CSIM Rafael Colemil

SuperEtendard

Colaborador
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Nacido en Chubut, en el pueblo de Gualjina (nombre Mapuche), su padre de clara ascendencia araucana, formó hogar con su madre, Martina Giménez, nacida en Zaragoza -España (vasca-aragonesa, al decir de Colemil). Del matrimonio nacieron cuatro hijos, el primero Rafael, nuestro Infante de Marina protagonista de esta primera entrega que hacemos para conocer mejor a cada uno de nuestros héroes, muchos de ellos casi anónimos para la gran mayoría de la población.
Ingresó a la Armada inicialmente como Conscripto de Infantería de Marina, luego de un breve período solicita y logra su ingreso a la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina donde egresa como Cabo Segundo en 1979.
En 1982 es designado para integrar la Compañía de Ametralladoras 12,7 destinada a Malvinas. El Indio -su nombre de guerra en la IM- era Jefe del Segundo Grupo de tres ametralladoras.
Durante la defensa de Puerto Argentino, la Compañía de Tiradores B del Regimiento Motorizado Nro 7 del Ejército Argentino, guarnecía el Monte Longdon, cerrando el acceso Oeste hacia la localidad. Estaba reforzada con la Segunda Sección de Ametralladoras de la Compañía de esa arma de la Infantería de Marina.
En la noche del 11 al 12 de junio, el enemigo atacó el Monte con el Regimiento de Paracaidistas Nro 3, apoyado por un abrumador fuego de artillería. El esfuerzo principal del ataque fue llevado por el centro del dispositivo defensivo, lugar donde se encontraba el Segundo Grupo de Amet 12,7 bajo la conducción de Colemil, que reforzaba ese sector.
Fue un combate durísimo, el más cruento de todos los librados en las Islas en cuanto a bajas propias y enemigas (aproximadamente 270 efectivos entre muertos y heridos). Los informes británicos son numerosos y suficientemente explícitos sobre esta sangrienta noche. Todos estos señalan la resistencia efectiva de una ametralladoras pesadas (nuestras 12,7 IM) y la actividad certera de tiradores especiales argentinos que contaban con visores nocturnos, ambas acciones produjeron bajas y demoras al ataque británico.

A continuación se transcribe lo comentado por el ahora Suboficial COLEMIL:

