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<blockquote data-quote="pulqui" data-source="post: 412093" data-attributes="member: 194"><p style="text-align: center"><strong><span style="font-size: 22px">El general Leal, un patriota de cuerpo y alma entre nosotros </span></strong></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p>El hombre reposa en el living de su casa de siempre, en Olivos. Tiene 90 años, aunque no los parece, y no se cansa de pensar en su patria, que él sí que hizo.</p><p> </p><p>Está rodeado de recuerdos, de condecoraciones y de trofeos.</p><p></p><p>Es un militar hecho y derecho, de los que nos refieren directamente a la herencia de San Martín. Es nuestro último héroe vivo. Es el general Jorge Edgard Leal.</p><p></p><p>Es imposible explicarse la mejor historia militar argentina del siglo veinte sin Leal. Podemos empezar por su proeza de llegar caminando en 1965 al Polo Sur, al frente de un grupo de diez valientes expedicionarios, para reivindicar los derechos de soberanía argentinos sobre la Antártida.</p><p></p><p>Ahí se lo ve todavía a Leal en alguna fotografía, cuando era el joven coronel de antiparras sobre el gorro, de rostro barbado y descubierto, que enfrentaba al terrible frío y se concentraba sólo en el horizonte antártico, sólo en la misión.</p><p></p><p>Desde principios de siglo, en 1904, Argentina tenía presencia en el continente blanco a través de una base en las Orcadas del Sur que sentó muy tempranamente los fines pacíficos, de investigación científica y protección de recursos vivos que en 1959 terminó consagrando el Tratado Antártico.</p><p></p><p>Guiados por el sol, sin brújula, al cabo de 45 días de marcha en trineos cubriendo casi 1.500 kilómetros de riesgo y temperaturas de 30 grados bajo cero, Leal y sus hombres plantaron la bandera argentina en el Polo Sur para mantener irrenunciables esos derechos de soberanía del país sobre la Antártida en el marco del mismo tratado.</p><p></p><p>"Ese último rincón del mundo en donde nos tocó actuar, es en general una blanca y dilatada llanura que se va escalonando en inmensas plataformas de barreras de hielo y nieve, quebradas de tanto en tanto por cordones montañosos y sembradas de traicioneras, torvas, peligrosas grietas capaces de tragarse a una columna expedicionaria completa. Ese escenario actúa sobre el cuerpo y el alma (…)", escribió Leal a su regreso.</p><p></p><p>Cuando en 2004 me tocó participar con otros diputados nacionales de la primera sesión de la Comisión de Relaciones Exteriores de la cámara baja, en la Base Marambio, el general Leal nos regaló su incomparable compañía. Esa primera reunión formal de un Parlamento en el territorio antártico quedará registrada para el futuro.</p><p></p><p>Si la Argentina quisiera defender solita su territorio no podría, razonó Leal, y nos invitó como legisladores y funcionarios a perseguir sin descanso la unidad de América Latina que soñaron San Martín, Bolívar, Artigas, O`Higgins… Apegado como siempre a esos ejemplos, Leal había vuelto a exponerse en cuerpo y alma años después de su hazaña antártica pero, tristemente esta vez, el desafío no se lo presentaba la Naturaleza, sino el deshonor de sectores militares golpistas y genocidas dentro su propia patria.</p><p></p><p>Leal fue arrestado tres veces por denunciar durante la última dictadura la terrible desviación del rol de las Fuerzas Armadas desde 1976, que las hubieran puesto al servicio de los peores intereses económicos y por el nefasto remate del régimen golpista con su actuación en el conflicto de soberanía por las Malvinas.</p><p></p><p>En su incesante afán de hacer, de construir, de dar testimonio, de seguir la senda de aquellos libertadores americanos, Leal se convirtió en 1984 en el primer presidente del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), con otros militares honorables como Horacio Ballester y Augusto Rattenbach.</p><p></p><p>También por eso soportó ataques y despreciables imputaciones de ser "peronacho" y hasta "comunacho", odiados sus agresores por la existencia de militares honestos, democráticos y comprometidos como él.</p><p></p><p>Contamos hoy con el privilegio de seguir teniendo al general Leal entre nosotros. Podemos releer sus proezas, podemos repasar sus ejemplos de lucha y, sobre todo, podemos darnos el lujo de escuchar de su propia voz el testimonio de vida personal y política de un héroe nacional.</p><p></p><p>Como se ha escrito, toda biografía está sujeta al azar. Los imponderables del camino pueden paralizarnos, o movilizarnos. Yendo al Polo Sur, el general Leal tradujo un estado de ánimo en el nombre de un campamento, Desolación. Pero la agresión climática y el riesgo corrieron enseguida hacia adelante el límite emocional y físico de esos hombres, porque el fin lo valía.</p><p></p><p>Las contingencias históricas que afronten las generaciones pueden ser el fruto de cómo hayamos manejado antes las nuestras. La biografía del general Leal es un ejemplo viviente del temple a mantener en un camino repleto de desafíos para seguir construyendo una nación democrática y soberana, de La Quiaca hasta la Antártida en la que nuestro héroe supo plantar bandera.</p><p></p><p>Desde aquí, lo saludamos y prometemos, como sus hombres, no fallarle.