Alejandro Magno

joseph

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La batalla del Gránico (junio 334 AC)

Tras cruzar el Helesponto a la cabeza de sus hombres y desembarcar en Asia Menor, Alejandro, en vez de marchar inmediatamente hacia el interior, se dedico a tareas que podemos denominar propagandísticas (como visitar Troya y homenajear al mitico heroe griego Aquiles) para poner de su lado a las colonias griegas asiáticas.

En el ínterin, los sátrapas (gobernadores) persas de Asia Menor movilizaron un ejército para enfrentarse al insolente macedonio, al cual esperaban derrotar en el primer encuentro. El competente comandante mercenario Memnón de Rodas, griego al servicio de los persas, advirtió a los sátrapas locales que la estrategia más prudente sería una retirada hacía el interior destruyendo suministros y devastando campos para negársel sustento al ejercito macedónico. Como era de esperar, Memnón no fue escuchado. Al fin y al cabo, Alejandro era considerado como un insolente jovenzuelo al que había que dar una lección. Los persas consecuentemente avanzaron con su ejército al encuentro de Alejandro y lo esperaron en el curso del rio Gránico.

Aunque las cifras de ambos ejércitos suelen variar según las fuentes, parece que Alejandro contaba (en cifras redondas) con unos 25.000 infantes y 5.000 jinetes, mientras que los persas contaban con unos 40.000 hombres, de los que 20.000 eran jinetes y el resto infantes.

La táctica a adoptar por los persas fue tan sencilla como irreflexiva. Apostaron a su caballeria adelantada a lo largo del rio, confiando en que el curso del agua y el hecho de que ocuparan una orilla elevada respecto a la margen opuesta, que debía atravesar el ejército de Alejandro, les facilitaría una carga victoriosa contra el centro de la formación macedónica. La infantería, en vez de apoyar a los jinetes, fue situada unos centenares de metros atrás del rio, lo cual equivalía a alejarla imprudentemente del frente de batalla. Decididamente, los sátrapas persas no tenían idea con quien iban a enfrentarse pues de lo contrario no habrían sido tan negligentes.

Alejandro, tras reconocer la disposición del ejército persa, debió hacerse cargo inmediatamente de que la victoria estaba más que al alcance de su mano, por lo indebido de la situación de las fuerzas adversarias. Sin dudarlo formó una línea con la pesada falange en el centro, la infantería ligera cubriendo los flancos (especialmente el izquierdo) de aquella, y la caballería situada en los extremos. La caballería pesada de Alejandro, la elite del ejercito macedónico (los "Compañeros") fue situada en el flanco derecho, con el propio Alejandro al frente. El situarse en ese punto ofrecía una doble ventaja: el nivel del río era más bajo y –sobre todo- desde ahí se podía golpear el punto de unión entre la caballería pesada persa y la más vulnerable caballería ligera.

Lo que siguió a continuación fue la primero muestra del genio del rey macedonio. La falange avanzó pesadamente por el centro, sin que su avance pudiera ser detenido por la caballeria persa, que no podía maniobrar adecuadamente por la misma presencia del rio, y que estaba impresionada por la sólida formación de lanzas enemigas. Alejandro entretuvo los flancos persas con ataques secundarios y él se lanzó con los Compañeros al punto crítico de la batalla: el ala izquierda del centro persa.

Esta carga arrolladora de la caballería macedónica separó a la débil caballería ligera enemiga del centro y abrió un hueco en la formación persa. Inmediatamente Alejandro explotó la brecha, la cual aprovechó para lanzarse sobre la retaguardia del centro persa. El mismo Alejandro en persona cargó hacía donde se encontraban los generales adversarios, y se vio envuelto en varios combates cuerpo a cuerpo con los sátrapas persas, matando e hiriendo a varios de ellos, aunque salvándose por poco de ser herido mortalmente en la refriega.

En ese punto, la formación persa, acorralada por el centro, donde la falange había cruzado el río sin problemas y presionaba fuertemente; y superada por el flanco izquierdo, se desbandó por completo. Los jinetes persas huyeron desordenadamente. La infantería persa, (formada en gran medida por mercenarios griegos) que no había intervenido y había permanecido en retaguardia sin participar en la batalla fue inmediatamente atacada, flanqueada y aniquilada por la furiosa embestida macedónica.

Alejandro, cuyas bajas no pasaron de 200 hombres, acababa de derrotar al ejército persa infligiéndole unas 6.000 bajas. Desde el punto de vista estratégico, la victoria en el Gránico consolidó el dominio greigo de Asia Menor, lo cual le reportó a Alejandro el apoyo inmediato de las polis griegas de la zona. Después de la batalla, Alejandro ya contaba con una base sólida para proseguir su avance hacia el interior del Imperio de Dario.
 

