A LAS HEROINAS ARGENTINAS!!!

Transcribo un articulo que me parecio justo y obligatorio transcribir. Habla, nada mas y nada menos, de la Mujer Argentina en la Gesta Malvinera.

HEROÍNAS DE GUERRA

En Malvinas, bajo el fuego cruzado del Teatro de Operaciones en el Atlántico Sur (TOAS), también hubo mujeres argentinas, militares, civiles y voluntarias.
Tras el desembarco del 2 de abril, mas de 20 mujeres fueron convocadas por las Fuerzas Armadas para prestar servicios en sus respectivas especialidades: Comisarios de Abordo, Enfermeras, Instrumentistas Quirúrgicas y Radio-Operadoras de los Barcos Mercantes de la Empresa de Líneas Marítimas Argentina (ELMA), del Comando de Transporte Navales de la Armada Argentina (ARA), Cadetas de la Escuela Nacional de Náutica (ESNN) y dotación de los Hospitales Militares Central y Campo de Mayo (HMC), participando en operaciones de inteligencia en torno a la isla Ascensión, en buques que buscaron y detectaron a la flota británica en medio del Atlántico, a bordo de los barcos que trasladaban pertrechos entre la Patagonia, Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur; y Profesionales de la salud embarcadas en el Buque Hospital Rompehielos ARA “Almirante Irizar”. Algunas de ellas fueron valiosas colaboradoras en la tarea de detectar, y seguir a través de viejas pantallas de radar, a las naves británicas que habían partido de la isla Ascensión y se aproximaban al Atlántico Sur. Lo hicieron sin escatimar energías ni horas de descanso, instaladas en buques mercantes que penetraron al océano tratando de anticipar los movimientos de la flota enemiga.
Otras, prestaron servicios en barcos, que desde las Bases Navales de Puerto Belgrano y Punta Indio, o desde Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, transportaron cañones, armas de menor calibre, municiones, carpas, alimentos, instrumental médico, tubos de oxígeno, camillas, medicamentos y demás pertrechos de campaña hasta Malvinas.
El tercer grupo, fue parte fundamental del equipo médico que se desempeñó en el “Almirante Irízar”, que abandonó su habitual función de rompehielos para convertirse en Buque Hospital.

Estas Veteranas y Heroínas de Guerra son:

1- Oficial Comisario, Marta Beatríz Jiménez – Transporte ARA “Canal de Beagle”.

2- Oficial Comisario, Graciela Gerónimo – Transporte ARA “Bahía San Blas”.

3- Cadete Esc. Nac. de Náutica, Mariana Soneira -Transporte ARA “Bahía San Blas”.

4- Oficial de Radio, Estela Carrión – B/M ELMA “Lago Traful”.

5- Cadete Esc. Nac. de Náutica, Noemí Marchesotti – B/M ELMA “Río Cincel”.

6- Cadete Esc. Nac. de Náutica, Olga Graciela Cáceres – B/M ELMA “Río Cincel”.

7- Enfermera, Doris West – B/M ELMA “Formosa”.

8- Enfermera, Perla Aguirre – B/M ELMA “Río de la Plata”.

9- Enfermera, Olga Elvira Grasso – B/M ELMA “Almirante Stewart”.

10- Enfermera, Nelly De Vera – B/M ELMA “Almirante Stewart”.

11- Enfermera, Savid Molina – B/M ELMA “Tierra del Fuego II”.

12- Instrumentista Quirúrgica, *Susana Maza, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

13- Instrumentista Quirúrgica, *Silvia Barrera, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

14- Instrumentista Quirúrgica, *María Marta Lemme, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

15- Instrumentista Quirúrgica, *Norma Navarro, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

16- Instrumentista Quirúrgica, *María Cecilia Ricchieri Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

17- Instrumentista Quirúrgica, * María Angélica Sendes, Rompehielos ARA “Alte Irizar”.

18- Enfermera Militar FAA, Alicia Reynoso – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.

19- Enfermera Militar FAA, Gladys Maluendez – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.

20- Enfermera Militar FAA, María Masitto Anan – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.

