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Malvinas 1982
Comentarios al Libro del Vlte Lombardo - Cte del TOAS
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<blockquote data-quote="rodrigocarra" data-source="post: 1428838" data-attributes="member: 14565"><p><em>En efecto, el 21 de enero de 1982 el crucero Belgrano, que se encontraba en las inmediaciones de isla Picton, embarca al canciller Costa Méndez y se dirige a la zona del cabo de Hornos de donde regresa al día siguiente. En las primeras horas del sábado 23 de enero, el destructor argentino Piedra Buena fondea en la caleta Toledo-isla Deceit- generando un suceso crítico que escala la crisis. A las 04:00 horas de ese día, por intermedio de la torpedera Guacolda se le conmina a abandonar su fondeadero y, por otra parte, se le imparten instrucciones al buque chileno para que proceda a hundir a dicho destructor argentino en caso que no hiciera abandono del lugar antes de las 06:00. Antes del amanecer, el Piedra Buena, zarpa de caleta Toledo y deja el área austral. A contar del incidente Piedra Buena- Guacolda, Argentina continua los actos provocativos, pero al poco tiempo se suspende la escalada deliberada y cambia su centro de gravedad a las Malvinas.</em></p><p> </p><p><em>El jefe de la delegación de Argentina ante el mediador, general Ricardo Etcheverry Boneo, aseguraría después que tanto la Santa Sede como Chile consideraban la “Propuesta” como única, indivisible e inmodificable y que en febrero de 1982 hubo muchos inconvenientes para mantener el ritmo de las negociaciones, porque no había como conciliar los términos de la “Propuesta” con las pretensiones argentinas.</em></p><p> </p><p><em>En el Atlántico Sur, ante el fracaso de las negociaciones con Gran Bretaña que Argentina venía teniendo desde hacía algún tiempo, decide recuperar las Islas Malvinas el 2 de abril. Aquel día la tensión bilateral en la zona austral fue muy alta; unidades navales chilenas fueron desplegadas al oriente del canal de Beagle en exploración ante el eventual movimiento de las fuerzas de la Armada argentina. En la frontera terrestre y en la base aérea de Punta Arenas se decretó el máximo alistamiento en previsión de un ataque.</em></p><p> </p><p><em>El plan de Argentina de recuperar las Malvinas estaba inserto en la confrontación con Chile; las memorias del general Viola, transcritas por Gallardo, expresan: “Lo que ocurrió con Malvinas después, y es interesante ver como se veía el tema Malvinas en el año 1981, no era de ninguna manera una alternativa a la violencia eventual con Chile, era el antecedente. Es decir: a partir de una victoria en Malvinas la conclusión que había en la cabeza de la Junta y del grupo militar en torno, no era que a partir del momento que se resolviera el tema Malvinas se podía negociar con Chile, sino el antecedente para imponer por la fuerza una resolución semejante con Chile.</em></p><p> <em></em></p><p><em>En abril de 1982 Osiris Villegas, general y geopolítico argentino, en su libro La Propuesta Pontificia y el Espacio nacional comprometido, en plena euforia por la recuperación de Malvinas, llama a Argentina a “no persistir en una diplomacia bilateral que durante años la ha inhibido para efectuar actos de posesión efectiva en las islas en litigio que son los hechos reales que garantizan el restablecimiento de una soberanía usurpada y la preservación de la integridad territorial nacional."</em></p><p><em>Hacia 1982, la Armada de Argentina había experimentado un gran incremento alcanzando su poderío una notable superioridad sobre Chile. no solo en el arma aérea como en 1978, si no también en su flota de superficie y submarina, al haber incorporado a la lista naval cuatro destructores misileros Meko 360 de origen alemán, el segundo de los destructores clase Sheffield, el Santísima Trinidad (1981), también armados con misiles, una corbeta misilera (1981), dos submarinos tipo TR 1700 (1979) y catorce aviones Super Etendart (1981), portadores de los afamados misiles exocet aire superficie AM39. En el caso chileno, hacia 1979 se recibían las lanchas misileras Casma y Chipana que en pequeña medida venían a compensar el gran desbalance.