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La Batalla de Issos (333 AC).

Tras la victória obtenida en el Gránico, Alejandro dedicó varios meses a consolidar su dominio sobre la peninsula de Anatolia y a preparar la próxima campaña contra Dario. Mientras tanto el rey persa, comprendiendo que el macedonio era una amenaza bastante real contra su poder, comenzó a concentrar un poderoso ejército en Babilonia para enfrentársele. Enterado de esto, Alejandro decidió actuar antes que su rival y en la primavera del año 333 levantó sus cuarteles de invierno para marchar hacia el sur por la costa del levante Mediterráneo. El objetivo estratégico de esto era privar a la poderosa flota persa de sus bases, e impedir que los buques persas hostigaran sus lineas de comunicaciones o apoyaran a las tropas terrestres de Dario.

Dejando tras de si un pequeño destacamento que cubriera los pasos de montaña del sur de Anatolia, Alejandro se dirigió hacia el sur, en dirección al Golfo de Issos. Sin embargo, Dario también habia puesto en marcha a su ejército y, tras cruzar por varios pasos de montaña no vigilados, se situó a la retaguardia de Alejandro, al norte del Rio Pinaro, cortando sus líneas de comunicación. Al enterarse de esto, Alejandro hizo dar media vuelta a sus tropas y se dirigió a la orilla sur del Pinaro para enfrentarse a Dario.

Las cifras de efectivos persas (pese a algunas exageraciones que hablan de 200.000 o mas hombres) pueden cifrarse en unos 90.000-100.000 soldados (12.000 jinetes, 30.000-40.000 infantes y unos 50.000 soldados de infantería ligera procedentes de levas masivas) frente a unos 40.000 del ejército macedonio (6000 jinetes y 34.000 infantes). Aun con el recuerdo del Gránico en la cabeza, los generales persas optaron por elegir un campo de batalla con los flancos muy delimitados: una cordillera costera limitaba el campo de batalla por la derecha y el mar lo hacía por la izquierda. Con esto, los persas confiaban en impedir las maniobras de flanqueo de Alejandro.

Los mandos persas deseaban explotar en la batalla su arma más fuerte: la caballería. Para ello, los generales de Dario idearon concentrar al grueso de su caballeria en el flanco derecho, junto al mar. Esta fuerza de jinetes debía cruzar el rio, desbordar el ala izquierda macedónica y caer sobre la retaguardia de la falange, que se situaba en el centro. Para asegurar la sorpresa, parte de las fuerzas de caballeria permanecerían el flanco izquierdo, pasándose a la derecha justo antes del ataque.

Como puede apreciarse esta era una táctica mucho más sofisticada que la empleada en el Gránico, pero aun así, presentaba un grave inconveniente: el reducido espacio que quedaba entre el mar y el flanco izquierdo macedonico no favorecía la maniobra de grandes masas de caballeria. Seguramente esto no pasó inadvertido a los persas, pero aun así decidieron fiarlo todo a ese ataque.

La batalla comenzó con la caballería persa aprestándose al ataque contra el relativamente débil flanco izquierdo macedonico, guarnecido por la caballeria al mando de Parmenio. Alejandro, viendo el trasvase de unidades persas de uno a otro flanco, comprendió el peligro, y envió rápidamente unidades de caballeria adicionales para reforzar a Parmenio. Este debía aguantar la embestida mientras Alejandro daba su golpe decisivo en el punto crítico del frente persa, en el centro de la formación enemiga.

Alejandro, apoyado por la infantería, cruzó el río por un vado y cargó con los Compañeros contra la infantería pesada enemiga (cardaces). La violencia de la carga y el hecho de que los persas cometieran un grave error, al desviar fuerzas de su flanco izquierdo para atacar el flanco derecho macedonio hizo que se abriera una brecha el la formación persa que fue aprovechada por Alejandro para caer sobre la retaguardia del centro enemigo.

Mientras tanto junto al mar, el flanco izquierdo macedonio consiguió resistir, aunque con dificultad, la embestida del grueso de la caballería persa (que no pudo maniobrar adecuadamente) y mantener la línea.

