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Combatientes e instructores militares chilenos en la Guerra del Chaco
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<blockquote data-quote="Pablo01" data-source="post: 832310" data-attributes="member: 4259"><p><strong>Chilenos en el Chaco III</strong></p><p></p><p>También, cabe destacar que, algunos meses después, un regimiento pasó a recibir la denominación de Chile57, comandado por un oficial chileno e integrado por varios oficiales de la misma nacionalidad58. </p><p></p><p>Todas estas manifestaciones tuvieron su punto culminante, cuando se propuso la constitución de la "Gran Patria del Pacífico", mediante la fusión de Chile y Bolivia59, lo cual significaba distanciarse respecto de Argentina, situación que la Cancillería chilena no vio con buenos ojos60. </p><p></p><p>En realidad, la participación de COMBATIENTES chilenos en el Ejército de Bolivia y la muerte de tres de ellos, cambió substancialmente las percepciones bolivianas hacia Chile, y las relaciones mejoraron a todo nivel61, favoreciendo un acercamiento, que años más tarde se traduciría en la negociación de 1950, en la que se barajó la fórmula del "corredor", para satisfacer las aspiraciones bolivianas para retornar al Pacífico. </p><p></p><p>Antes del término del período de finalización de los contratos hubo algunas cancelaciones por enfermedad y/o por heridas de guerra, como fueron los casos de Dionisio Etchevers Quintana, Raúl Gallegos Fernández, Luis Heise Cossio y Hernán Zúñiga Cabello, como algunas por no haber una buena evaluación del desempeño. También hubo cancelaciones cuando se cumplía, obviamente, el tiempo acordado, pero, también, hubo ofrecimientos de renovaciones y renovaciones efectivas y, en varios casos, agradecimientos, es decir de todo, como corresponde a grupos humanos, tan dispares, como el conformado por los COMBATIENTES chilenos, que se desempeñaron, con grados de oficiales, en el Ejército de Bolivia, como ya se anotó en páginas anteriores. </p><p></p><p>Años más tarde, no faltaron las voces críticas, como la del coronel boliviano Francisco Barrero, quien se manifestó, en términos reprobatorios respecto de las contrataciones de los chilenos62.</p><p></p><p>En Paraguay </p><p></p><p>Si bien, como se ha dicho, la incorporación en 1932 del ex Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en Asunción Gonzalo Montt Rivas suscitó gran satisfacción en el gobierno, en los círculos militares y en la población paraguaya, ello se desvaneció, en forma repentina e incomprensible, en mayo de 1934, cuando se supo de la contratación de chilenos con grados de oficiales por el Ejército de Bolivia. Se consideró que el gobierno chileno, de acuerdo con la neutralidad, no lo debería haber permitido. Dicha situación, más la ulterior contratación de obreros chilenos para las faenas mineras bolivianas, en reemplazo de los trabajadores bolivianos movilizados, como, también, el no haber impedido, con anterioridad, el libre tránsito de armamentos hacia Bolivia, por territorio chileno, llevó a diversos ataques de la prensa escrita paraguaya, y a las relaciones oficiales al nivel más bajo que han tenido a través de toda la historia republicana. </p><p></p><p>En efecto, no se concebía que en Chile se diera esta situación, sobre todo entre los militares. Esto afectó mucho a los militares paraguayos que habían estudiado en Chile, como fue el caso del teniente coronel Luis Irrazaval, gran amigo de Gonzalo Montt y del coronel Carlos Ibáñez del Campo63. </p><p></p><p>Para Paraguay era algo incomprensible, sobre todo después del apoyo recibido durante el gobierno del Presidente Ibáñez del Campo y de su Ministro de Relaciones Exteriores Conrado Ríos Gallardo, en la situación producida en torno al fortín Vanguardia en 1928, que llevó a Bolivia y Paraguay al borde de la guerra. La prensa paraguaya, sobre todo la cercana al gobierno atacó fuertemente al gobierno de Chile, acusándolo de no respetar la neutralidad que había declarado en 1933, y denostó la actitud de los COMBATIENTES chilenos calificándolos de mercenarios. </p><p></p><p>El representante de Chile, después de haber reclamado por los ataques de la prensa paraguaya, a través de diversas notas de protesta dirigidas a la Cancillería de Paraguay, no logró un compromiso de dicho gobierno en orden a morigerar dichos ataques, sino al contrario, como queda claro en nota del 2 de agosto del Canciller paraguayo Justo Pastor Benítez dirigida al Ministro de Chile en Asunción, de la cual transcribimos algunos de sus párrafos, en los que trata de explicar la hostilidad de la prensa paraguaya: "el hecho responde a un estado de la conciencia pública, alarmada por la conducta observada por el Gobierno chileno con relación a la guerra