La reciente visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a Corea del Sur no solo sirvió para reafirmar los estrechos lazos entre ambos países, sino que también dejó una señal política de peso: Washington expresó su respaldo a los planes de Seúl para desarrollar una nueva generación de submarinos de propulsión nuclear, pero sobre todo “en vista de los programas en desarrollo de Corea del Norte”, según expresó el mandatario estadounidense.

Sin lugar a dudas, Corea del Sur se ha consolidado como uno de los países asiáticos que más ha apostado por el desarrollo y construcción local de submarinos de propulsión convencional. Desde la implementación décadas atrás del Programa KSS en sus diferentes fases —KSS-I, KSS-II y KSS-III—, la industria naval surcoreana logró diseñar y producir unidades que incorporan tecnologías avanzadas y sistemas de combate modernos, adaptados a los requerimientos de la Armada de la República de Corea. Todo ello responde, además, a un entorno estratégico complejo, marcado por el incremento de las actividades militares de Corea del Norte y China, factores que desde hace décadas impulsan a Seúl a reforzar sus capacidades navales y de defensa submarina.
En ese contexto, Corea del Sur mantiene desde hace años la intención de impulsar el desarrollo de submarinos de propulsión nuclear, con el objetivo de dotar a su Fuerza de Submarinos de una capacidad de patrulla prolongada y de disuasión estratégica. Actualmente, la armada surcoreana opera una flota compuesta por submarinos diésel-eléctricos, los cuales requieren repostajes periódicos y presentan limitaciones en tiempo de inmersión si se los compara con los submarinos nucleares, capaces de permanecer sumergidos durante meses y operar con mayor sigilo y alcance operativo.
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Sin embargo, el país aún enfrenta desafíos tecnológicos y normativos para concretar el proyecto, entre ellos el desarrollo de un reactor nuclear compacto que pueda instalarse en el interior de un submarino. Este punto se encuentra condicionado por los acuerdos nucleares firmados con Estados Unidos, que permiten a Seúl enriquecer uranio por debajo del 20 % con fines exclusivamente pacíficos y previa autorización de Washington.

Según trascendió durante la visita oficial, el presidente surcoreano Lee Jae-myung habría planteado a su par estadounidense la posibilidad de evaluar la provisión de combustible nuclear destinado a propulsión naval de los submarinos, argumentando que los submarinos convencionales actuales han alcanzado sus límites operativos frente a las necesidades estratégicas del país.
Como respuesta, el asesor de Seguridad Nacional Wi Sung-lac explicó que Trump reconoció la necesidad surcoreana de contar con submarinos de propulsión nuclear y manifestó su disposición a iniciar conversaciones de seguimiento sobre el tema. En relación con la cuestión del combustible, Wi señaló que sería necesario revisar el tratado bilateral vigente, dado que el acuerdo actual no contempla el uso de material nuclear con fines militares. “Ese combustible nuclear se utilizaría con fines militares, y el tratado actual no se aplica a fines militares, por lo que algo debe ajustarse para que se completen los procedimientos”, explicó el funcionario.
Un programa en evolución: avances en la serie KSS-III Batch II
La discusión sobre la propulsión nuclear coincide con los avances en el programa KSS-III. Semana atrás, la Armada de Corea del Sur y la empresa Hanwha Ocean pusieron a flote el Jang Yeong-sil (SS-087), el primer submarino KSS-III Batch II, construido con tecnología nacional.

Cómo se ha mencionado en notas previas, está nueva versión presenta mejoras sustanciales respecto al Batch I, entre ellas un sistema de propulsión más eficiente, sistema de baterías de ion de litio que extiende el tiempo de inmersión y mayor integración de componentes de producción nacional, lo que incrementa la autonomía tecnológica y reduce la dependencia de proveedores extranjeros. Sobre la base de esto, podría pensarse que el programa Batch II constituiría un paso intermedio clave en la evolución hacia una posible plataforma de propulsión nuclear junto con la consolidación de la industrial naval surcoreana cómo una de las principales constructoras de submarinos diésel avanzados a nivel mundial.
El precedente del pacto AUKUS
El renovado interés surcoreano por desarrollar submarinos de propulsión nuclear se produce en un escenario regional influenciado por el Pacto AUKUS, el acuerdo trilateral entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos, que habilitó la transferencia de tecnología nuclear a Canberra. Este precedente demostró que Washington podría estar dispuesto a compartir capacidades nucleares sensibles con aliados estratégicos, siempre que se enmarquen en acuerdos de control y salvaguardas. Para Seúl, esto último representa un modelo político y tecnológico de referencia, ya que Australia logró acceder a tecnología de propulsión nuclear sin necesidad de adquirir armamento atómico, un esquema que Corea del Sur podría replicar bajo un marco bilateral con Estados Unidos.
*Fotografías empleadas a modo de ilustración.
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