21- Enfermera Militar FAA, Gisella Bassler – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.

22- Enfermera Militar FAA, Stella Maris Morales – “Hospital Móvil Comodoro Rivadavia”.

23- Voluntaria FAA, María Liliana Colino – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

24- Voluntaria FAA, Maureen Dolan – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

25- Voluntaria FAA, Silvia Storey – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

26- Voluntaria FAA, Cristina Cormack – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

* Susana, Silvia, María Marta, Norma Ethel, María Cecilia y María Angélica, fueron las únicas seis mujeres argentinas que participaron en todo el conflicto del Atlántico Sur, ayudando a los heridos en combate, a bordo del Rompehielos ARA “Almirante Irízar”, que funcionó como Buque Hospital.

Nuestras Veteranas de Guerra, defendiendo nuestra Soberanía Nacional en sus respectivas especialidades, se comprometieron participando directamente en el Conflicto, en la línea de fuego y en la retaguardia; en el mar, en el aire, y en tierra; más que admirable y conmovedor. Algún día, la historia deberá rendirle el tributo que realmente merecen, y todos los argentinos un reconocimiento y sincero agradecimiento.
Quienes integraron el Cuerpo de Sanidad, ayudaron a vivir y a morir a cientos de soldados, trataron a un millar de heridos argentinos. Me explica la VGM Silvia Barrera, quien contaba entonces con 22 años; que entre la adrenalina de escuchar los bombardeos, el trabajo de atender a los heridos, a los que también tenían que contener afectiva y psicológicamente, y la experiencia nueva de estar en un buque en altamar, durante los diez días que estuvo en Malvinas casi no durmió. “Desde aquellos días nunca más volví a dormir bien. Esto es algo que compartimos muchos veteranos de guerra”.
Ellas, fueron las primeras en recibir condecoraciones después de la Teniente Coronel Juana Azurduy (1780-1862), integrante del Ejercito Auxiliar del Norte, a órdenes del General Manuel Belgrano, quien le entregara su sable, como símbolo de reconocimiento a su valor, lealtad y coraje. En toda la Historia Argentina, siempre tuvimos Heroínas anónimas, era imposible que en la gesta de Malvinas e Islas del Atlántico Sur faltaran. Ellas, son las Mujeres Argentinas que llevaron su coraje a nuestras Islas Malvinas. No las hemos de olvidar. Ni a las Islas ni a nuestras Heroínas de Guerra.
Esta nota, está dedicada a todas nuestras valientes Heroínas de Guerra, y en nombre de todas ellas, muy especialmente a la VGM Silvia Barrera, la mujer con más distinciones de nuestro Ejército Argentino, Veterana de la Guerra de Malvinas, es civil, Instrumentadora Quirúrgica y fue como voluntaria a las Islas.

Junto con un eterno y sincero agradecimiento, te envío querida Silvia un gran abrazo!

LAS MALVINAS, FUERON, SON Y SERAN ARGENTINAS...."

Autor: Sr.Oscar Dufour (El Informador Publico)

 
Le sumo lo que en el contrapunto les dedicamos a las "Valientes con pollera":
Patacón:
Tengo Madre, tengo Esposa,
una Hermana y dos Hijas,
esto hace que yo elija
hablar de las valerosas.
Mujeres voluntariosas
con coraje de panteras
por oficio: Enfermeras
embarcadas o en Malvinas.
Veteranas de mi Argentina:

¡Las valientes, con pollera!

YKHAWK
va mi saludo honorario
a las voluntarias Argentinas
que partieron a Malvinas
con patriotismo... y ovarios!!
desde el Irízar, a diario
sanaron cuerpos y almas
fueron la paz y la calma
de los soldados heridos
un fuerte aplauso les pido
que se nos fundan las palmas!!
 
Las últimas cuatro del listado:

23- Voluntaria FAA, María Liliana Colino – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

24- Voluntaria FAA, Maureen Dolan – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

25- Voluntaria FAA, Silvia Storey – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

26- Voluntaria FAA, Cristina Cormack – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.