en el Chaco", agregando que considera que las contrataciones "responden seguramente a una política deliberada", y que "estos antecedentes, seguramente, han ocasionado los pronunciamientos de la prensa paraguaya y que traducen los sentimientos provocados en nosotros por la naturaleza de los actos enunciados". La Cancillería chilena en vista de lo anterior decidió, a través de una nota fechada el 7 de agosto, retirar al Ministro Enrique Gallardo Nieto de Asunción, dejando la Legación, a partir del 12 de agosto, en manos de un funcionario de menor jerarquía, a cargo del Archivo. Solo después de algunas muestras de acercamiento por parte del gobierno paraguayo, las relaciones volvieron a un nivel de normalidad, con la designación, el 24 de noviembre, de Francisco Figueroa Sánchez, como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario del Gobierno de Chile ante el de Paraguay. La promulgación de la Ley, ya mencionada, y las diversas gestiones a favor de la paz, emprendidas por el gobierno de Chile, lograron mejorar el clima hostil. En todo caso el tiempo, como en muchas otras situaciones, consiguió, lentamente, borrar las heridas causadas por los momentos conflictivos. </p><p></p><p>Sobre los COMBATIENTES mismos, al servicio de la causa boliviana, se valoró la Historia de la guerra del Chaco, escrita por Aquiles Vergara Vicuña, según tomó conocimiento su primo el Dr. Benjamín Viel Vicuña, en visita al Paraguay64. </p><p></p><p>En los COMBATIENTES y sus familias </p><p></p><p>La mayoría de los casados fue solo, y en este caso para las esposas y los hijos en edad de comprender, no les quedó otra alternativa que aceptar esta situación como una oportunidad que se les presentaba para salir de la situación de privaciones en la que se encontraban, o una posibilidad para darle sentido a una vida que se presentaba sin horizontes. En algunos casos sus esposas los acompañaron temporalmente, y en muy pocos permanentemente. </p><p></p><p>Los padres y hermanos no siempre comprendieron esta decisión. Algunos la criticaron65, y otros guardaron silencio66. </p><p></p><p>Respecto de los COMBATIENTES mismos, la participación en el conflicto los hizo sentirse útiles. Es sintomático, al respecto, lo que nos dejó por escrito Aquiles Vergara Vicuña67 . </p><p></p><p>Por otra parte, a la gran mayoría les permitió mejorar su desmedrada situación económica, y, en algunos casos, adquirir inmuebles para vivir con sus familias, sin angustias y privaciones, como fueron los casos de Manuel Irrazaval Benavente y de Emilio Flores Guerra.</p><p></p><p>En otros encendió la esperanza de radicarse definitivamente en Bolivia, una vez terminado el conflicto. Algunos lo pudieron cumplir, como Aquiles Vergara Vicuña en el Ejército, Carlos Rodríguez Gana en Carabineros, y otros dedicados a los negocios como Ernesto Gruhs Figueroa y Mario Oyarzún Day. También cabe destacar a los que permanecieron en Bolivia, por un tiempo, como Arturo Benavides Bruce quien se desempeñó como Cónsul de Chile en Cochabamba, Juan del Villar Araya, quien se mantuvo a cargo de la Dirección de la Escuela de Aviación y Luis Gayán Contador, como empleado en actividades mineras y en el Cuerpo de Carabineros, y otros que se dedicaron a actividades comerciales como Manuel Cerda Muñoz, Raúl Ochoa Esquivel68, Deleskar Iribarren Escobar, y Humberto Valenzuela Arancibia, y a Emigdio Lobos Ortíz, y Juan Francisco Prieto Lillo, en trabajos de vialidad. Pero, el caso más dramático, sin duda, fue el de Vicente Romero Rojas quien, unos días antes de morir, le había escrito a su esposa sobre posibilidades que tendrían de establecerse en el Beni, una vez terminado el conflicto, con sus tres hijos y otros familiares69. </p><p></p><p>Para tres familias les significó perder a sus seres queridos: hijo, hermano, esposo, padre, aunque con ello ganaran un héroe, como fueron los casos de las familias del subteniente Francisco Ortega Beiza, soltero, que dejó, en la desolación a sus padres, ya ancianos, y a sus numerosos hermanos, conmocionando, también, a los vecinos de la localidad de Batuco, pueblo cercano a Santiago, donde ellos vivían; del capitán Vicente Romero Rojas, casado, dejando a su viuda Marta Pérez Cordero, y a tres hijos: Vicente de 7 años, Jaime de 5 años y a Marta de 1 año, y del teniente coronel Ignacio Aliaga González, también casado, quien dejó a su viuda de apellido Straube y a su hijo Ignacio Enrique, como también a Jorge Ignacio Aliaga Burrell, un hijo adolescente de su primer matrimonio. </p><p></p><p>Para otros significó desarrollar su vida familiar en Bolivia, como sucedió con Juan Francisco Prieto Lillo, quien con Carlota Siel y una hija de meses partieron hacia Bolivia, donde tuvieron sus otros hijos, permaneciendo allí hasta 1948, cuando razones de