En el marco de un creciente debate sobre la soberanía y el poder disuasorio del país, nuevas voces en Brasil abogan por revisar las limitaciones constitucionales que restringen el uso de la energía nuclear a fines pacíficos. La iniciativa más reciente proviene del diputado federal Kim Kataguiri (União-SP), quien presentó una Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) que autorizaría a las Fuerzas Armadas brasileñas a desarrollar armamento nuclear con fines de defensa. De aprobarse, la medida significaría un giro histórico en la política de defensa y en la posición diplomática de Brasil, que durante más de tres décadas se ha mantenido firme en su adhesión a los tratados internacionales de no proliferación nuclear.

La propuesta de Kataguiri busca modificar la Constitución sancionada en 1988, eliminando la cláusula que limita las actividades nucleares a “fines pacíficos” y habilitando su empleo en casos de amenaza de  ocupación territorial o ante el uso de armas de destrucción masiva contra la nación. En su justificación, el legislador argumenta que la actual reconfiguración geopolítica mundial obliga a los Estados a fortalecer su capacidad de disuasión, sosteniendo que “preservar la paz por medio de la fuerza” constituye un ejercicio legítimo del derecho de autodefensa reconocido por la Carta de las Naciones Unidas. No obstante, la iniciativa ha reavivado preocupaciones en los círculos diplomáticos y académicos, donde se advierte sobre las posibles implicancias regionales e internacionales de un cambio tan drástico.

Modelo a escala del reactor nuclear que equipará al submarino “Alvaro Alberto”

Cabe recordar que, desde la promulgación de la Constitución de 1988, Brasil ha sido un defensor activo del uso pacífico de la energía nuclear, consolidando su compromiso con el Tratado de Tlatelolco de 1967, que prohíbe la presencia y el uso de armas atómicas en América Latina y el Caribe. La PEC presentada por Kataguiri contrasta frontalmente con ese principio, al permitir la producción y eventual utilización de armas nucleares en determinadas circunstancias. Además, la propuesta implicaría el retiro de Brasil de varios tratados internacionales de no proliferación, lo que representaría un quiebre con la tradición diplomática que ha caracterizado al país durante décadas.

El Tratado de Tlatelolco, administrado por el Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), ha sido durante más de medio siglo uno de los pilares de la seguridad regional. Su objetivo ha sido evitar que el continente se convierta en escenario de la carrera armamentista global, promoviendo el uso civil y controlado de la energía nuclear bajo supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). La eventual salida de Brasil de este marco jurídico no solo debilitaría uno de los compromisos multilaterales más emblemáticos del hemisferio, sino que también abriría un precedente de alto impacto político y estratégico para Sudamérica.

Créditos Marina de Brasil

Cabe destacar que, recientemente, el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, ya había anticipado un posible cambio de postura al afirmar que Brasil deberá considerar, a largo plazo, la utilización de energía nuclear con fines de defensa. En sus declaraciones, Silveira subrayó que el país no puede ignorar sus recursos estratégicos -que comprende minerales críticos, reservas de agua dulce y su posición geográfica privilegiada- frente a un escenario internacional cada vez más competitivo. Estas afirmaciones, sumadas a la iniciativa de Kataguiri, refuerzan la percepción de que sectores del gobierno y del Congreso comienzan a plantear una reinterpretación del marco constitucional y de los compromisos internacionales en materia nuclear.

El debate, sin embargo, no está exento de riesgos. La introducción de una doctrina de disuasión nuclear en Brasil podría alterar el equilibrio estratégico regional, reabriendo antiguos recelos, especialmente con Argentina, país con el que Brasil ha desarrollado mecanismos de transparencia y cooperación nuclear desde la década de 1990. Además, el giro propuesto tendría profundas repercusiones diplomáticas, pudiendo afectar la posición de Brasil como referente del desarme y la no proliferación en foros internacionales. En este contexto, la discusión sobre el papel del poder nuclear en la defensa brasileña se presenta como uno de los dilemas más complejos y sensibles de la agenda estratégica del país en las próximas décadas.

*Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-

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