matxitxako con un mercante desconocido, que resultó ser el estoniano Yorkbrook, que transportaba armas para los republicanos y que había sido apresado por el Canarias poco antes del combate, conminándole a dirigirse a Pasajes, ocasión que aprovechó rápidamente el Bizkaya para recuperar el mercante, un vulgar traficante de los muchos para los cuales la Guerra de España fue un negocio redondo, conduciéndolo hasta Bermeo.

Al resto del convoy se habían unido ahora los pesqueros Pantzeska y Joseba Mikel, que regresaban de faenar en el banco del Gran Sol. Desconociendo lo ocurrido, al poco rato el grupo se topo con el Canarias, que velozmente se dirigió contra ellos, lo que no debe de sorprender, puesto que la velocidad del crucero nacionalista era más del triple de la que podía desarrollar el convoy, abriendo fuego primero contra el Galdames para que se detuviera, causándole cinco muertos y numerosos heridos, por lo que el mercante rápidamente paró las maquinas e izó bandera blanca.

·Detalle de una de las piezas artilleras que montaron los bous

El siguiente objetivo del crucero fue el Donostia, lo que no se comprende muy bien, puesto que era el más insignificante de los blancos, aunque este rápidamente se alejó en medio de la marejada y, finalmente, sobre el Nabarra, pero su comandante habilitado, el capitán Enrique Moreno, a pesar de la desigualdad de fuerzas, decidió plantar cara al enemigo, iniciándose de esta manera un épico combate naval que honra a ambos contendientes. Aprovechando la confusión el Pantzeska y el Josefa Mikel se pusieron a salvo.

El combate
Durante más de una hora y media el Nabarra sostuvo combate contra el Canarias, hasta que un disparo del crucero le alcanzó directamente en las calderas, privándole de la propulsión, originándose cierta confusión ensalzada por unos y vilipendiada por otros.

Lo cierto es que el capitán Enrique Moreno y algunos tripulantes mas decidieron quedar a bordo y hundirse con el buque y sólo 20 de sus 49 tripulantes lograron alcanzar los botes salvavidas, siendo capturados por el Canarias. Actualmente un óleo representando la destrucción del Nabarra, también obra de David J. Cobb, figura entre la decoración de la Sede del Gobierno Vasco en Vitoria.

·Posiciones estimadas del combate de cabo Matxitxaco, entre las 13:15 y las 14:30 horas del 5 de marzo 1937.

Al Donostia, que había permanecido a la expectativa, no le quedo otra alternativa, ante la imposibilidad de regresar a Bilbao, que dirigirse a un puerto francés, entrando al día siguiente en La Pallice, donde quedo internado hasta el fin de la Guerra Civil.

El Canarias después de hundir el Nabarra y ahuyentar al Donostia, ordenó al Galdames dirigirse a Pasajes, sufriendo sus pasajeros una serie de vicisitudes que, 70 años después, cuesta entender en una España de cristos, procesiones y vírgenes, donde la ausencia de paz, piedad y perdón resultaron extraños demasiados años.

Pocos días después el crucero apresaba sin ninguna dificultad al Mar Cantábrico, que venía sin escolta, puesto que el combate de cabo Matxitxako representó prácticamente el canto del cisne de la Marina Auxiliar de Euzkadi.

Los supervivientes del Nabarra hechos prisioneros fueron juzgados unos meses después en San Sebastián por los nacionalistas y condenados a muerte, bajo el argumento de auxilio a la rebelión, pero la intervención directa ante el General Franco, del comandante del Canarias, capitán de navío Salvador Moreno, y del director de su tiro, el capitán de corbeta Manuel de Calderon, en un gesto que les honra, hicieron que se les indultara y les pusieran en libertad, en reconocimiento a su valentía.

·Uno de los bous armados de la Marina Auxiliar de Euskadi.

No tuvieron la misma suerte la tripulación y pasajeros del Galdames, que hubieron de sufrir largas condenas de prisión y alguno incluso fue fusilado, como es el caso del representante de la Generalitat de Catalunya ante el Gobierno de Euzkadi, Manuel Carrasco i Formiguera, que viajaba con su familia en el mercante. Esta derrota militar, sin embargo, se convirtió a ojos de la población en una victoria moral, que lamentablemente no surtió el efecto deseado.

La prensa no escatimó los detalles del suceso, lo que sirvió para convertir el combate de los bous republicanos contra el crucero nacionalista en una gesta épica, realizándose diversos actos a favor de los fallecidos, e incluso el Aberri Eguna de este año se celebró como un homenaje al marino vasco.

No cabe duda que, pese al variopinto muestrario de circunstancias que condujeron a la Guerra Civil Española, la Marina Auxiliar de Euzkadi, en una constante actividad, había conseguido entre la gente de mar el reconocimiento de su eficacia y, con este combate, se labraba una aureola de valor y tenacidad ante el conjunto de la población.

·Vista actual del cabo Matxitxaco (foto del autor)

En memoria de los caídos este día, el Gobierno vasco en el exilio instituiría en 1977 el ltsas Gudarien Eguna(8), que suele celebrarse en Bermeo el primer domingo del mes de marzo, iniciado en la clandestinidad en el ya lejano 1967.

Notas de autor:
(1) La grafía correcta del término Euskadi es con “s”, pero durante la República se escribía con "z". De aquí que se mantenga esta en los nombres propios de la época.
(2) Aunque los medios de comunicación dijeron que la ofrenda en la mar se realizo en el Iugar del combate, este se produjo en realidad 25 millas mar adentro y no donde se lanzó la corona floral.
(3) En realidad en aquella época su nombre se escribía Nabara. EI sonido "rr" se escriba con una "r" acentuada.
(4) Literalmente, Combate de Machichaco.
(5) La policía as Ertzaintza (leído Erchancha). Los policías son Ertzainas (Leído erchanas).
(6) Acrónimo de Pesquerías y Salazones de Bacalao de España.
(7) Crucero pesado de tipo Washington, de 10.000 ton. y artillería de 203 y 120 mm. de calibre, con una velocidad de 33 nudos y cerca de 1.000 tripulantes.
(8) Día del marino de guerra.
Por Albert CAMPANERA i ROVIRA
http://defensa.com/index.php?option...o-matxitxaco&catid=175:entrevistas&Itemid=197
 
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