salud de Juan Francisco, los hicieron regresar. Sus hijos mayores vivieron su niñez y parte de la adolescencia en Bolivia y allí aprendieron a amarla y añorarla70. </p><p></p><p>Para Arturo Benavides Bruce su estadía en La Paz le permitió conocer a Isabel Goytisolo García, de nacionalidad peruana, con quien se casaría y tendría tres hijos: María Eugenia, Patricia y Arturo71. Un caso similar fue el de Emigdio Lobos Ortíz, quien se casa con Gabriela Jaimes-Freyre Farfán, con quien tuvo su hijo Nelson72. También se casan allí con bolivianas Humberto Honorato Arenas, Guillermo López López y Vinicio Matamala Kutz. Por otra parte, son innumerables los que mantuvieron algún tipo de relación amorosa o de amistad con jovencitas bolivianas. </p><p></p><p>También significó, para algunos la posibilidad de ser valorados profesionalmente como ya se anotó en las páginas relacionadas con las destinaciones y desempeño, como también ser reconocidos con distinciones y altas responsabilidades, tanto en Bolivia como en Paraguay. En Bolivia Aquiles Vergara llegó a alcanzar el grado de General de Brigada por decisión del Senado, sin renunciar a la nacionalidad chilena, Luis Gayán Contador alcanzó el grado de Coronel en Carabineros, como importantes responsabilidades en el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro, sin perder su nacionalidad. Otro es el caso de Carlos Rodríguez Gana quien llegaría al grado de General en Carabineros, pero habiéndose nacionalizado en Bolivia. En Paraguay Gonzalo Montt Rivas recibió diversos reconocimientos, como la decisión de las autoridades de bautizar a un fortín en el Chaco con su nombre, el nombramiento de Vicepresidente de una Asociación de ex combatientes, y el otorgamiento de la ciudadanía honoraria. </p><p></p><p>Por otra parte, varios contrajeron el paludismo o malaria, enfermedad propia de las áreas tropicales, que en algunos casos fue mortal como le sucedió a Ernesto Gruhs Figueroa, o los acompañó el resto de sus vidas, como le aconteció a Ricardo Contreras Macaya73, y a Pablo Barrientos Gutiérrez74. </p><p></p><p>La experiencia permitió, además, unir a oficiales con suboficiales chilenos en un quehacer común, como también a miembros de las diversas ramas de la Defensa Nacional y Fuerzas de Orden, como, por otra parte, a civiles con uniformados. </p><p></p><p>Además, está la amistad que surgió entre los COMBATIENTES chilenos, como se dio entre Ricardo Contreras Macaya, Pablo Barrientos, Jorge Garretón Garretón y Octavio Vergara Rivera, quienes permanecieron vinculados después del conflicto75. También está la amistad que se profundizó entre Pedro Manuel Opazo Espinoza y Raúl Galleguillos Molina, quien vivió, después de la guerra, un largo tiempo en la casa del primero76. La larga amistad entre Emilio Flores Guerra y Héctor Hernández Oñate, que se ha prolongado en sus hijos, hasta el día de hoy77. Las visitas de Vinicio Matamala Kutz a Manuel Irrazaval Benavente,78 y, su amistad con Emigdio Lobos Ortíz, que se manifestó en su hijo Nelson, que lleva por segundo nombre el de Vinicio79.</p><p></p><p>Otros sufrieron los rigores de la prisión en Paraguay, y sus familias sufrieron esa realidad, como fue el caso de la familia del mayor Manuel Irrazaval Benavente, cuya esposa vivió en Bolivia, acompañada de sus hijos durante la contienda, y que luchó denodadamente por su libertad, formando parte, incluso, de una delegación de mujeres bolivianas que fue a Paraguay a visitar a los presos y abogar por su liberación80.</p><p></p><p>También está el caso de aquellos que no se sintieron valorados y de aquellos que se sintieron decepcionados de la experiencia, como fueron los casos de Raúl Galleguillos Molina y de Guillermo López López, quienes dejaron publicadas sus reflexiones81, o de aquellos, los menos, que sintieron que los bolivianos les demostraban aprecio a los chilenos, solo en la medida que les eran útiles. </p><p></p><p>Además, la experiencia les permitió conocer Bolivia y a los bolivianos en su entorno. Así pudieron conocer a las diversas etnias, a mestizos y blancos, con su diversidad lingüística y cultural, junto con la diversidad de paisajes: altiplano, valles y tierras bajas del Oriente. Uno de ellos, Aquiles Vergara Vicuña, solidarizó con entusiasmo con la demanda marítima de Bolivia, a través de numerosos escritos82. </p><p></p><p>Por último, todos quedaron marcados por la experiencia de la guerra, que algunos trataron de olvidar.