De acuerdo a la descripción, formaron parte de alguna tripulación de C130.
SOLO tengo confirmación de la primera de ellas COLINO, que de hecho era alférez.
Las tres restantes NO me consta.
 
Las últimas cuatro del listado:

23- Voluntaria FAA, María Liliana Colino – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

24- Voluntaria FAA, Maureen Dolan – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

25- Voluntaria FAA, Silvia Storey – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

26- Voluntaria FAA, Cristina Cormack – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.


De acuerdo a la descripción, formaron parte de alguna tripulación de C130.
SOLO tengo confirmación de la primera de ellas COLINO, que de hecho era alférez.
Las tres restantes NO me consta.

Tal vez algun Cuadro que haya estado en dichos vuelos, pueda aclarar la duda. La nota fue transcripta tal cual. Saludos!!!
 

drupi

Veterano Guerra de Malvinas
Las últimas cuatro del listado:

23- Voluntaria FAA, María Liliana Colino – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

24- Voluntaria FAA, Maureen Dolan – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

25- Voluntaria FAA, Silvia Storey – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.

26- Voluntaria FAA, Cristina Cormack – Aux. en lo Hércules C130 a Malvinas a socorrer heridos.


De acuerdo a la descripción, formaron parte de alguna tripulación de C130.
SOLO tengo confirmación de la primera de ellas COLINO, que de hecho era alférez.
Las tres restantes NO me consta.

Recuerdo,haber visto una de estas enfermeras en vuelo de Hércules por el mes de mayo,noche muy cerrada con una oscuridad total, tengo muy presente la imagen por que esta mujer paso entre el fuselaje y uno de los motores,hay que aclarar que estos nunca se paraban, es medio difícil que la hélice logre alcanzarla pero nadie pasa por ese sector,se da un rodeo por fuera de los planos, recuerdo que le gritábamos para que se parara,por supuesto no pudo escucharnos por el ruido de los cuatro motores,la cuestión que paso caminando como si nada fuera creo que nunca se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
 
El 31 aniversario de Malvinas estrena veteranas
Por primera vez, un gobierno condecora con Medallas al Valor y dio lugar a un postergado reconocimiento a las voluntarias que actuaron en la guerra de Malvinas, se arriesgaron, sufrieron, miraron a la muerte cara a cara y regresaron plenas de desazón. Son veteranas de la conflagración.
El pasado 14 de marzo, 31 años después de su silenciosa acción valerosa, el Ministerio de Defensa entregó la resolución junto con un diploma, honor al que en calidad de ex combatiente femenina había accedido Juana Azurduy, a 16 instrumentistas y enfermeras del Ejército viajaron al sur del país entre fines de mayo y principios de junio de 1982.

Los nombres de Susana Mazza, Silvia Barrera, María Marta Lemme, Norma Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes, más los de Mariana Soneira, Marta Giménez, Graciela Gerónimo, Doris West, Olga Cáceres, Marcia Marchesotti, María Liliana Colino, Maureen Dolan, Silvia Storey y Cristina Cormack, se inscribieron así en la historia.

A las seis primeras les dieron las Medallas al Valor, guardan diplomas y condecoraciones, vivencias todas estas que compartieron por haber conformado en junio de 1982, el grupo de seis voluntarias para el Hospital Militar Malvinas, de Puerto Argentino.

Aquel día, van a hacer 31 años, las seis de la mañana, las seis mujeres vestidas con uniforme de combate, camuflado verde, se subieron a un avión de línea en el aeroparque Jorge Newbery en Buenos Aires para ir a Río Gallegos. Luego serían trasladadas hasta el puerto marítimo de "Punta Quilla" en un helicóptero Bell 212 del Ejército, y desde allí, en otro helicóptero sanitario SH-3 "Sea King", de la Armada, hasta el Buque Hospital ARA “Almirante Irízar” que navegaba en alta mar.

Las tropas argentinas habían desembarcado en las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982 y encendieron el furor patriótico que duró dos meses. Interminables hileras de voluntarios se mostraron dispuestos a colaborar y también se abrió paso la solidaridad.

