En menos de dos semanas, la Real Armada británica tuvo que desplegar diversas capacidades, como la fragata HMS Somerset y el patrullero HMS Severn, para monitorear al buque espía ruso Yantar, a la corbeta Stoikiy y al buque tanque Yelnya, que navegaban por aguas cercanas a la OTAN. Estos despliegues ocurren en un contexto regional ajetreado por la presencia de Rusia en el área y las negociaciones de paz con Ucrania en curso.

Cabe destacar que el Yantar es tal vez el “buque espía” más conocido de Moscú. Oficialmente catalogado como “buque de investigación”, suele destacarse como un sofisticado buque de inteligencia electrónica y de señales (SIGINT/ELINT) con capacidad para rastrear cables submarinos y recolectar información sensible. En el episodio más reciente, el barco fue detectado en el mar del Norte y la Real Armada británica ordenó a la fragata HMS Somerset salir a su encuentro, junto al avión de patrullaje marítimo P-8A Poseidon de la Real Fuerza Aérea (RAF) para seguir y monitorear las actividades del buque de bandera rusa.
Durante tal operación de seguimiento, el Yantar utilizó láseres contra el P-8A y llevó a cabo interferencias de GPS contra la propia HMS Somerset y contra embarcaciones civiles que transitaban la zona. Según el reporte británico, ese tipo de acciones se inscriben en el accionar que Rusia viene impulsando desde hace tiempo, con cierta lógica de “guerra híbrida”: actividades hostiles que no llegan al umbral de un ataque armado pero que ponen a prueba la respuesta militar.
Un hecho recurrente
Aunque el tránsito de buques rusos se realizó por aguas internacionales y “sin incidentes” formales, el contexto regional le da otro peso a estos movimientos. En los últimos meses, la OTAN viene registrando una seguidilla de episodios de fricción con Rusia, destacando violaciones del espacio aéreo por drones y cazas rusos sobre Polonia, Rumania, Estonia, Alemania, Noruega y Dinamarca. También se han reportado abordajes de buques frente a las costas francesas y recientes sabotajes atribuidos a actores pro-rusos contra infraestructuras críticas, como la destrucción de una línea férrea en Polonia.

En ese marco, el paso del Yantar tan cerca del corazón marítimo de la OTAN es ampliamente analizada por las potencias occidentales, que consideran que Rusia realiza ese tipo de operaciones para medir tiempos de reacción, capacidades de seguimiento y coordinación entre aliados. Desde la Real Armada británica destacaron que este tipo de misiones de “shadowing” son ahora rutinarias y que el Reino Unido mantiene permanentemente al menos un buque “en alerta” para responder a la presencia de unidades rusas próximas a sus aguas.
Específicamente, porque no es la primera vez que el Yantar aparece en los radares de la defensa británica. El propio comandante de la Somerset, Matt Millyard, admitió que el buque espía ya había sido seguido en otras oportunidades durante su paso por aguas del Reino Unido este mismo año. El hecho de que la fragata tuviera que “mantener vigilancia 24/7” sobre el navío ruso, en coordinación con medios aéreos de la OTAN, refleja la preocupación creciente por la protección de cables submarinos, gasoductos y otras infraestructuras críticas en el Atlántico Norte, escenario de incidentes y sabotajes bajo investigación desde 2022.
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