</p><p></p><p>Los testimonios y otros escritos de los combatientes </p><p></p><p>Tres de los combatientes publicaron trabajos relacionados directamente con la experiencia. Algunos escribieron diarios, hicieron anotaciones, y redactaron sus memorias, en las que se refirieron a su participación en la guerra. Otros dirigieron cartas a sus familiares, y escribieron poemas durante la contienda. También hubo otros que dieron conferencias, hicieron declaraciones a la prensa, y/o fueron entrevistados, y, por último, están los que estuvieron dispuestos a dar su testimonio oral83. </p><p></p><p>En el primer caso están los cuatro libros y artículos escritos por Aquiles Vergara Vicuña, los cuales fueron, en orden de aparición: Del Caldero del Chaco (1936), Historia de la guerra del Chaco (7 tomos publicados entre 1940 y 1946), "Bernardo Bilbao Rioja. Vida y Hechos" (1948), y Cosas y quisicosas de un problema americano. (Criba de Recuerdos) (1963). Sus artículos aparecieron, una vez terminada la contienda, en la Revista Zig-Zag, de Santiago de Chile84. Luego está La Contraofensiva del Parapetí. Guerra del Chaco (1936), libro escrito por Pablo Barrientos Gutiérrez, y, por último, Bolivia que yo he visto (1936), de Raúl Galleguillos Molina. Todos estos trabajos fueron financiados por sus autores, y todos ellos fueron producto de la iniciativa personal, salvo el caso de la Historia de la guerra del Chaco, que le fue encomendada por el Estado Mayor General del Ejército de Bolivia al entonces teniente coronel Vergara, conjuntamente con el teniente coronel Julio Guerrero, de nacionalidad peruana, pero la hizo solo el primero bajo su exclusiva responsabilidad. </p><p></p><p>En el segundo caso están las anotaciones de Emigdio Lobos Ortíz, en el margen de libros relacionados con la contienda como El Dictador suicida, de Augusto Céspedes y Apuntes para la Historia de la guerra del Chaco. Picuiba, del coronel Félix Tabera85, también están algunos apuntes de Ricardo Contreras Macaya, que permiten seguir su trayectoria en la guerra, y las "Memorias" inéditas, de Juan del Villar Araya, en la cual consigna aspectos de su participación en la Dirección de la Escuela de Aviación de Bolivia. </p><p></p><p>En el tercer caso, dentro de la amplia correspondencia que debió haber existido, hemos tomado conocimiento de los reclamos de familiares, sobre todo de madres que dejan de saber de sus hijos, porque éstos han dejado de escribirles, siendo el caso de la madre de Ernesto Gruhs Figueroa el más dramático, pues al recurrir al Intendente Provincial de Aconcagua, autoridad chilena que le correspondía por vivir en la ciudad de Valparaíso, se entera que su hijo ha muerto, producto de fiebres palúdicas, a los pocos meses de terminada la contienda86. También hemos sabido de una carta de Vicente Romero Rojas a su esposa. </p><p></p><p>En el cuarto caso están los poemas escritos, durante la campaña por Juan Francisco Prieto Lillo. </p><p></p><p>Por último están los que fueron entrevistados al regresar del Chaco como Guillermo López López, o varios años después de la contienda, como Darío Fontecilla y Carlos Rodríguez Gana, por la Revista del Domingo de El Mercurio de Santiago en 1981, los que dieron conferencias como Arístides del Solar Morel, e hicieron declaraciones a la prensa chilena, al partir a la contienda, o cuando regresaron del Chaco, ya sea temporal o definitivamente, y los que estuvieron dispuestos a colaborar en 1973 con Manuel Velasco I., historiador militar chileno, que pensó escribir un trabajo similar a éste, y que para ubicar a los ex COMBATIENTES chilenos, puso avisos en la prensa del país, a lo cual respondieron Carlos Cuevas Eissmann, Daniel Fuenzalida Mayol, Vinicio Matamala Kutz, Luis Antonio Valdés G. y Juan del Villar Araya, y familiares de algunos de los que ya habían fallecido. </p><p></p><p>El valor de estos testimonios es muy diverso, pero han constituido una importante fuente, ante la imposibilidad de entrevistar a los propios ex combatientes, salvo a uno de ellos que ha pedido expresa reserva de su nombre. Estos testimonios nos han permitido conocer sus vivencias, sus percepciones sobre Bolivia y sus habitantes, como sus apreciaciones sobre la organización y conducción de la guerra.</p><p></p><p>REFLEXIONES FINALES Y AGRADECIMIENTOS </p><p></p><p>Esta nueva experiencia, en la cual hemos estado ocupados largo tiempo, sobre todo durante los últimos 8 años, nos ha permitido adentrarnos en la mentalidad militar, asunto muy necesario para los que somos civiles, como, creo debería serlo para los militares respecto de nosotros, pues ello constituye una de las bases para poder posibilitar un real entendimiento entre estos dos sectores. </p><p></p><p>También, nos ha permitido profundizar en el conocimiento de la historia de Chile, como la de Argentina, Bolivia y Paraguay. </p><p></p><p>Además, nos ha permitido corroborar que en la historia de las relaciones chileno-bolivianas, ha habido muchos momentos marcados por la cooperación, la amistad y el entendimiento, y no solo por el conflicto. </p><p></p><p>Por último, nos ha permitido rescatar que en la contienda, a pesar de la tragedia, siempre hubo lugar para el espíritu de aventura, el desinterés, el romanticismo y el idealismo, actitudes escasas en nuestro tiempo, marcado por la búsqueda del éxito económico, la competencia y el consumismo.