Para revivir aquellos momentos hasta hace poco borrados de la memoria castrense, Veintitrés entrevistó a Silvia Barrera, por entonces estaba próxima a cumplir 23 años y formaba parte de ese grupo.

“Trabajaba desde hacía un año en el Hospital Militar de Buenos Aires, donde veinte chicas nos ofrecimos como voluntarias desde un primer momento. En mayo, y poco después del primer ataque inglés, preparamos los insumos para la emergencia. Seguíamos en Capital mientras la situación en las islas se agravaba. Un día nos comunicaron que partiríamos hacia el sur, y sólo quedamos cinco. Yo era joven, mis preocupaciones pasaban por pintarme, ir a bailar y cumplir con mi trabajo, pero por esa decisión de viajar terminé mi relación conmi novio de entonces”.

–¿Se ofreció aun conociendo los riesgos?
–Mi papá era militar retirado, y en ese ámbito era natural. Soy de una generación que tiene incorporado en la cabeza que las Malvinas son argentinas, un patriotismo más afianzado que el de la juventud actual. Cuando se tiene un sueño y ese momento llega hay que participar. Yo soy instrumentista civil y entonces no había personal femenino en las Fuerzas Armadas, era un acontecimiento histórico y no quería quedar afuera.

Barrera se quedó a bordo del buque como todos los demás, a sólo 500 metros de la costa malvinense. El cuadro de situación había empeorado, y la orden fue terminante: había que quedarse en el puesto porque al haber tropas en retirada, serían más útiles arriba que en tierra. Desde la cubierta, vivió los combates aéreos sobre su cabeza y el fuego cruzado de tierra, porque el barco estaba fondeado en una bahía.

Los proyectiles trazaban el cielo como fuegos artificiales y una de esas noches, Barrera tomó un visor nocturno. Y también tomó conciencia. “Lo asimilamos porque fuimos conscientes de que teníamos que trabajar, preparar las salas y el instrumental. Con los años me encontré con artilleros que me dijeron que tenían miedo de tirar por estar el buque entre medio de ellos y de los ingleses; y además, porque sabían de las mujeres a bordo”.

El Irízar albergó a casi un millar de heridos de todo tipo. Tras los combates fuertes, muchos de ellos provenían directamente del campo de batalla para evitar toda demora. Las instrumentistas hacían su trabajo y también, de camilleras y enfermeras. Silvia Barrera asistió a diez heridos graves en el quirófano y un soldado murió por contusiones en el cerebro. La tarea era doblemente difícil porque el Irízar rolaba hasta los 45 grados por efecto de las olas, y en esas condiciones debían operar con precisión. “Cuando operábamos, apenas escuchábamos lo que pasaba afuera. Una noche, los ingleses pasaban con lanchas ligeras parapetándose en el buque, y fueron descubiertos. Se encendieron todas las luces, comenzó el tiroteo y no hicieron pie en tierra.”

–¿Cómo era el ambiente a bordo?
–De mucha actividad. En todos esos días en los que estuve a bordo no dormí, y eso les ocurrió, en general, a todas las chicas. No recuerdo cómo aguantábamos, pero nunca fui al camarote más que para bañarme. Hoy me cuesta todavía, duermo tres o cuatro horas por día. Hice cursos de estrés postraumático y jamás soñé con aquello. También me quedaron problemas en la cintura, posturales, por la tensión y el alerta.

La vuelta de Barrera no fue fácil: “Primero la rendición, que fue un momento tremendo. Llorábamos por la sorpresa, creíamos que íbamos a continuar peleando. Después llegar acá y ver que nadie le daba importancia a nada: nos habían escondido y hasta en el hospital ni sabían que habíamos viajado. Cuando nos reincorporamos éramos las profesionales más rápidas del quirófano, y eso significó un peligro para las demás colegas, así que nos fueron buscando para sacarnos del medio. Con el tiempo, pasé a ceremonial y protocolo, donde hoy soy feliz. Yo creo que es muy del argentino desconocer la experiencia y no aprender de los golpes. Durante los primeros diez años ni hablamos del tema Malvinas”.