</em></p><p> <em></em></p><p><em>Desde que Chile había aceptado a la Santa Sede como autoridad mediadora, la estrategia nacional había sido respetar su criterio y llegar a un acuerdo, aunque no se satisficieran plenamente sus aspiraciones, teniendo presente que la propuesta del Vaticano no se apartaría significativamente de la resolución expresada en el fallo arbitral de 1977. Desde el punto de vista militar, la Armada se encontraba en un plan de potenciamiento del Poder Naval, que básicamente consistía en renovar los buques de la escuadra con unidades de procedencia británica, pero que a hacia inicios de 1982 no había llegado ninguna de ellas a Chile.</em></p><p><em>En el sur, con las dos lanchas misileras adquiridas apresuradamente a Israel que llegaron para reforzar a las unidades navales con presencia en el área austral, se intentó mantener un efecto disuasivo local, basado en la esperanza que Argentina no desafiaría la voluntad del Santo Padre. Sin embargo, la negativa de Argentina de no aceptar la propuesta formulada por la Santa Sede en diciembre de 1980, el incremento del poderío de la Armada y la recuperación de las Malvinas, elevó la tensión y puso en riesgo la seguridad y soberanía nacionales. En vista de lo anterior, la única solución para Chile en abril de 1982 era que Gran Bretaña reaccionara ante la agresión de Argentina y le inflingiera una derrota lo más contundente posible. En caso contrario, si Argentina resultaba triunfante en el conflicto, podría disponer de las Malvinas como base de operaciones para su flota solucionando con ello la falencia estratégica de no contar con una “posición” y que tanto le significara en la crisis de 1978 cuando su flota tuvo que permanecer por más de dos semanas en alta mar.</em></p><p><em>La intención de Argentina de iniciar una agresión a Chile en 1982 para hacer fracasar la mediación e impedir la eventual presentación de un recurso al tribunal de La Haya era una posibilidad muy cierta, la que ha quedado posteriormente develada en su totalidad en múltiples afirmaciones de actores argentinos de la época. Recientemente el general en retiro y miembro de la junta de comandantes en jefe de la Fuerza Aérea de Argentina, Basilio Lami Dozo, en declaraciones al semanario Perfil señaló: ”que después de las Malvinas se iba a atacar Chile”</em></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="rodrigocarra, post: 1428838, member: 14565"] [I]En efecto, el 21 de enero de 1982 el crucero Belgrano, que se encontraba en las inmediaciones de isla Picton, embarca al canciller Costa Méndez y se dirige a la zona del cabo de Hornos de donde regresa al día siguiente. En las primeras horas del sábado 23 de enero, el destructor argentino Piedra Buena fondea en la caleta Toledo-isla Deceit- generando un suceso crítico que escala la crisis. A las 04:00 horas de ese día, por intermedio de la torpedera Guacolda se le conmina a abandonar su fondeadero y, por otra parte, se le imparten instrucciones al buque chileno para que proceda a hundir a dicho destructor argentino en caso que no hiciera abandono del lugar antes de las 06:00. Antes del amanecer, el Piedra Buena, zarpa de caleta Toledo y deja el área austral. A contar del incidente Piedra Buena- Guacolda, Argentina continua los actos provocativos, pero al poco tiempo se suspende la escalada deliberada y cambia su centro de gravedad a las Malvinas.[/I] [I]El jefe de la delegación de Argentina ante el mediador, general Ricardo Etcheverry Boneo, aseguraría después que tanto la Santa Sede como Chile consideraban la “Propuesta” como única, indivisible e inmodificable y que en febrero de 1982 hubo muchos inconvenientes para mantener el ritmo de las negociaciones, porque no había como conciliar los términos de la “Propuesta” con las pretensiones argentinas.[/I] [I]En el Atlántico Sur, ante el fracaso de las negociaciones con Gran Bretaña que Argentina venía teniendo desde hacía algún tiempo, decide recuperar las Islas Malvinas el 2 de abril. Aquel día la tensión bilateral en la zona austral fue muy alta; unidades navales chilenas fueron desplegadas al oriente del canal de Beagle en exploración ante el eventual movimiento de las fuerzas de la Armada argentina. En la frontera terrestre y en la base aérea de Punta Arenas se decretó el máximo alistamiento en previsión de un ataque.