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pablo01, post: 832310, member: 4259"] [b]Chilenos en el Chaco III[/b] También, cabe destacar que, algunos meses después, un regimiento pasó a recibir la denominación de Chile57, comandado por un oficial chileno e integrado por varios oficiales de la misma nacionalidad58. Todas estas manifestaciones tuvieron su punto culminante, cuando se propuso la constitución de la "Gran Patria del Pacífico", mediante la fusión de Chile y Bolivia59, lo cual significaba distanciarse respecto de Argentina, situación que la Cancillería chilena no vio con buenos ojos60. En realidad, la participación de COMBATIENTES chilenos en el Ejército de Bolivia y la muerte de tres de ellos, cambió substancialmente las percepciones bolivianas hacia Chile, y las relaciones mejoraron a todo nivel61, favoreciendo un acercamiento, que años más tarde se traduciría en la negociación de 1950, en la que se barajó la fórmula del "corredor", para satisfacer las aspiraciones bolivianas para retornar al Pacífico. Antes del término del período de finalización de los contratos hubo algunas cancelaciones por enfermedad y/o por heridas de guerra, como fueron los casos de Dionisio Etchevers Quintana, Raúl Gallegos Fernández, Luis Heise Cossio y Hernán Zúñiga Cabello, como algunas por no haber una buena evaluación del desempeño. También hubo cancelaciones cuando se cumplía, obviamente, el tiempo acordado, pero, también, hubo ofrecimientos de renovaciones y renovaciones efectivas y, en varios casos, agradecimientos, es decir de todo, como corresponde a grupos humanos, tan dispares, como el conformado por los COMBATIENTES chilenos, que se desempeñaron, con grados de oficiales, en el Ejército de Bolivia, como ya se anotó en páginas anteriores. Años más tarde, no faltaron las voces críticas, como la del coronel boliviano Francisco Barrero, quien se manifestó, en términos reprobatorios respecto de las contrataciones de los chilenos62. En Paraguay Si bien, como se ha dicho, la incorporación en 1932 del ex Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en Asunción Gonzalo Montt Rivas suscitó gran satisfacción en el gobierno, en los círculos militares y en la población paraguaya, ello se desvaneció, en forma repentina e incomprensible, en mayo de 1934, cuando se supo de la contratación de chilenos con grados de oficiales por el Ejército de Bolivia. Se consideró que el gobierno chileno, de acuerdo con la neutralidad, no lo debería haber permitido. Dicha situación, más la ulterior contratación de obreros chilenos para las faenas mineras bolivianas, en reemplazo de los trabajadores bolivianos movilizados, como, también, el no haber impedido, con anterioridad, el libre tránsito de armamentos hacia Bolivia, por territorio chileno, llevó a diversos ataques de la prensa escrita paraguaya, y a las relaciones oficiales al nivel más bajo que han tenido a través de toda la historia republicana. En efecto, no se concebía que en Chile se diera esta situación, sobre todo entre los militares. Esto afectó mucho a los militares paraguayos que habían estudiado en Chile, como fue el caso del teniente coronel Luis Irrazaval, gran amigo de Gonzalo Montt y del coronel Carlos Ibáñez del Campo63. Para Paraguay era algo incomprensible, sobre todo después del apoyo recibido durante el gobierno del Presidente Ibáñez del Campo y de su Ministro de Relaciones Exteriores Conrado Ríos Gallardo, en la situación producida en torno al fortín Vanguardia en 1928, que llevó a Bolivia y Paraguay al borde de la guerra. La prensa paraguaya, sobre todo la cercana al gobierno atacó fuertemente al gobierno de Chile, acusándolo de no respetar la neutralidad que había declarado en 1933, y denostó la actitud de los COMBATIENTES chilenos calificándolos de mercenarios. El representante de Chile, después de haber reclamado por los ataques de la prensa paraguaya, a través de diversas notas de protesta dirigidas a la Cancillería de Paraguay, no logró un compromiso de dicho gobierno en orden a morigerar dichos ataques, sino al contrario, como queda claro en nota del 2 de agosto del Canciller paraguayo Justo Pastor Benítez dirigida al Ministro de Chile en Asunción, de la cual transcribimos algunos de sus párrafos, en los que trata de explicar la hostilidad de la prensa paraguaya: "el hecho responde a un estado de la conciencia pública, alarmada por la conducta observada por el Gobierno chileno con relación a la guerra en el Chaco", agregando que considera que las contrataciones "responden seguramente a una política deliberada", y que "estos antecedentes, seguramente, han ocasionado los pronunciamientos de la prensa paraguaya y que traducen los sentimientos provocados en nosotros por la naturaleza de los actos enunciados". La Cancillería chilena en vista de lo anterior decidió, a través de una nota fechada el 7 de agosto, retirar al Ministro Enrique Gallardo Nieto de Asunción, dejando la Legación, a partir del 12 de agosto, en manos de un funcionario de menor jerarquía, a cargo del Archivo. Solo después de algunas muestras de acercamiento por parte del gobierno paraguayo, las relaciones volvieron a un nivel de normalidad, con la designación, el 24 de noviembre, de Francisco Figueroa Sánchez, como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario del Gobierno de Chile ante el de Paraguay. La promulgación de la Ley, ya mencionada, y las diversas gestiones a favor de la paz, emprendidas por el gobierno de Chile, lograron mejorar el clima hostil. En todo caso el tiempo, como en muchas otras situaciones, consiguió, lentamente, borrar las heridas causadas por los momentos conflictivos. Sobre los COMBATIENTES mismos, al servicio de la causa boliviana, se valoró la Historia de la guerra del Chaco, escrita por Aquiles Vergara Vicuña, según tomó conocimiento su primo el Dr. Benjamín Viel Vicuña, en visita al Paraguay64. En los COMBATIENTES y sus familias La mayoría de los casados fue solo, y en este caso para las esposas y los hijos en edad de comprender, no les quedó otra alternativa que aceptar esta situación como una oportunidad que se les presentaba para salir de la situación de privaciones en la que se encontraban, o una posibilidad para darle sentido a una vida que se presentaba sin horizontes. En algunos casos sus esposas los acompañaron temporalmente, y en muy pocos permanentemente. Los padres y hermanos no siempre comprendieron esta decisión. Algunos la criticaron65, y otros guardaron silencio66. Respecto de los COMBATIENTES mismos, la participación en el conflicto los hizo sentirse útiles. Es sintomático, al respecto, lo que nos dejó por escrito Aquiles Vergara Vicuña67 . Por otra parte, a la gran mayoría les permitió mejorar su desmedrada situación económica, y, en algunos casos, adquirir inmuebles para vivir con sus familias, sin angustias y privaciones, como fueron los casos de Manuel Irrazaval Benavente y de Emilio Flores Guerra. En otros encendió la esperanza de radicarse definitivamente en Bolivia, una vez terminado el conflicto. Algunos lo pudieron cumplir, como Aquiles Vergara Vicuña en el Ejército, Carlos Rodríguez Gana en Carabineros, y otros dedicados a los negocios como Ernesto Gruhs Figueroa y Mario Oyarzún Day. También cabe destacar a los que permanecieron en Bolivia, por un tiempo, como Arturo Benavides Bruce quien se desempeñó como Cónsul de Chile en Cochabamba, Juan del Villar Araya, quien se mantuvo a cargo de la Dirección de la Escuela de Aviación y Luis Gayán Contador, como empleado en actividades mineras y en el Cuerpo de Carabineros, y otros que se dedicaron a actividades comerciales como Manuel Cerda Muñoz, Raúl Ochoa Esquivel68, Deleskar Iribarren Escobar, y Humberto Valenzuela Arancibia, y a Emigdio Lobos Ortíz, y Juan Francisco Prieto Lillo, en trabajos de vialidad. Pero, el caso más dramático, sin duda, fue el de Vicente Romero Rojas quien, unos días antes de morir, le había escrito a su esposa sobre posibilidades que tendrían de establecerse en el Beni, una vez terminado el conflicto, con sus tres hijos y otros familiares69. Para tres familias les significó perder a sus seres queridos: hijo, hermano, esposo, padre, aunque con ello ganaran un héroe, como fueron los casos de las familias del subteniente Francisco Ortega Beiza, soltero, que dejó, en la desolación a sus padres, ya ancianos, y a sus numerosos hermanos, conmocionando, también, a los vecinos de la localidad de Batuco, pueblo cercano a Santiago, donde ellos vivían; del capitán Vicente Romero Rojas, casado, dejando a su viuda Marta Pérez Cordero, y a tres hijos: Vicente de 7 años, Jaime de 5 años y a Marta de 1 año, y del teniente coronel Ignacio Aliaga González, también casado, quien dejó a su viuda de apellido Straube y a su hijo Ignacio Enrique, como también a Jorge Ignacio Aliaga Burrell, un hijo adolescente de su primer matrimonio. Para otros significó desarrollar su vida familiar en Bolivia, como sucedió con Juan Francisco Prieto Lillo, quien con Carlota Siel y una hija de meses partieron hacia Bolivia, donde tuvieron sus otros hijos, permaneciendo allí hasta 1948, cuando razones de salud de Juan Francisco, los hicieron regresar. Sus hijos mayores vivieron su niñez y parte de la adolescencia en Bolivia y allí aprendieron a amarla y añorarla70. Para Arturo Benavides