La flota de la Marina Mercante dio su apoyo en el teatro de operaciones del Atlántico Sur. Seis mujeres colaboraron en las acciones de guerra, pero sólo una aceptó dar su testimonio. A Mariana Soneira la guerra la encontró embarcada en el buque Bahía San Blas. “Estuve a bordo desde enero y hasta agosto de 1982 como radiotelegrafista. Creo que no me daba cuenta de la gravedad de la situación hasta muy avanzado el conflicto”, explica desde Ushuaia, donde hoy vive. Soneira tenía tan sólo 19 años y estaba a punto de recibirse. “Hoy sigo sosteniendo que el reclamo argentino es justo, pero la recuperación debe ser por la vía diplomática, que es siempre un camino mejor que el de la guerra”.

La que pisó el suelo malvinense

Liliana Colino es la única mujer de la Fuerza Aérea que pisó suelo malvinense. Tenía 26 años, se había recibido de enfermera y de veterinaria, y obtuvo el grado de cabo principal. Siendo encargada de la división enfermería, fue tentada por un superior, y como vivía para su trabajo, dijo que sí. Contaba en su haber con cientos de horas de vuelo en aviones sanitarios y de terapia intensiva.

“El director del Hospital Aeronáutico me preguntó y yo respondí encantada, a tal punto que tenía armados los botiquines de emergencia. Al otro día viajé a Chubut desde Buenos Aires, y fue el único vuelo tranquilo que abordé”. La misión de Colino era la de salvataje y enfermería a bordo de los cargueros Hércules, que volaban bajo y a oscuras. El viento y las olas del Mar Argentino sacudían el fuselaje a la ida, colmado de pertrechos y contenedores, y a la vuelta con heridos a bordo. Cuando tocaba la pista de Malvinas no podía detenerse porque, por su peso, costaba hacerlo rodar en una situación de escape. Abría la compuerta trasera y rodando iba dejando la carga. Muchas veces, las ambulancias subían la rampa en movimiento para descargar a los combatientes adentro del avión. Durante uno de los viajes, el capitán decidió despegar debido a un alerta, y Colino casi quedó en tierra. Dos compañeros hicieron una cadena humana y lograron subirla de regreso. La vuelta, a veces con la escolta de naves enemigas, se realizaba en silencio para no ser detectados. “Hubo un alerta roja en Comodoro, estábamos embarcando en la pista y yo, flaquita con un botiquín enorme, tuve que salir corriendo al refugio”.

–¿Qué fue lo más bravo que vio?
–Estaba acostumbrada a ver cosas feas en el hospital. Antes de Malvinas hubo un accidente con un avión que venía de Bolivia y se quemaron seis tripulantes, y fue terrible. Por todo lo demás uno se acostumbra, el personal herido en la guerra viajaba sin quejarse, con las piernas rotas, pidiendo ser curados para volver a pelear. De noche en Malvinas y mientras cargábamos, se veían luces blancas y rojas que pasaban y desparecían de repente, y se escuchaban bombazos. Los cuerpos de los heridos iban acostados en el piso porque el movimiento continuo no nos dejaba acomodarlos en camillas.


–¿Me puede contar cómo fue la vuelta?
–Nos trajeron el último día de mayo a Buenos Aires y de ahí, a Córdoba para el curso de alférez, donde nos enteramos de la rendición; no podíamos entender. En 1986 y después de pedir infructuosamente mi ascenso a teniente durante cuatro años, pedí la baja.


–Hasta hace poco se ignoraba sobre la participación de mujeres en el conflicto. ¿Qué cree que pasó?
–Me parece que las mujeres no hicimos la suficiente fuerza para hacernos ver y, en mi caso, conocí a las demás veteranas el día que nos reconocieron. Ese día me sentí bien nada más que por haber ido. Mis hijos están orgullosos de mi participación y preguntan todo el tiempo. Norma Etel Navarro es muy reservada. Se embarcó junto con Silvia Barrera en el Irízar y a más de treinta años de los hechos se está animando a hablar del asunto. “Durante años hablé poco y nada. El año pasado me permití participar más porque el tema Malvinas me interesa mucho para que se sepa que hubo una guerra y que hay que darle la importancia que tiene, es vital. Me daba dolor recordar, me hacía daño hablar”.