[/I] [I]El plan de Argentina de recuperar las Malvinas estaba inserto en la confrontación con Chile; las memorias del general Viola, transcritas por Gallardo, expresan: “Lo que ocurrió con Malvinas después, y es interesante ver como se veía el tema Malvinas en el año 1981, no era de ninguna manera una alternativa a la violencia eventual con Chile, era el antecedente. Es decir: a partir de una victoria en Malvinas la conclusión que había en la cabeza de la Junta y del grupo militar en torno, no era que a partir del momento que se resolviera el tema Malvinas se podía negociar con Chile, sino el antecedente para imponer por la fuerza una resolución semejante con Chile. En abril de 1982 Osiris Villegas, general y geopolítico argentino, en su libro La Propuesta Pontificia y el Espacio nacional comprometido, en plena euforia por la recuperación de Malvinas, llama a Argentina a “no persistir en una diplomacia bilateral que durante años la ha inhibido para efectuar actos de posesión efectiva en las islas en litigio que son los hechos reales que garantizan el restablecimiento de una soberanía usurpada y la preservación de la integridad territorial nacional." Hacia 1982, la Armada de Argentina había experimentado un gran incremento alcanzando su poderío una notable superioridad sobre Chile. no solo en el arma aérea como en 1978, si no también en su flota de superficie y submarina, al haber incorporado a la lista naval cuatro destructores misileros Meko 360 de origen alemán, el segundo de los destructores clase Sheffield, el Santísima Trinidad (1981), también armados con misiles, una corbeta misilera (1981), dos submarinos tipo TR 1700 (1979) y catorce aviones Super Etendart (1981), portadores de los afamados misiles exocet aire superficie AM39. En el caso chileno, hacia 1979 se recibían las lanchas misileras Casma y Chipana que en pequeña medida venían a compensar el gran desbalance. Desde que Chile había aceptado a la Santa Sede como autoridad mediadora, la estrategia nacional había sido respetar su criterio y llegar a un acuerdo, aunque no se satisficieran plenamente sus aspiraciones, teniendo presente que la propuesta del Vaticano no se apartaría significativamente de la resolución expresada en el fallo arbitral de 1977. Desde el punto de vista militar, la Armada se encontraba en un plan de potenciamiento del Poder Naval, que básicamente consistía en renovar los buques de la escuadra con unidades de procedencia británica, pero que a hacia inicios de 1982 no había llegado ninguna de ellas a Chile. En el sur, con las dos lanchas misileras adquiridas apresuradamente a Israel que llegaron para reforzar a las unidades navales con presencia en el área austral, se intentó mantener un efecto disuasivo local, basado en la esperanza que Argentina no desafiaría la voluntad del Santo Padre. Sin embargo, la negativa de Argentina de no aceptar la propuesta formulada por la Santa Sede en diciembre de 1980, el incremento del poderío de la Armada y la recuperación de las Malvinas, elevó la tensión y puso en riesgo la seguridad y soberanía nacionales. En vista de lo anterior, la única solución para Chile en abril de 1982 era que Gran Bretaña reaccionara ante la agresión de Argentina y le inflingiera una derrota lo más contundente posible. En caso contrario, si Argentina resultaba triunfante en el conflicto, podría disponer de las Malvinas como base de operaciones para su flota solucionando con ello la falencia estratégica de no contar con una “posición” y que tanto le significara en la crisis de 1978 cuando su flota tuvo que permanecer por más de dos semanas en alta mar. La intención de Argentina de iniciar una agresión a Chile en 1982 para hacer fracasar la mediación e impedir la eventual presentación de un recurso al tribunal de La Haya era una posibilidad muy cierta, la que ha quedado posteriormente develada en su totalidad en múltiples afirmaciones de actores argentinos de la época. Recientemente el general en retiro y miembro de la junta de comandantes en jefe de la Fuerza Aérea de Argentina, Basilio Lami Dozo, en declaraciones al semanario Perfil señaló: ”que después de las Malvinas se iba a atacar Chile”[/I] [/QUOTE]
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