Tras importantes retrasos sostenidos en el tiempo y aumentos de costos en relación a lo originalmente previsto, la Armada de EE.UU. ha decidido cancelar la construcción de las nuevas fragatas clase Constellation que renovarían sus capacidades de superficie, abriendo el camino hacia la selección y fabricación de un nuevo diseño que pueda ser fabricado con un cronograma mas acelerado. La novedad fue anunciada durante el curso del día de ayer por el secretario de la US Navy, John Phelan, a través de un breve video que fue publicado en sus redes sociales.
Recogiendo algunas de sus propias declaraciones: “Estamos reestructurando la forma en que la Armada construye su flota. Hoy puedo anunciar que la primera acción pública es un cambio estratégico en el programa de fragatas clase Constellation. La Armada y nuestros socios de la industria han alcanzado un acuerdo integral que da de baja, para conveniencia de la Armada, a los últimos cuatro buques de la clase, cuya construcción no ha comenzado.” En el marco del mismo acuerdo alcanzado entre la institución y el fabricante, Fincantieri Marinette Marine (Wisconsin), la empresa seguirá adelante con la construcción de las dos unidades que sí iniciaron; a saber la futura USS Constellation (FFG-62) y USS Congress (FFG-63).
El motivo detrás de la decisión en cuestión tomada por la Armada estadounidense, tal y como se mencionó en líneas iniciales, yace en poder liberar sus ya exigidos presupuestos y las capacidades industriales locales para poder abocarse a nuevas clases de buques que puedan ser entregadas con mayor velocidad. Acorde expresa el propio funcionario citado, la necesidad actual apunta a poder equipar a las flotas con una cantidad mayor de buques para mantener sus capacidades de respuesta a los problemas globales que enfrenta la fuerza, a la vez que va en línea con el proceso de restructuración mas amplio que encara el Pentágono para orientar sus procesos de adquisiciones hacia modelos mas eficaces.
Resulta de utilidad recordar en este sentido, que la Armada de EE.UU. y Fincantieri Marinette Marine llevan cerca de tres años realizando escasos avances en la fabricación del primer buque de la clase, presentando un progreso de tan sólo el 10%. La cuestión no hace mas que empeorar al considerar que el contrato inicial para poner en marcha la construcción de la clase Constellation había sido adjudicado en 2020, con mas de dos mil millones de dólares ya invertidos para ello y un monto superior a cinco mil millones adicionales ya presupuestados por el Congreso, los cuáles ahora deberán ser redirigidos a otros programas, sin que a fechas actuales se sepa a cuáles.

Una pista al respecto de esto último la brindó el actual director ejecutivo de Fincantieri Marine Group, George Moutafis, quien declaraba a medios especializados: “Fincantieri ha sido un socio comprometido, y la Armada valora esta colaboración y nuestra inversión, y juntos queremos entregar rápidamente capacidades a los combatientes. Por lo tanto, creemos que la Armada respetará el marco acordado y canalizará el trabajo en sectores como anfibios, rompehielos y misiones especiales hacia nuestro sistema de astilleros, mientras ellos determinan cómo podemos apoyar con nuevos tipos de pequeños buques de combate de superficie, tanto tripulados como no tripulados, que desean desplegar rápidamente.“
Un breve repaso por los problemas de la clase Constellation
A sabiendas de que la Armada de EE.UU. ha decidido cancelar la construcción de la futura clase Constellation, arguyendo retrasos y aumentos de costos, es necesario repasar cuáles han sido los problemas que a lo largo del desarrollo del programa han minado su avance. En este sentido, todas las miras apuntan hacia una apuesta truncada a la modificación del diseño propuesto original propuesto desde Fincantieri: las fragatas FREMM empleadas por las Armadas de Italia y Francia. Justamente, el enfoque detrás de ello se aferraba a la idea de poder suministrar a las flotas con un modelo ya probado que permita acelerar los plazos de suministro, siendo seleccionado dicho modelo a través de un proceso de solicitud rápida del Comando de Sistemas Navales.

Los problemas aparecieron poco después, al momento que la US Navy empezó a indicar que cambios debían realizarse sobre dicha base para adecuarla a sus propios requisitos, mismos que no eran menores en términos de magnitud. Tal y como reportábamos en abril del 2024, cerca de un 15% del diseño original iba a ser abarcado por estas modificaciones, incluyendo cuestiones tales como un alargamiento del casco, un rediseño de la proa para mayor estabilidad y nuevas hélices para reducir la firma acústica del buque, entre otros elementos. En conjunto, ello representaría un retraso previsto de hasta tres años según las estimaciones al momento del anuncio, con cerca de mil quinientos millones de dólares en costos adicionales.
Dificultades para la industria naval estadounidense en los últimos años
Sin perder de vista lo antes mencionado, es importante recordar también que este no es el primer proyecto fallido para la industria naval estadounidense que impacta en los planes de la Armada a largo plazo, tanto en la cantidad de buques disponibles como en recursos malgastados por parte de Washington. Dos de los ejemplos, entre un listado mas amplio de posibilidades para citar, se hallan en el programa de buques clase Independence (mas conocidos como Buques de Combate Litoral) y en el problemático proceso de modernización de la antigua clase Ticonderoga.

En el primero de estos casos, ha de mencionarse que se trataba de una clase pensada como buques modulares, rápidos y de bajo calado, los cuáles estaban especialmente pensados para operar en entornos costeros y realizar misiones de guerra antisuperficie, antisubmarina y de contramedidas de minas. No obstante, obstáculos técnicos relacionados con su sistema de propulsión, la estructura del casco y los módulos de misión plagaron su evolución con demoras y revisiones; como así también en el retiro anticipado de varios ejemplares. Particularmente, la clase Constellation debía ser una de las encargadas de tomar la posta dejada por los buques en cuestión.
Por otro lado, si nos referimos a la fallida modernización de la clase Ticonderoga, es menester destacar que un informe publicado por la Government Accountability Office (GAO) en diciembre del 2024 apuntaban a un malgasto de mil ochocientos millones de dólares por parte del Pentágono en el proceso. Buques retirados antes de completarse su modernización que redujeron la cantidad prevista de unidades capaces de integrarse a las flotas en el futuro, una enredada cadena de mando encargada de la supervisión de los avances y un cuestionable desempeño de los contratistas seleccionados en el aspecto técnico han sido los principales culpables.

Como muestra ilustrativa de esto último, el documento recogía que el astillero de BAE Systems en Norfolk “utilizó materiales no autorizados, como film plástico, cinta con pegamento instantáneo común comprado en tiendas, espuma expansiva y un producto sellador como el que se ve en la televisión.” Esto referido al intento frustrado de instalar una manga presurizada alrededor del sonar del USS Vicksburg con el fin de abordar las pérdidas de presión en cables que se parten desde la cúpula del mismo hacia otras partes de la nave.
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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