Preparamos la defensa de la posición como estábamos acostumbrados, obras profundas, con refugios, trincheras de arrastre, depósito de municiones, etc., siempre estábamos trabajando en su perfección. Era la mejor forma de pasar el tiempo antes de entrar en combate, pues nosotros estábamos convencidos que íbamos a tener que combatir y el trabajo permanente era la mejor forma de superar la espera, según la tradición de la Infantería de Marina. Cuando sobrevino el asalto inglés vimos lo acertado de esa actitud. Los que no lo hicieron, sufrieron bajas gratuitas y no pudieron combatir con eficacia.
Dos días antes del ataque, concurrí al Servicio de Apoyo de Combate de la IM, allí el Teniente Scotto me dijo: "Viscacha (otro apodo de Colemil) aquí tenés las alzas nocturnas recién llegadas, llevate éstas para fusil y para las ametralladoras". Me llevé tres para fusil, una entregué a mi Jefe, el Teniente Dachary, otra se la dí al Cabo Lamas y la tercera me la quedé. También cargué con seis alzas Litton para las máquinas (NR ametralladoras) y 5 o 6 visores nocturnos de cabeza que no nos fueron útiles. El día siguiente nos pasamos ejercitándonos con las miras nocturnas.
En la noche del 11 de junio el fuego artillero inglés se hizo mucho más intenso, incluso los barcos tiraron iluminando la altura. Cuando vi a los paracaidistas que atacaban, abrí fuego y se desató el combate de fusiles y ametralladoras. De mis tres ametralladoras, sólo una tenía un buen campo de tiro terrestre, (era la Nro 4 de los Conscriptos Guiseppetti, Inchauspe, Fernández y Scaglione), pues la habíamos preparado para combatir contra helicópteros y su visual horizontal no era buena. Pese a ese inconveniente la Nro 5 tiró hasta que se trabó, la 6 tiro algo más pero también se trabó y luego el fuego enemigo les impidió seguir combatiendo. Pero la Nro 4 tiró con gran eficacia y detuvo el ataque enemigo. Yo estaba algo alejado de la misma pero oía el combate hasta que fue acallada por una explosión, me dijeron que fue un misil Milán.
¡Esos Conscriptos de Infantería de Marina, sí que fueron heroicos!. Me contaron los Conscripto de IM Leivas y Ferreira que luego del combate -ya prisioneros- debieron enterrar a los caídos y en la pieza 4 los cuerpos estaban irreconocibles, todos quemados.
En mi caso, cuando se inició el combate traté de dirigir el fuego de la pieza 6 señalando los blancos con munición iluminante de mi fusil, ayudado por mi alza de visión nocturna, hasta que la máquina se trabó.
Luego quedé aislado por el combate, el fuego era durísimo, veía ingleses por todos lados. Quedé con los Conscriptos Ferrandís y Cardozo, ellos me acompañaron en forma intermitente durante todo el combate e incluso me ayudaron y curaron cuando fui herido en la cabeza. Ambos a su vez combatieron por el fuego y resultaron heridos por el fuego artillero propio. Ferrandís con esquirlas en las costillas y Cardozo con esquirlas en las piernas. Fueron dos sobresalientes combatientes estos dos Conscriptos de IM, ¡lástima que no se los condecoró!.
Con mi visor nocturno pude ver la aproximación de los ingleses. Serían las 22/23 horas cuando llegó a mi posición el Subteniente del Ejército Argentino Baldini con el Cabo Primero Ruiz; el Subteniente estaba lleno de coraje y excitado por el combate, me pidió un fusil, se lo sacó a un Conscripto y quiso correr hacia su Puesto de Comando, salió de mi posición abriendo fuego e insultando a los ingleses, fue abatido de inmediato. Lo mismo hizo el Cabo Primero Ruiz y cayó al lado de su Jefe. Eran dos hombres valientes.
Vi en un momento que el enemigo estaba tratando de recuperar un cañón sin retroceso propio que estaba cerca de mi posición, abrí fuego sobre ellos, vi caer a un inglés y luego se desató un fuego horroroso sobre mi posición. Allí me dije: si no combato estoy muerto. Empecé a arrastrarme de posición en posición y abrir fuego cada vez que veía un enemigo... Vi un inglés parado sobre un parapeto con un fusil con bípode, le tiré, cayó como fulminado, y luego le continué tirando a sus otros camaradas que se le querían acercar, seguramente para recuperar el fusil.
Serían las 23,30 horas más o menos cuando intenté asomarme en busca de blancos y recibí un tiro, que dio en la parte frontal de mi casco, lo perforó y luego se introdujo en mi cuero cabelludo y se detuvo en la nuca. Sentí que algo húmedo y tibio me corría por la cara y el cuello. Los Conscriptos Ferrandís y Cardozo me pusieron un apósito de curaciones pero siguió sangrando. Continué combatiendo a veces solo, otros con los Conscriptos antes mencionados, creo que batí otros blancos. A las 02:00 horas aproximadamente no replegamos hacia el Puesto de Comando de la Compañía B.
No sé en que momento fui herido en la pantorrilla con un proyectil de 9 mm, que aún no me fue extraído. Me fui quedando adormecido, seguramente por la pérdida de sangre y algunos me dieron por muerto. Permanecí horas boca abajo semi inconsciente, hasta que a eso de las 10:00 horas de la mañana gente de sanidad inglesa me recogió. Ellos trataban igual y con el mismo esmero a ingleses y argentinos. Me llevaron en helicóptero a un Hospital de sangre de San Carlos donde me operaron, en especial por la herida de la cabeza (Nota: por la forma de la herida que va desde la frente a la nuca recibió otro apodo por parte de sus camaradas, alcancía). Luego fui trasladado al buque británico Camberra, y posteriormente desde este buque al continente junto a otros heridos.
Por haber sido dado por "desaparecido" y visto por Conscriptos de su Sección herido, boca abajo y como muerto, cundió la noticia de su fallecimiento y hasta le rezaron una misa en Neuquén. Se lo ofrecieron sus compañeros de colegio, donde lo conocían como "Tata".

El actual Suboficial Superior Rafael COLEMIL, está felizmente casado y es padre de tres hijos, parece no dar gran importancia a su combate, pero nuestra Infantería de Marina valora el claro ejemplo profesional de lo que puede hacer un integrante de su Cuerpo debidamente adiestrado y templado. Así lo entendió la ARMADA toda que lo condecoró con la medalla al HEROICO VALOR EN COMBATE por: "Su alto valor combativo demostrando al continuar el combate, herido, sin enlaces con sus superiores y ejecutarlo por propia iniciativa hasta el agotamiento de sus fuerzas".


Aclaración: El presente relato fue extraído del Libro Anecdotario II de la INFANTERÍA DE MARINA DE LA ARMADA ARGENTINA, compilación efectuada por el CNIM (R) Jorge A. ERRECABORDE.

Saludos
 

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Colaborador Flankeriano
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Je yo vivi un tiempo en Gualjaina queda a unos 75 Kmts. En Gualjaina cuando yo hera chico cuando habia algun asado siempre se contaba alguna anecdota. (Es un pueblo de 470 habitantes) y varias personas les toco combatir.
 
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