–¿Qué la llevó a ofrecerse como voluntaria?
–Por el hecho de trabajar en un hospital militar vivía las cosas de manera diferente. Se venía gestando en mí el hecho de ir, mi país estaba en guerra y no podía quedarme quieta ante eso. Lo único que no quería era sufrir alguna amputación. Como a todas, la rendición y el regreso le parecieron horribles, algo muy negativo. “Recuerdo que hicimos una escala y vi por la televisión los disturbios en Buenos Aires, y me cayó mal. Después y con el tiempo, tuve mi propia etapa de ‘desmalvinización’. Me alejé de todo porque me causaba mucho dolor, lloraba. No vi morir a nadie pero las muertes igual me marcaron. Me acuerdo de los soldados heridos, sucios de turba, esas miradas no me las olvido más, miradas de dolor que no puedo explicar bien. No me olvido más de la noche del 13 de junio. Salí a cubierta y era como ver en una pantalla lo que ocurría, sentí que había gente muriendo en medio de esos bombardeos, la artillería propia y enemiga, las islas iluminadas. Quisiera volver a Malvinas para cerrar las heridas que tengo”.


Tras su regreso, Silvia Barrera conoció a su actual esposo y tuvo cuatro hijos, todos toman de manera diferente el tema. “Yo digo que la desmalvinización se nota en ellos. Casi nadie sabe que hubo mujeres en Malvinas. De todas maneras, el reconocimiento es justo y debe existir, es un paso adelante”.

Desde que volvió de las islas, Barrera tuvo un solo episodio traumático. Fue durante un show de Roger Waters, cuando acompañó a su hija. “Me dejó helada el momento en que lanzan el avión, el sonido del motor, las bombas”. Como Navarro, Barrera volvería hoy mismo, a pesar de la oposición de uno de sus hijos.

Para Liliana Colino, el reclamo por la soberanía es una bandera que no debe abandonarse, y tiene una crítica para hacer. “Estuve en las islas, vi esa tierra, y sentí el intenso frío y la humedad, y no sé cuántos argentinos se animarían a vivir allá. Si las recuperáramos, creo que muy pocos se mudarían”.


Fuente: Prensa.argentina.com
 
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Recuerdo,haber visto una de estas enfermeras en vuelo de Hércules por el mes de mayo,noche muy cerrada con una oscuridad total, tengo muy presente la imagen por que esta mujer paso entre el fuselaje y uno de los motores,hay que aclarar que estos nunca se paraban, es medio difícil que la hélice logre alcanzarla pero nadie pasa por ese sector,se da un rodeo por fuera de los planos, recuerdo que le gritábamos para que se parara,por supuesto no pudo escucharnos por el ruido de los cuatro motores,la cuestión que paso caminando como si nada fuera creo que nunca se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

Don Drupi, resaltada en rojo esta la identidad de la mujer que Ud vio esa noche. Abrazo!!!
 
Que bueno que existan datos de mujeres que estuvieron afectadas a la guerra. Tengo algunas preguntas, primero si se sabe a ciencia cierta cuantas mujeres prestaron servicios en las islas y cuantas son consideradas VGM. Si alguien me puede evacuar las dudas, voy a estar muy agradecido.
 
Me remonto a los años 1820
todo el merito de la fuente es del Historiador
Y sale con fritas ,,,, mujeres de pelo en pecho, y no tiene ni una calle en puerto Madero y, la gran olvidada de la historia argentina- Tal vez por ser parda ?