</p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=220750&id=419172&dis=1&sec=1" target="_blank">Telam: Política - El general Leal, un patriota de cuerpo y alma entre nosotros</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="pulqui, post: 412093, member: 194"] [CENTER][B][SIZE="6"]El general Leal, un patriota de cuerpo y alma entre nosotros [/SIZE][/B][/CENTER] El hombre reposa en el living de su casa de siempre, en Olivos. Tiene 90 años, aunque no los parece, y no se cansa de pensar en su patria, que él sí que hizo. Está rodeado de recuerdos, de condecoraciones y de trofeos. Es un militar hecho y derecho, de los que nos refieren directamente a la herencia de San Martín. Es nuestro último héroe vivo. Es el general Jorge Edgard Leal. Es imposible explicarse la mejor historia militar argentina del siglo veinte sin Leal. Podemos empezar por su proeza de llegar caminando en 1965 al Polo Sur, al frente de un grupo de diez valientes expedicionarios, para reivindicar los derechos de soberanía argentinos sobre la Antártida. Ahí se lo ve todavía a Leal en alguna fotografía, cuando era el joven coronel de antiparras sobre el gorro, de rostro barbado y descubierto, que enfrentaba al terrible frío y se concentraba sólo en el horizonte antártico, sólo en la misión. Desde principios de siglo, en 1904, Argentina tenía presencia en el continente blanco a través de una base en las Orcadas del Sur que sentó muy tempranamente los fines pacíficos, de investigación científica y protección de recursos vivos que en 1959 terminó consagrando el Tratado Antártico. Guiados por el sol, sin brújula, al cabo de 45 días de marcha en trineos cubriendo casi 1.500 kilómetros de riesgo y temperaturas de 30 grados bajo cero, Leal y sus hombres plantaron la bandera argentina en el Polo Sur para mantener irrenunciables esos derechos de soberanía del país sobre la Antártida en el marco del mismo tratado. "Ese último rincón del mundo en donde nos tocó actuar, es en general una blanca y dilatada llanura que se va escalonando en inmensas plataformas de barreras de hielo y nieve, quebradas de tanto en tanto por cordones montañosos y sembradas de traicioneras, torvas, peligrosas grietas capaces de tragarse a una columna expedicionaria completa. Ese escenario actúa sobre el cuerpo y el alma (…)", escribió Leal a su regreso. Cuando en 2004 me tocó participar con otros diputados nacionales de la primera sesión de la Comisión de Relaciones Exteriores de la cámara baja, en la Base Marambio, el general Leal nos regaló su incomparable compañía. Esa primera reunión formal de un Parlamento en el territorio antártico quedará registrada para el futuro. Si la Argentina quisiera defender solita su territorio no podría, razonó Leal, y nos invitó como legisladores y funcionarios a perseguir sin descanso la unidad de América Latina que soñaron San Martín, Bolívar, Artigas, O`Higgins… Apegado como siempre a esos ejemplos, Leal había vuelto a exponerse en cuerpo y alma años después de su hazaña antártica pero, tristemente esta vez, el desafío no se lo presentaba la Naturaleza, sino el deshonor de sectores militares golpistas y genocidas dentro su propia patria. Leal fue arrestado tres veces por denunciar durante la última dictadura la terrible desviación del rol de las Fuerzas Armadas desde 1976, que las hubieran puesto al servicio de los peores intereses económicos y por el nefasto remate del régimen golpista con su actuación en el conflicto de soberanía por las Malvinas. En su incesante afán de hacer, de construir, de dar testimonio, de seguir la senda de aquellos libertadores americanos, Leal se convirtió en 1984 en el primer presidente del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), con otros militares honorables como Horacio Ballester y Augusto Rattenbach. También por eso soportó ataques y despreciables imputaciones de ser "peronacho" y hasta "comunacho", odiados sus agresores por la existencia de militares honestos, democráticos y comprometidos como él. Contamos hoy con el privilegio de seguir teniendo al general Leal entre nosotros. Podemos releer sus proezas, podemos repasar sus ejemplos de lucha y, sobre todo, podemos darnos el lujo de escuchar de su propia voz el testimonio de vida personal y política de un héroe nacional. Como se ha escrito, toda biografía está sujeta al azar. Los imponderables del camino pueden paralizarnos, o movilizarnos. Yendo al Polo Sur, el general Leal tradujo un estado de ánimo en el nombre de un campamento, Desolación. Pero la agresión climática y el riesgo corrieron enseguida hacia adelante el límite emocional y físico de esos hombres, porque el fin lo valía. Las contingencias históricas que afronten las generaciones pueden ser el fruto de cómo hayamos manejado antes las nuestras. La biografía del general Leal es un ejemplo viviente del temple a mantener en un camino repleto de desafíos para seguir construyendo una nación democrática y soberana, de La Quiaca hasta la Antártida en la que nuestro héroe supo plantar bandera. Desde aquí, lo saludamos y prometemos, como sus hombres, no fallarle. [url=http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=220750&id=419172&dis=1&sec=1]Telam: Política - El general Leal, un patriota de cuerpo y alma entre nosotros[/url] [/QUOTE]
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Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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