En ese momento la falange comenzó a empujar hacia atrás a la infantería enemiga situada en el centro, mientras Alejandro la hostigaba por la derecha y la infantería ligera macedonica comenzaba a flanquearla por la izquierda. Ante esta fortísima presión el centro de la formación persa comenzó deshacerse y a recular hacia donde se encontraba Dario, seguidos de cerca por la caballeria de Alejandro. El rey persa, viendo la batalla perdida y temiendo verse encajonado entre sus tropas en retirada y la retaguardia emprendió la huida dejando tras de sí su tienda, bagajes y a su propia familia.

Issos posiblemente fue la batalla más difícil ganada por Alejandro (aunque se dispute esa consideración con Gaugamela). Los persas nuevamente cometieron varios errores tácticos, pero sin un genio como Alejandro Magno al frente, es posible que cualquier otro ejército hubiera salido derrotado.

Imagen de la batalla:

 

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La Batalla de Gaugamela (1 Octubre 331 AC)

Despues de la humillante derrota sufrida en Issos, Dario empujando por la necesidad, ordenó movilizar todo el potencial humano que le quedaba en la parte oriental de su imperio, para reunir un ejército aun mayor que el del Issos, con el que derrotar a Alejandro. Esta vez, el rey persa estaba decidido a luchar con todo a su favor, y apreciando que en Issos fue el terreno el que impidió las maniobras de su caballeria, en esta ocasión iba a presentar batalla en un terreno despejado para que sus jinetes pudieran maniobrar a placer frente a la pesada falange.

Para ello, eligió la llanura de Gaugamela, un terreno muy nivelado y apto para las grandes maniobras con caballeria, y que además fue despejado de obstáculos por los zapadores persas. Dario, además ordenó situar en el campo de batalla una nueva arma en la que confiaba para destrozar las filas de la infantería macedonica: los carros falcados, equipados con afiladas guadañas en las ruedas, con los que los persas confiaban en abrir brechas en las filas de la falange.

En la noche del 30 de Septiembre, Alejandro llegó a las cercanias de la posición que ocupaba Dario. El tamaño del ejército persa debió de impresionar a Alejandro. Se calcula que Dario habia reunido en Gaugamela unos 140.000 hombres (40.000 jinetes y 100.000 infantes, además de entre 50 y 200 carros) frente a los 47.000 soldados de Alejandro (40.000 infantes y 7.000 jinetes). Parmenio, impresionado por el numeroso despliegue de Dario, propuso un ataque nocturno para sorprender a los persas. La respuesta de Alejandro fue tan altiva como tajante: "No robaré la victoria", y tras deliberar la táctica con sus generales, se fue a dormir tranquilamente.

Al día siguiente, el ejército persa se desplego formando una larguisima línea de horizntal de oeste a Este con dos poderosas alas de caballería, los carros en el centro y la infantería formando en segunda linea. Darío, como de costumbre se situó en el centro con sus guardia de caballeria.

Alejandro, que había adivinado que Dario intentaria envolver sus flancos con la numerosa caballeria, adoptó una de esas resoluciones que retratan a los genios militares. Para compensar la desproporción de fuerzas, decisió usar una maniobra relativamente innovadora: un ataque en orden oblicuo (aprendida del gran general tebano Epaminondas).

Al igual que en el Gránico y en Issos, Alejandro se situó en el ala derecha al frente de los Compañeros. Pero el resto de la disposición de su ejército fue revolucionaria. Detrás de los Compañeros y para evitar el envolvimiento, situó esta vez a la falange en el centro, de forma escalonada, con una doble formación en vanguardia y retaguardia para que, en el caso de que fueran flanqueados, pudieran dar media vuelta y enfrentarse al enemigo desde la dirección contraria. Además los flancos de la falange fueron hábilmente guarnecidos con fuerzas mixtas de caballeria e infantería ligera que podía maniobrar con mas facilidad para cubrir la maniobras enemigas.

La batalla comenzó con una carga directa de Alejandro marchando en oblicuo hacia el flanco izquierdo persa en forma de cuña. La respuesta lógica de Dario fue ordenar a la caballeria de su flanco izquierdo que tratara de envolver a esa fuerza. También en el flanco derecho la caballería persa cargó contra los flancos de la falange. Tras una serie de ataques y contraataques, sin resultado claro, Dario ordenó que los carros falcados intervinieran, pero estos fueron detenidos por las flechas y lanzas macedonicas, y aunque algunos lograron traspasar las lineas, fueron aniquilados por las tropas del segundo escalón macedonio.