María Remedios del Valle, la Madre de la Patria


Fuente: Felipe Pigna, Mujeres tenían que ser. Historia de nuestras desobedientes, incorrectas, rebeldes y luchadoras. Desde los orígenes hasta 1930, Buenos Aires, Planeta, 2011, págs. 198-202.
Es reconocido el papel de las mujeres al cuidado de heridos en los frentes de batalla, como es el caso de las célebres “niñas de Ayohuma” y más precisamente el de una liberta y por lo tanto negra. Lamadrid no duda en llamar a esta argentina de origen africano como “la Madre de la Patria”. Lo que se menciona menos es que, en muchos casos, estas mujeres acompañaban a los ejércitos y que su participación a veces excedía el de “auxiliares”, vivanderas, enfermeras, esposas y concubinas de soldados y oficiales.
Justamente, el caso de Ayohuma, terrible derrota para las fuerzas patriotas conducidas por Belgrano en 1813, muestra la presencia entre esas mujeres de una morena porteña que estaba “enlistada” en el Ejército del Norte desde tres años antes. Se llamaba María Remedios del Valle y desde el 6 de julio de 1810, cuando partió la primera expedición destinada al Alto Perú al mando de Ortiz de Ocampo, acompañó a su marido, a un hijo de la sangre y a otro adoptivo, del corazón, los tres muertos en esas acciones. La “parda” María, como se la menciona en algunos partes militares, combatió en Huaqui (julio de 1811), vivió las peripecias de esa trágica retirada del Alto Perú y luego el éxodo jujeño. Volvió a combatir en las gloriosas victorias de Tucumán y Salta y en las trágicas derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, siempre junto a su general Belgrano que la había nombrado capitana, siempre con un grito de aliento, curando heridos, sacando fuerzas de donde ya no había. Allí se fue desgarrando con la pérdida de su marido y sus hijos. En esta última batalla fue tomada prisionera por los realistas Pezuela, Ramírez y Tacón, que la condenaron a ser azotada públicamente a lo largo de nueve días. Pero María pudo fugarse de sus verdugos y reintegrarse a la lucha contra el enemigo operando como correo en el peligroso territorio ocupado por los invasores. El expediente que transcribimos a continuación señala, entre otras cosas, que estuvo siete veces en capilla, o sea a punto de ser fusilada, y que a lo largo de su carrera militar recibió seis heridas graves de bala. No fue fácil que las autoridades de Buenos Aires le reconocieran el grado de capitana, con el sueldo correspondiente, pero lo logró aunque luego de la independencia, como ocurrió con tantas otras y tantos otros patriotas, el Estado dejó de pagárselo.
En octubre de 1826, a través de Manuel Rico, presentó este pedido de reconocimiento de sus servicios: “ (…) la Capitana patriota María de los Remedios (…), quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropas que se hallaban prisioneros por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aun proporcionarles la fuga a muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a ser azotada públicamente durante nueve días (…) por conducir correspondencia e influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y batídose con ellos, ha estado siete veces en capilla (…) quien por su arrojo, denuedo y resolución con las armas en la mano, y sin ellas, ha recibido seis heridas de bala, todas graves (…) quien ha perdido en campaña disputando la salvación de su patria su hijo propio, otro adoptivo y su esposo (…) quien mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar del Perú como capitana; con sueldo (…) y demás consideraciones (…) ya no es útil y ha quedado abandonada sin subsistencia, sin amparo y mendigando. La que representa ha hecho toda la campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud argentina, y es ahora que lo reclama por su infelicidad. (…)
Manuel Rico. Buenos Aires – octubre 23 de 1826.[1]
Cuentan que un día el general Viamonte vio una mujer harapienta limosneando y al acercarse a darle una moneda exclamó: “¡Es la Capitana, es la Madre de la Patria!”. Poco después desde su banca en la legislatura insistió junto a otros compañeros de armas para que se hiciera justicia con la querida María.
