Chile ya no mira al cielo como simple espectador. Hoy, el país está dando pasos decididos para dejar de depender de potencias extranjeras y convertirse en un actor relevante en el desarrollo espacial hispanoamericáno. El impulso no es casual: responde a una necesidad urgente de soberanía tecnológica, estratégica y científica en un mundo donde los datos, la seguridad y el desarrollo se mueven —literalmente— en órbita.
La reciente III Conferencia de Soberanía Espacial Nacional, celebrada en el Salón de Honor del Congreso Nacional bajo el lema “Soberanía Tecnológica e Infraestructura Espacial para Chile”, fue un reflejo de esta voluntad política y técnica. Organizada por el Ministerio de Defensa, la Comisión de Defensa del Senado y la Fuerza Aérea de Chile, la instancia congregó a autoridades, expertos, académicos y representantes de la industria que, con discursos y propuestas, dibujaron un futuro donde el país ya no arriende soluciones: las construya.

“Chile no debe ser un mero espectador del desarrollo espacial, sino un actor capaz de diseñar, operar y beneficiarse de sus propias capacidades tecnológicas”, afirmó la Ministra de Defensa Nacional, Adriana Delpiano Puelma, marcando el tono del encuentro. Y es que, aunque el país lleva años usando tecnología espacial —desde imágenes satelitales hasta telecomunicaciones—, la dependencia de servicios externos sigue siendo alta.
El Comandante en Jefe de la FACH, apuntó también en esa dirección: “Chile avanza con decisión en los temas espaciales. Es necesaria una estructura interagencial eficaz, capaz de articular capacidades del Estado, la academia y la industria”. La idea es clara: sin coordinación nacional, la soberanía espacial es solo una ilusión.
Una política espacial con base científica
Uno de los hitos más relevantes para esta nueva etapa es la reciente aprobación de la Política Nacional Espacial, un marco que deja atrás la improvisación y entrega lineamientos concretos. El Ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Aldo Valle, subrayó que el espacio “es un recurso principal para nuestra seguridad, nuestra integración y nuestra respuesta al cambio climático”. Es decir, una herramienta estratégica en múltiples frentes.
Y es que las aplicaciones espaciales no se limitan a lanzar satélites o medir tormentas solares. Hoy, la observación terrestre es clave para la gestión del agua, la detección de incendios, la planificación urbana y la respuesta a desastres naturales. Además, las telecomunicaciones satelitales permiten conectar a comunidades remotas donde la infraestructura terrestre simplemente no llega.

Un avance concreto es la construcción del Centro Espacial Nacional, un proyecto que pretende consolidar capacidades técnicas y operativas propias. Para el Senador Manuel José Ossandón, este centro permitirá “tomar decisiones clave en seguridad y vida diaria sin depender de otras naciones”. Y esa es, precisamente, la esencia de la soberanía: tener control sobre los datos y la infraestructura que los produce.
Pero la soberanía no se decreta: se construye con inversión, visión de largo plazo y, sobre todo, talento. Así lo expresó el Senador Javier Macaya, al señalar que el Congreso tiene la responsabilidad de dotar al país de un marco regulatorio moderno, capaz de proteger y proyectar los intereses chilenos en el espacio.
Ciencia, talento y futuro: los pilares invisibles
La conferencia no solo fue una vitrina para la política y la institucionalidad. También brilló el componente científico. La doctora Dora Altbir Drullinsky, directora del Centro de Nanociencia y Nanotecnología de la Universidad Diego Portales, planteó una visión provocadora: que la soberanía tecnológica no es solo comprar o fabricar hardware, sino fomentar investigación e innovación desde las bases. “El futuro se construye con ciencia, talento y visión”, afirmó.
En la misma línea, el arquitecto espacial José Miguel Armijo Vielma presentó una mirada inspiradora sobre el potencial del talento chileno en la carrera espacial. “Desde Chile a la Estación Espacial”, fue su apuesta: una provocación que recuerda que no hay fronteras reales para quienes invierten en conocimiento.
Aunque el país aún no tiene una agencia espacial con facultades ejecutivas, la Dirección Espacial de la FACH, liderada por el General de Brigada Aérea (I) Jaime Rivera Candia, ha sido un eje articulador. Su presentación apuntó a cómo consolidar y coordinar capacidades dispersas en distintos ministerios, universidades y empresas para convertirlas en una política nacional efectiva.
Chile tiene ingenieros que ya trabajan en misiones internacionales, laboratorios que desarrollan componentes satelitales, astrónomos de prestigio mundial y un ecosistema científico en crecimiento. El reto no es crear desde cero, sino conectar las piezas y asegurar que el país tenga una hoja de ruta clara y sostenida.
La soberanía espacial dejó de ser una discusión de nicho. En un mundo donde los conflictos, la seguridad, la información y el desarrollo se disputan en múltiples dimensiones —incluido el espacio—, Chile no puede seguir arrendando su acceso a la órbita. La apuesta es ambiciosa, pero también necesaria.
La III Conferencia de Soberanía Espacial Nacional dejó un mensaje claro: el desarrollo espacial chileno ya no es solo una aspiración, es una construcción en marcha. Pero necesita decisión política, inversión continua y, sobre todo, creer que el talento nacional puede —y debe— estar a la altura de las estrellas
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