Entre el 14 y el 19 de septiembre se desarrolló en Brasil una nueva edición del Arandu, el ejercicio bilateral más importante entre el Ejército Argentino y el Ejército Brasileño, que desde hace años se constituye como un símbolo de cooperación estratégica, diplomacia militar y fortalecimiento de la interoperabilidad regional.
Este año, el ejercicio se realizó por primera vez en las modernas instalaciones del Simulador de Adiestramiento de Comando y Estado Mayor (SimACEM), dentro del Centro de Adestramento – Sul, en la ciudad de Santa Maria, Rio Grande do Sul. Este centro tecnológico de última generación permitió llevar adelante un entrenamiento realista, en el que se recrearon escenarios de combate mediante simulación virtual, con un nivel de detalle y precisión sin precedentes en la región.

En total participaron 275 militares brasileños y 50 argentinos, quienes durante una semana integraron organizaciones militares combinadas que replicaron las condiciones de una operación real. Los cuadros de ambos países trabajaron codo a codo en la planificación, conducción y evaluación de las operaciones, consolidando vínculos y afinando procedimientos que resultan esenciales para enfrentar los desafíos actuales de la defensa y la seguridad en el Cono Sur.
El Ejercicio Combinado Arandu se inscribe en una estrategia que va mucho más allá del adiestramiento táctico. Su propósito central es fortalecer la interoperabilidad, perfeccionando la integración de los estados mayores y los puestos de comando, creando un lenguaje doctrinario común y afianzando la confianza mutua. Este año, además, tuvo el desafío de incorporar a gran escala la simulación constructiva, una herramienta moderna que permite entrenar a las unidades y sus mandos sin desplegar físicamente a todas las tropas, optimizando recursos y reduciendo riesgos.
El ejercicio se desarrolló bajo el formato de Ejercicio de Puesto de Comando, también conocido como juego de guerra. Esto significa que las unidades combatientes fueron representadas virtualmente en un entorno digital, mientras sus respectivos estados mayores y comandantes operaron desde Puestos de Comando (PC) desplegados físicamente, como si estuvieran en el terreno. Cada brigada emitió órdenes, recibió información, tomó decisiones y coordinó medios exactamente igual que en una operación real, con la diferencia de que los movimientos y efectos se replicaron en el SimACEM a través del sistema COMBATER, una herramienta de simulación constructiva desarrollada por el propio Ejército Brasileño para entrenar grandes unidades y estados mayores en escenarios virtuales de alta complejidad.

Para reproducir fielmente la estructura de una operación de gran envergadura, Arandu 2025 se organizó en tres niveles de conducción. En el nivel superior se ubicó la Dirección del Ejercicio (DIREx), responsable de la planificación general, control y evaluación del adiestramiento. Desde allí se administró el sistema de simulación, se introdujeron variables externas y se controló la coherencia doctrinaria. Este organismo también contó con la Célula Blanca, encargada de arbitrar la simulación y coordinar la interacción con la Fuerza de Oposición (FOROP), que actuó como enemigo virtual.
Por debajo de la DIREx operó el escalón superior, que simuló el nivel de una División de Ejército en la conducción. Este nivel no ejecutó maniobras directamente, sino que supervisó a las brigadas adiestradas, evaluando su desempeño, verificando la sincronización de fases y asegurando que sus misiones tácticas estuvieran alineadas con la intención del escalón superior. Integrado por equipos mixtos de personal argentino y brasileño, el escalón superior fue también un espacio clave de integración doctrinaria, donde se compartieron conceptos, procedimientos y terminología comunes.
En el nivel táctico se encontraron las fuerzas adiestradas, compuestas por cinco grandes unidades combinadas: una brigada blindada, una brigada paracaidista, una brigada aeromóvil, el Comando de Operaciones Especiales y el Comando de Aviación del Ejército. Cada una operó desde su propio PC, con su Estado Mayor completo, emitiendo órdenes y controlando operaciones sobre el terreno virtual. Para garantizar la interoperabilidad, en cada PC se desplegó un equipo mixto de enlace, conformado por cinco militares argentinos y cinco brasileños, que aseguraron la integración entre ambas fuerzas en todos los aspectos de la operación.