Bruce su estadía en La Paz le permitió conocer a Isabel Goytisolo García, de nacionalidad peruana, con quien se casaría y tendría tres hijos: María Eugenia, Patricia y Arturo71. Un caso similar fue el de Emigdio Lobos Ortíz, quien se casa con Gabriela Jaimes-Freyre Farfán, con quien tuvo su hijo Nelson72. También se casan allí con bolivianas Humberto Honorato Arenas, Guillermo López López y Vinicio Matamala Kutz. Por otra parte, son innumerables los que mantuvieron algún tipo de relación amorosa o de amistad con jovencitas bolivianas. También significó, para algunos la posibilidad de ser valorados profesionalmente como ya se anotó en las páginas relacionadas con las destinaciones y desempeño, como también ser reconocidos con distinciones y altas responsabilidades, tanto en Bolivia como en Paraguay. En Bolivia Aquiles Vergara llegó a alcanzar el grado de General de Brigada por decisión del Senado, sin renunciar a la nacionalidad chilena, Luis Gayán Contador alcanzó el grado de Coronel en Carabineros, como importantes responsabilidades en el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro, sin perder su nacionalidad. Otro es el caso de Carlos Rodríguez Gana quien llegaría al grado de General en Carabineros, pero habiéndose nacionalizado en Bolivia. En Paraguay Gonzalo Montt Rivas recibió diversos reconocimientos, como la decisión de las autoridades de bautizar a un fortín en el Chaco con su nombre, el nombramiento de Vicepresidente de una Asociación de ex combatientes, y el otorgamiento de la ciudadanía honoraria. Por otra parte, varios contrajeron el paludismo o malaria, enfermedad propia de las áreas tropicales, que en algunos casos fue mortal como le sucedió a Ernesto Gruhs Figueroa, o los acompañó el resto de sus vidas, como le aconteció a Ricardo Contreras Macaya73, y a Pablo Barrientos Gutiérrez74. La experiencia permitió, además, unir a oficiales con suboficiales chilenos en un quehacer común, como también a miembros de las diversas ramas de la Defensa Nacional y Fuerzas de Orden, como, por otra parte, a civiles con uniformados. Además, está la amistad que surgió entre los COMBATIENTES chilenos, como se dio entre Ricardo Contreras Macaya, Pablo Barrientos, Jorge Garretón Garretón y Octavio Vergara Rivera, quienes permanecieron vinculados después del conflicto75. También está la amistad que se profundizó entre Pedro Manuel Opazo Espinoza y Raúl Galleguillos Molina, quien vivió, después de la guerra, un largo tiempo en la casa del primero76. La larga amistad entre Emilio Flores Guerra y Héctor Hernández Oñate, que se ha prolongado en sus hijos, hasta el día de hoy77. Las visitas de Vinicio Matamala Kutz a Manuel Irrazaval Benavente,78 y, su amistad con Emigdio Lobos Ortíz, que se manifestó en su hijo Nelson, que lleva por segundo nombre el de Vinicio79. Otros sufrieron los rigores de la prisión en Paraguay, y sus familias sufrieron esa realidad, como fue el caso de la familia del mayor Manuel Irrazaval Benavente, cuya esposa vivió en Bolivia, acompañada de sus hijos durante la contienda, y que luchó denodadamente por su libertad, formando parte, incluso, de una delegación de mujeres bolivianas que fue a Paraguay a visitar a los presos y abogar por su liberación80. También está el caso de aquellos que no se sintieron valorados y de aquellos que se sintieron decepcionados de la experiencia, como fueron los casos de Raúl Galleguillos Molina y de Guillermo López López, quienes dejaron publicadas sus reflexiones81, o de aquellos, los menos, que sintieron que los bolivianos les demostraban aprecio a los chilenos, solo en la medida que les eran útiles. Además, la experiencia les permitió conocer Bolivia y a los bolivianos en su entorno. Así pudieron conocer a las diversas etnias, a mestizos y blancos, con su diversidad lingüística y cultural, junto con la diversidad de paisajes: altiplano, valles y tierras bajas del Oriente. Uno de ellos, Aquiles Vergara Vicuña, solidarizó con entusiasmo con la demanda marítima de Bolivia, a través de numerosos escritos82. Por último, todos quedaron marcados por la experiencia de la guerra, que algunos trataron de olvidar. Los testimonios y otros escritos de los combatientes Tres de los combatientes publicaron trabajos relacionados directamente con la experiencia. Algunos escribieron diarios, hicieron anotaciones, y redactaron sus memorias, en las que se refirieron a su participación en la guerra. Otros dirigieron cartas a sus familiares, y escribieron poemas durante la contienda. También hubo otros que dieron conferencias, hicieron declaraciones a la prensa, y/o fueron entrevistados, y, por último, están los que estuvieron dispuestos a dar su testimonio oral83. En el primer caso están los cuatro libros y artículos escritos por Aquiles Vergara Vicuña, los