El año 2025 fue un buen año para las Fuerzas Armadas argentinas, al menos en lo que concierne a la incorporación de material e equipamiento, dado que ya han llegado los primeros 6 de de un total de 24 F-16AM/BM comprados a Dinamarca, llegaron 4 de los VCBR 8×8 Stryker adquiridos a los EE.UU., se destacó la intención de adquirir submarinos para que la Armada vuelva a tener capacidades en ese campo (posiblemente sean los Scorpene franceses). Sin embargo, el Presupuesto 2026 aprobado por el Congreso sin déficit fiscal plantea un escenario distinto para la función en Defensa, con una reducción real de recursos y limitaciones operativas.

El presupuesto del Ministerio de Defensa para 2026 asciende a aproximadamente $3.583.051 millones, lo que implica un aumento nominal del 1,5% respecto al año anterior. No obstante, esta suba se encuentra por debajo de la inflación proyectada del 10,1%, por lo que en términos reales representa un ajuste. Según datos oficiales, cerca del 78% de los créditos, unos $2.808.383 millones, se destinarán a gastos de personal, lo que reduce el margen para funcionamiento, adiestramiento, inversión y modernización del material.
El coordinador de la Comisión de Defensa de la Fundación Alem, Marcelo Seghini, explicó: “El presupuesto de la jurisdicción Defensa para 2026 en Argentina, aprobado por el Senado el pasado viernes (26 de diciembre de 2025), asciende a aproximadamente $3.583.051 millones (3,58 billones), representando un aumento nominal, pero una caída real significativa respecto a 2025 debido a la alta inflación”. Además, advirtió que esta estructura “limita la capacidad operativa y de inversión”.
Uno de los puntos centrales del nuevo presupuesto es la eliminación del Fondo Nacional para la Defensa (FONDEF) como piso legal de financiamiento. El artículo 30 deroga la obligación de destinar el 0,8% del PBI al reequipamiento de las Fuerzas Armadas, dejando esa asignación sin un mínimo garantizado. Para Seghini, “la estructura presupuestaria condena a las Fuerzas Armadas a operar con fondos exiguos para inversión, priorizando gastos de personal por encima de la modernización”.

En paralelo, persisten interrogantes sobre cómo se financiarán los costos de mantenimiento de los F-16, que son elevados y en dólares, así como otras adquisiciones anunciadas, como los futuros submarinos mencionados anteriormente como también otro tipo de compras, como son los fusiles y municiones. En ese contexto, distintas fuentes señalan que la alternativa más probable sería recurrir a créditos internacionales.
Bajo esta misma línea, puede presumir que si las nuevas adquisiciones se harán a través de créditos internacionales, eso no solo implica que el Estado argentino se endeudaría aún más para comprar todo el material bélico que ha anunciado, sino que también, esto podría darnos el indicio de que el presupuesto 2026 esté pensado unicamente para mantener al personal y al material adquirido, pero que las nuevas adquisiciones sean a través de créditos por fuera del 0,28% del presupuesto destinado a Defensa, como es el caso de los nuevos helicópteros AW109M de la Armada.
El análisis de los Bancos de Proyectos para la Inversión Pública (BAPIN) en Defensa refuerza este diagnóstico. Hasta noviembre de 2025, sobre un total de 455 proyectos activos, solo 71 recibieron crédito durante el año y apenas 126 contaron con algún nivel de financiamiento desde su aprobación. El costo total del portafolio asciende a unos $2,13 billones, de los cuales se ejecutaron históricamente $643.655 millones, quedando un saldo pendiente superior a $1,48 billones. La ejecución promedio de los proyectos financiados ronda el 44,8%.

Según el relevamiento, la ejecución se concentra principalmente en la Fuerza Aérea Argentina, seguida por el Ejército Argentino y la Armada, mientras que otros organismos como FM, IAF, COVIARA y TANDANOR no registran ejecución. Militares consultados señalaron que, en el caso del programa F-16, los proyectos asociados permanecen sin financiamiento, lo que genera desajustes entre las compras realizadas y la planificación estratégica del sistema de armas.
En cuanto a la actividad operativa prevista, el Presupuesto 2026 contempla para el Ejército 18 días de adiestramiento en guarnición, 13 en campaña y dos ejercicios tácticos. La Armada prevé 243 días de navegación y 2.760 horas de vuelo para aeroadiestramiento, mientras que la Fuerza Aérea proyecta 156.080 horas de operación y 56 ejercicios. El Estado Mayor Conjunto, por su parte, mantendría operaciones permanentes de control en fronteras, ciberespacio y espacios marítimos.

En perspectiva, el gasto en Defensa representó el 0,32% del PBI en 2022, el 0,33% en 2023, el 0,31% en 2024 y se proyecta en 0,28% para 2025, pese a que el producto bruto mostró un incremento interanual. Si bien la participación de Defensa dentro del gasto total de la Administración Pública Nacional aumentó en 2024 hasta el 1,98%, la reducción en términos del PBI consolida un escenario de ajuste real en el sector.
De este modo, el Presupuesto 2026 aprobado sin déficit fiscal refleja una continuidad en la restricción del gasto en Defensa, con impacto directo en la inversión, el reequipamiento y la capacidad de planificación a mediano y largo plazo de las Fuerzas Armadas.
*Imágenes a modo ilustrativo.
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