El último tiempo, Europa comenzó a hablar más fuerte de tierras raras, instando al bloque a redoblar esfuerzos locales para reducir la dependencia de China de este tipo de elementos químicos, claves para la industria de Defensa. Recientemente, por ejemplo, el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Industria, Stéphane Séjourné, anunció la creación de un Centro Europeo de Materias Primas Críticas que funcione como “hub” de compras conjuntas y reservas estratégicas de tierras raras, mensaje que llegó después de que Beijing impusiera controles a la exportación de los mismos (y que obligó a industrias europeas a frenar producción).

Créditos: Stanford Advanced Materials

Pero detrás del lenguaje técnico hay un dato incómodo para las capitales europeas: estos mismos minerales que necesita la transición energética y el sector de la sostenibilidad que tanto se impulsa en Europa, son en simultáneo esenciales para la base industrial de Defensa de la OTAN. Sin neodimio, praseodimio o samario, no hay radares de largo alcance, ni cazas furtivos, ni submarinos de propulsión silenciosa, ni misiles para los sistemas de defensa y aviones de combate, por ejemplo.

Estos 17 elementos químicos no son llamativos o “futuristas” en su estado puro, pero en forma de imanes permanentes de neodimio-hierro-boro (NdFeB) o samario-cobalto (SmCo) se vuelven insustituibles en Defensa por su alta densidad de energía magnética, tolerancia a temperaturas extremas y estabilidad en entornos de vibración y radiación. El problema es que el corazón de esos sistemas sigue pasando hoy en día, directa o indirectamente, por China.

De los cazas furtivos a los submarinos nucleares

La ambigüedad de esta situación impacta no sólo en Europa, sino también en América del Norte. Según datos recopilados por Benchmark Mineral Intelligence y analizados por Klean Industries, el Departamento de Defensa de Estados Unidos estima que alrededor del 78% de sus programas de armas contiene componentes que dependen de imanes de tierras raras.

Por citar un ejemplo, se estima que un caza furtivo F-35 Lightning II incorpora unos 418 kg de tierras raras en promedio, desde los sistemas de puntería y radares AESA hasta los sistema de designación láser de objetivos y los actuadores eléctricos que reemplazan a los antiguos sistemas hidráulicos. A nivel general, esta dependencia se profundiza en el ámbito naval, donde un destructor de misiles guiados Arleigh Burke puede consumir en su construcción de 2,3 a 2,6 toneladas de tierras raras, utilizadas en los motores de propulsión eléctrica, en los sistemas de timonería, en los tubos de microondas de los radares SPY-1/SPY-6 y en múltiples subsistemas de combate.

La lista de sistemas que utilizan las tierras raras se amplifica, como es el caso de un submarino nuclear clase Virginia, donde las estimaciones superan las 4 toneladas de tierras raras por unidad. Drones militares como el MQ-9 Reaper o el MQ-4 Triton cargan cientos de imanes NdFeB en motores y sensores; misiles y municiones guiadas como los misiles Tomahawk, Javelin o el Excalibur dependen de imanes en sus sistemas de guiado y de navegación inercial. A grandes rasgos, podría decirse que si un sistema militar moderno posee movimiento eléctrico de precisión, emisión electromagnética potente o guiado, hay tierras raras involucradas.

China, proveedor dominante de un insumo estratégico

El problema para Occidente es que el mapa de oferta global está peligrosamente concentrado en China. Según el Statistical Review of World Energy 2024 del Energy Institute, la producción mundial de tierras raras pasó de unos 75,7 kilotoneladas en 1995 a más de 350 kilotoneladas en 2023. De ese total, China explica más de dos tercios de la minería y alrededor del 70–75% del procesamiento y refinado.

Créditos: Energy Institute, Statistical Reviwe of World Energy 2024

La Agencia Internacional de la Energía viene alertando que la mayor parte de los minerales críticos –incluidas las tierras raras– está concentrada en muy pocos países, con China dominando el refinado de 19 de los 20 minerales estratégicos que analizó. Esto aumenta el riesgo de coerción económica y disrupciones de oferta, algo a lo que Europa ya fue vulnerable este año con sus restricciones a la exportación de tierras raras y otros materiales estratégicos.

La discusión europea sobre tierras raras empezó en torno a la transición energética y la competitividad industrial, aunque el problema es más amplio si se considera su importancia en la industria de la Defensa, convirtiéndose en una discusión de poder militar y autonomía estratégica frente a China. En todo caso, está en juego no solo la tan aclamada “transición verde” y la sostenibilidad, sino también la capacidad de sostener una industria europea de Defensa sin tocar la puerta de Beijing.

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Valentina Borghi Ponti
Valentina Borghi Ponti es Coordinadora Editorial en El Estratégico y Redactora Principal/Corresponsal en Zona Militar y Escenario Mundial. Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales, se especializa en defensa, geopolítica y seguridad internacional, con experiencia directa en el terreno e investigación académica. Escribe analíticamente sobre despliegues militares, conflictos internacionales y las Islas Malvinas.

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