cuales fueron, en orden de aparición: Del Caldero del Chaco (1936), Historia de la guerra del Chaco (7 tomos publicados entre 1940 y 1946), "Bernardo Bilbao Rioja. Vida y Hechos" (1948), y Cosas y quisicosas de un problema americano. (Criba de Recuerdos) (1963). Sus artículos aparecieron, una vez terminada la contienda, en la Revista Zig-Zag, de Santiago de Chile84. Luego está La Contraofensiva del Parapetí. Guerra del Chaco (1936), libro escrito por Pablo Barrientos Gutiérrez, y, por último, Bolivia que yo he visto (1936), de Raúl Galleguillos Molina. Todos estos trabajos fueron financiados por sus autores, y todos ellos fueron producto de la iniciativa personal, salvo el caso de la Historia de la guerra del Chaco, que le fue encomendada por el Estado Mayor General del Ejército de Bolivia al entonces teniente coronel Vergara, conjuntamente con el teniente coronel Julio Guerrero, de nacionalidad peruana, pero la hizo solo el primero bajo su exclusiva responsabilidad. En el segundo caso están las anotaciones de Emigdio Lobos Ortíz, en el margen de libros relacionados con la contienda como El Dictador suicida, de Augusto Céspedes y Apuntes para la Historia de la guerra del Chaco. Picuiba, del coronel Félix Tabera85, también están algunos apuntes de Ricardo Contreras Macaya, que permiten seguir su trayectoria en la guerra, y las "Memorias" inéditas, de Juan del Villar Araya, en la cual consigna aspectos de su participación en la Dirección de la Escuela de Aviación de Bolivia. En el tercer caso, dentro de la amplia correspondencia que debió haber existido, hemos tomado conocimiento de los reclamos de familiares, sobre todo de madres que dejan de saber de sus hijos, porque éstos han dejado de escribirles, siendo el caso de la madre de Ernesto Gruhs Figueroa el más dramático, pues al recurrir al Intendente Provincial de Aconcagua, autoridad chilena que le correspondía por vivir en la ciudad de Valparaíso, se entera que su hijo ha muerto, producto de fiebres palúdicas, a los pocos meses de terminada la contienda86. También hemos sabido de una carta de Vicente Romero Rojas a su esposa. En el cuarto caso están los poemas escritos, durante la campaña por Juan Francisco Prieto Lillo. Por último están los que fueron entrevistados al regresar del Chaco como Guillermo López López, o varios años después de la contienda, como Darío Fontecilla y Carlos Rodríguez Gana, por la Revista del Domingo de El Mercurio de Santiago en 1981, los que dieron conferencias como Arístides del Solar Morel, e hicieron declaraciones a la prensa chilena, al partir a la contienda, o cuando regresaron del Chaco, ya sea temporal o definitivamente, y los que estuvieron dispuestos a colaborar en 1973 con Manuel Velasco I., historiador militar chileno, que pensó escribir un trabajo similar a éste, y que para ubicar a los ex COMBATIENTES chilenos, puso avisos en la prensa del país, a lo cual respondieron Carlos Cuevas Eissmann, Daniel Fuenzalida Mayol, Vinicio Matamala Kutz, Luis Antonio Valdés G. y Juan del Villar Araya, y familiares de algunos de los que ya habían fallecido. El valor de estos testimonios es muy diverso, pero han constituido una importante fuente, ante la imposibilidad de entrevistar a los propios ex combatientes, salvo a uno de ellos que ha pedido expresa reserva de su nombre. Estos testimonios nos han permitido conocer sus vivencias, sus percepciones sobre Bolivia y sus habitantes, como sus apreciaciones sobre la organización y conducción de la guerra. REFLEXIONES FINALES Y AGRADECIMIENTOS Esta nueva experiencia, en la cual hemos estado ocupados largo tiempo, sobre todo durante los últimos 8 años, nos ha permitido adentrarnos en la mentalidad militar, asunto muy necesario para los que somos civiles, como, creo debería serlo para los militares respecto de nosotros, pues ello constituye una de las bases para poder posibilitar un real entendimiento entre estos dos sectores. También, nos ha permitido profundizar en el conocimiento de la historia de Chile, como la de Argentina, Bolivia y Paraguay. Además, nos ha permitido corroborar que en la historia de las relaciones chileno-bolivianas, ha habido muchos momentos marcados por la cooperación, la amistad y el entendimiento, y no solo por el conflicto. Por último, nos ha permitido rescatar que en la contienda, a pesar de la tragedia, siempre hubo lugar para el espíritu de aventura, el desinterés, el romanticismo y el idealismo, actitudes escasas en nuestro tiempo, marcado por la búsqueda del éxito económico, la competencia y el consumismo. [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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Combatientes e instructores militares chilenos en la Guerra del Chaco
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