Viamonte argumentó que: “(…) es singular mujer en su patriotismo. Ella ha seguido al Ejército del Perú en todo el tiempo que tuve el mando en él: salió de ésta con las tropas que abrieron los cimientos de la independencia del país: fue natural conocerla, como debe serlo, por cuantos hayan servido en el Perú… Infiero las calamidades que ha sufrido, pues manifiesta las heridas que ha recibido; no puede negársele un respeto patriótico. Es lo menos que puedo decir sobre la desgraciada María de los Remedios, que mendiga su subsistencia”.[2]
Pero hubo necesidad de insistir porque al diputado Alcorta no le alcanzaba con esos argumentos ni con las cartas que presentaron quienes conocían bien a María, como los generales Díaz Vélez, Pueyrredón, Rodríguez y los coroneles Hipólito Videla, Manuel Ramírez y Bernardo de Anzoátegui, y Miguel Rabelo, quien sostenía: “Los señores generales y subalternos que llevaron los estandartes de la libertad al Perú aseguran que (…) sus trabajos y servicios marcables son acreedores a la seria consideración de un Gobierno que hasta ahora no ha hecho más que recibir en su regazo y llamar a su asilo a todos cuantos han trabajado por la libertad del país, dándoles como subsistir. Sólo la heroína Remedios del Valle yace bajo la más inenarrable e inesperada necesidad. Seis cicatrices feroces de bala y sable. Su caro esposo, un hijo y un entenado que han expirado en las filas de los libres; es todo el haber de esta desgraciada. Esto, Señor, excede en valor y virtud a los Espartanos y Romanos, porque esta mendiga en el país por el que ha sufrido y tanto ha trabajado. ¿Y es posible, Señor Inspector General, que para compensar los servicios de esta desgraciada haya de ser necesario justificación de clase? No me parece, Señor: basta sólo su mérito para su recompensa”.[3]
Tomás de Anchorena expresó en la Sala de Representantes: “Efectivamente, esta es una mujer singular. Yo me hallaba de Secretario del General Belgrano cuando esta mujer estaba en el Ejército, y no había acción, en que ella pudiera tomar parte, que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente: admiraba al general, a los Oficiales y a todos cuantos acompañaban al Ejército; y en medio de este valor tenía una virtud a prueba […]. Yo los he oído a todos a voz pública hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedan los hombres después de una acción de guerra, sin piernas unos y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer […] y que una mujer tan singular como ésta en nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano de todas estas provincias; y adonde quiera que vaya de ellas debiera ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a un General…”[4]
El diputado Lagos pidió formar una comisión para que “componga una biografía de esta mujer y se mande a imprimir y publicar en los periódicos, que se haga un monumento y que la comisión presente el diseño de él y el presupuesto”.[5] Habían pasado muchos años de la muerte del bien intencionado Lagos cuando Perón, gran lector de la historia, llegó a la conclusión de que si se quería que un proyecto no funcionara, lo mejor que se podía hacer era crear una comisión.
Finalmente la Sala se expidió en una escueta resolución: “Julio 18 de 1828. Acordado: Se concede a la suplicante el sueldo de capitán de infantería, que se le abonará desde el 15 de marzo de 1827 (…). Lahitte, secretario”.[6]
Tantos papeles, tantas palabras laudatorias se tradujeron en 30 míseros pesos mensuales. La “Madre de la Patria” se las tenía que arreglar con un peso por día en una ciudad bastante cara donde la carne costaba dos pesos la libra y la yerba 70 centavos. [7]
Dos años después, Rosas la integró a la plana mayor inactiva (es decir, como retirada), con el grado de sargento mayor, por lo que decidió adoptar un nuevo nombre: Mercedes Rosas. Así figuró en la revista de grados militares hasta su muerte, en 1847.[8]
No hubo monumento ni biografía para María. Pasaron casi doscientos años hasta que en octubre de 2010 las diputadas Paula Merchan y Victoria Donda presentaron un proyecto en el Congreso Nacional para levantarle el adeudado monumento a la “parda María”. Mientras se concreta esta excelente iniciativa, no estaría mal que a las aulas de nuestras escuelas haga su ingreso la “Madre de la Patria” y reemplace definitivamente a la “Madre Patria” española, que según sabemos, se trata de una madre adoptiva apropiadora, ya que no hay datos del parto y sobran los testimonios sobre actos de secuestro, robo y supresión de identidad.

LA PARDA MARÍA
 
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