Un operativo marítimo y aeronaval de alto perfil acaba de desarrollarse en la remota Isla de Pascua, reafirmando no solo la presencia del Estado en uno de sus territorios más aislados, sino también el compromiso de la Armada de Chile con la vigilancia estratégica del Pacífico Sur y el cumplimiento de acuerdos internacionales.

Durante la primera semana de septiembre, unidades de superficie y medios aeronavales fueron desplegados en una operación coordinada que incluyó fiscalización pesquera oceánica, apoyo logístico a la comunidad insular y acciones simbólicas de fuerte carga cultural y ambiental. El Transporte AP-41 “Aquiles” y el Patrullero OPV-82 “Comandante Toro”, junto a un helicóptero naval y un avión P-3 Orión de exploración aeromarítima, materializaron una operación multidimensional en la isla más austral del triángulo polinésico.

El despliegue del Patrullero “Toro” se enmarca en una nueva fase de operaciones de Fiscalización Pesquera Oceánica, centradas en monitorear la actividad de la flota atunera internacional que opera en las inmediaciones exteriores de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de la isla.

Según explicó el Comandante del OPV, Capitán de Fragata Eduardo Moreno, el operativo no solo busca asegurar el cumplimiento de la legislación nacional e internacional sobre pesca, sino también resguardar los intereses marítimos estratégicos de Chile, que posee una de las plataformas marítimas más extensas del planeta, con más de 3,6 millones de km² de ZEE.

“La labor de nuestra unidad no solamente permite resguardar nuestros intereses marítimos, sino también cumplir con los compromisos internacionales en cuanto al reporte de embarcaciones en tránsito o faena”, precisó Moreno.

La incorporación del avión P-3 Orión, con capacidad de vigilancia de largo alcance, refuerza la profundidad operativa del patrullaje, dotando al operativo de cobertura aérea sobre una vasta zona marítima que en muchos casos supera los 1.500 km de proyección desde el continente.

Mientras el “Toro” vigilaba el mar, el “Aquiles” ejecutaba un rol no menos crucial: transportar cerca de 400 toneladas de carga logística para los habitantes de la isla. El traslado incluyó equipamiento, materiales de infraestructura y apoyo a servicios públicos, en coordinación con la Delegación Presidencial Provincial.

Pero lo más significativo no fue lo que el buque llevó, sino lo que simbolizó. El sábado 6 de septiembre, el Aquiles embarcó a 138 habitantes de Isla de Pascua, con destino a la Isla Salas y Gómez, un lugar remoto y sagrado para la cultura Rapa Nui.

La travesía incluyó la instalación de un Moai—una figura ancestral de fuerte valor espiritual— en el islote, operación que fue realizada mediante helicóptero naval y personal de la dotación del buque. Además, se efectuó una jornada de limpieza costera, retirando desechos marinos acumulados por las mareas. La actividad fue parte del “Día Internacional de Limpieza de Playas”, integrando a la Armada en tareas de responsabilidad medioambiental.

“Durante la navegación se efectuaron actividades culturales, con presentaciones del Ballet Kari Kari y la Escuela de Música Toki”, señaló el Comandante del Aquiles, Capitán de Fragata Felipe Daiber, quien lideró la comisión.

Geopolítica del Pacífico: Chile proyecta poder blando y duro desde sus islas

Este despliegue no es un hecho aislado. La conectividad entre soberanía, cultura y medioambiente está siendo utilizada por el Estado chileno —a través de la Armada— como una herramienta de proyección estratégica en el Pacífico.

La Isla de Pascua, junto con las islas Salas y Gómez y el Archipiélago Juan Fernández, son puntas de lanza de la proyección marítima chilena hacia Oceanía. Estos territorios no solo son plataformas para ejercer presencia estatal en zonas remotas, sino también vectores diplomáticos no convencionales, como lo demuestra el carácter cultural y ambiental del reciente operativo.

En términos militares, la presencia del OPV “Toro” y del P-3 Orión refuerza el control de un corredor marítimo frecuentado por flotas pesqueras de bandera asiática, cuyas operaciones, aunque legales, muchas veces bordean zonas sensibles y requieren monitoreo permanente para evitar intrusiones o prácticas no reportadas (IUU fishing).

El mar como escenario estratégico y humano

La operación conjunta realizada en esta remota zona del territorio nacional es un ejemplo claro del uso combinado de capacidades navales para fines multidimensionales: vigilancia, soberanía, diplomacia cultural y apoyo logístico. A través de este despliegue, la Armada de Chile no solo hace visible su doctrina de “presencia permanente en el mar”, sino que también consolida su rol como actor estatal integral en zonas extremas, allí donde la frontera no es una línea, sino una inmensidad oceánica.

Isla de Pascua, una isla donde convergen la geopolítica, la espiritualidad y la estrategia, ha vuelto a ser escenario de esa confluencia única. Y desde el Pacífico, Chile recuerda que el ejercicio del poder —blando o duro— también puede zarpar desde una cubierta naval.

*Fotografía de portada empleada con fines ilustrativos – Créditos Armada de Chile.

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Rodolfo Neira Gachelin
Periodista bilingüe, Magíster en Comunicación y Diplomado en Seguridad y Defensa de las academias de Guerra del Ejército y de la Fuerza Aérea de Chile.

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