En el flanco derecho macedónico, Alejandro distrajo a la caballería persa lanzando tropas auxiliares hacia el extremo derecho del campo de batalla. Esto (como había previsto Alejandro) hizo que la caballería persa se extendiese y se separase del centro, abriendose una brecha entre el centro y el flanco izquierdo persa. Era la oportunidad que Alejandro habia esperado. En cuanto se abrió el hueco, Alejandro se lanzó con los compañeros exactamente al lugar de la formación persa donde se encontraba Darío, convergiendo con las tropas de la falange que se aproximaban por el centro. En ese momento Dario viendo su centro y flanco izquierdo desechos, y al mismo Alejandro entablando combate con su guardia personal, dio media vuelta a su carro y al igual que en Issos, huyó, arrastrando tras de sí a sus tropas.

Para Alejandro fue una suerte que así lo hiciera, ya que el ala izquierda macedonica, la mas retrasada por el avance oblicuo, habia sido desbordada, viéndose sometida a una intensa presión desde todos lados y rodeada de enemigos, estaba en una situación muy delicada. Parmenio, que comandaba a las tropas de ese flanco, mandó un mensajero a Alejandro para advertidle lo desesperado de su situación. Este, al enterarse, dio media vuelta con los compañeros y cayó de flanco sobre la caballería persa, la cual tras luchar bastante tenazmente cedió ante el ataque macedonio y fue derrotada. Con esta batalla, Alejandro habia aniquilado al mayor ejército reunido en su contra y se convertia en dueño virtual del Imperio Persa.

Imagen de la batalla:

 

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La Batalla del Hydaspes (326 AC)

Pese a haber derrotado completamente al ejército de Dario, y ya dueño del Imperio persa, Alejandro deseaba seguir su campaña de conquista para apoderarse de las zonas mas orientales del Imperio, y asegurar el rico Valle del Indo antes de extender sus conquistas hacia las regiones mas remotas del subcontinente indio. Tras vencer no pocas reticencias de sus hombres, Alejandro movilizó a sus tropas y marchó hacia la actual India. Tras recorrer un camino lleno de dificultades geográficas y de todo tipo, el ejército de Alejandro se acercó al Valle del Rio Hydaspes, frontera del territorio del poderoso rey indio Poros.

Cuando este se enteró del avance del Alejandro, movilizó un poderoso ejército de 30.000 infantes, 4.000 jinetes y 200 elefantes de batalla, y formó en la margen derecha del Hydaspes para bloquear el paso a las fuerzas de Alejandro. Cuando este llegó a la orilla izquierda, viendo el paso del rio bloqueado, ejecutó una de sus brillantes maniobras de engaño. Al anochecer, dejando sobre el terreno un pequeño contigente de tropas y el campamento con las hogueras encendidas, marchó con el grueso de sus hombres unos 30 kilómetros hacia el norte, y cruzó el rio por un vado poco vigilado, arrollando al pequeño contigente indio que lo guardaba, y pasando a la otra orilla con su ejército sin apenas bajas.

Cuando Poros se enteró de esto, ordenó recolocar sus tropas en dirección al nuevo frente y formó en orden de batalla. Poros situó a los elefantes a lo largo de la linea de vanguardia, para emplearlos como fuerza de ruptura, y colocó a la caballería en el flanco izquierdo. Por su parte, Alejandro empleó su despliegue habitual con la falange en el centro y la caballeria en los flancos apoyada por infanteria ligera.

Poros dio inicio a la batalla lanzando a sus elefantes a la carga. Pero los animales fueron recibidos por tal lluvia de proyectiles, que muchos de ellos enfurecidos, se volvieron contra sus lineas. Algunos elefantes lograron avanzar hacia la linea macedonia, pero fueron detenidos en seco por las sarissas de la falange. Entonces Alejandro dirigió a su caballeria contra el flanco derecho de Poros, mientras que simultaneamente la infantería del campamento macedonio aprovechó la confusión para cruzar el rio, cayendo sobre el flanco izquierdo y la retaguardia enemiga. El ejército indio, atrapado por esta maniobra envolvente comenzó a deshacerse, pero Poros, subido a su elefante de batalla, siguió combatiendo hasta que fue capaz de defenderse. Alejandro, admirado por el valor del rey indio, le hizo jurar vasallaje y le devolvió su reino.

Esta batalla fue posiblemente mas sencilla que las que libró Alejandro frente a Dario, pero no puede perderse de vista que fue la brillantez táctica de Alejandro la que hizo fácil. Poros, al igual que Dario, lo fió todo a una carta (en este caso los elefantes) y sucumbió ante la superior táctica enemiga. Tras el Hydaspes, Alejandro libró algunas batallas menores más, en su camino hacia el sur del Valle del Indo, pero esta fue su última gran batalla.
 
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