A lo largo de la semana se recrearon operaciones ofensivas, defensivas y de estabilización, con un amplio espectro de misiones: ataques blindados y mecanizados para romper líneas defensivas, asaltos aéreos con helicópteros, lanzamientos masivos de paracaidistas, operaciones especiales para neutralizar objetivos estratégicos, aerodesembarcos y proyección logística multinacional. Estas maniobras se diseñaron mediante Problemas Militares Simulados (PMS), que introdujeron eventos inesperados y situaciones críticas a resolver, elevando la exigencia de los comandantes y sus estados mayores.
La FOROP, por su parte, representó la amenaza en el ambiente operacional, actuando como enemigo con tácticas y capacidades similares a las de una fuerza convencional. Su presencia obligó a las brigadas a ajustar constantemente sus planes, enfrentando la fricción y la incertidumbre propias del combate real. Esta dinámica exigió un flujo continuo de información entre los PC, el escalón superior y la DIREx, replicando las presiones y desafíos que caracterizan a las operaciones modernas.
El sistema de comunicaciones empleado fue clave para el éxito del ejercicio. Se utilizó tecnología VoIP y la plataforma ZIMBRA para transmitir órdenes y mensajes operativos, además de sistemas de C2 combinado en cada PC que permitieron mantener la conciencia situacional en tiempo real. Las reuniones virtuales y los enlaces constantes aseguraron que todos los niveles de conducción operaran con información actualizada, reduciendo tiempos de reacción y mejorando la coordinación interbrigadas.
El 18 de septiembre se realizó una jornada de visitas en la que autoridades de ambos ejércitos recorrieron los puestos de comando, observaron la dinámica de la simulación y participaron de una actividad de confraternización que simbolizó el espíritu de integración que caracteriza al Ejercicio Arandu. Finalmente, el ejercicio concluyó con una reunión de Análisis Post Acción (APA), en la que se identificaron lecciones aprendidas, buenas prácticas y áreas de mejora. Se destacó la importancia de estandarizar procedimientos, mejorar la sincronización de fases y profundizar en la integración doctrinal. Como cierre formal, se firmó un acta entre los codirectores del ejercicio: el Comandante de la 2da Brigada de Caballería Mecanizada del Brasil, General de Brigada Marcelo Martini Monteiro, y el Comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido de Argentina, General de Brigada Sergio Jurczyszyn. Este documento consolidó los compromisos alcanzados y proyectó el trabajo conjunto hacia el ejercicio con tropas en el terreno, previsto para octubre de 2026.
Arandu 2025 demostró que la simulación constructiva es una herramienta fundamental para el adiestramiento moderno. Permite planificar y ensayar operaciones complejas con un alto nivel de realismo, preparando a las fuerzas para pasar luego a la “simulación viva”, donde las tropas se desplegarán físicamente en el terreno. Este proceso escalonado optimiza recursos, reduce riesgos y eleva progresivamente la capacidad operativa de las fuerzas combinadas.
En un contexto geopolítico donde los desafíos de seguridad trascienden fronteras, la interoperabilidad entre Argentina y Brasil cobra un valor estratégico. Ambos países no solo perfeccionan sus capacidades militares, sino que también envían un mensaje claro: la defensa regional se construye a través de la cooperación y la confianza mutua. Ejercicios como Arandu son una inversión en estabilidad y paz para el Cono Sur, fortaleciendo la integración y la preparación conjunta ante cualquier eventualidad.
Más allá de la tecnología y los aspectos técnicos, la Operación Arandu 2025 reafirmó que la interoperabilidad es también un puente político y estratégico, donde la fuerza y la unión se transforman en integración, proyectando un modelo de defensa cooperativa que fortalece a toda la región.
*Fotografías: Ejército Brasileño.
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