En medio de crecientes tensiones diplomáticas con EE.UU., el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha dado nuevas señales de acercamiento hacia China en materia de defensa. La reciente declaración del asesor especial de la Presidencia, Celso Amorim, confirmando la disposición a fortalecer la cooperación militar con Pekín, constituye un movimiento que desafía directamente la histórica centralidad de Washington en la política de defensa sudamericana.
Durante su visita a Pekín, Amorim asistió al desfile militar en conmemoración del 80° aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Allí afirmó que Brasil está abierto a ampliar los vínculos castrenses con el país asiático. La decisión de enviar generales como agregados militares a la embajada brasileña en China, una práctica hasta ahora reservada exclusivamente a EE.UU.,simboliza un giro significativo en la diplomacia de defensa de Brasil.
Para el asesor presidencial, la cooperación con China representa una evolución natural de una relación bilateral ya consolidada en los ámbitos comercial, financiero y tecnológico, y reforzada en el marco del BRICS. Este paso se interpreta como una apuesta estratégica para diversificar alianzas y reducir la dependencia de Washington en cuestiones sensibles de seguridad y defensa.
El giro hacia Pekín también debe entenderse a la luz del deterioro de las relaciones con EE.UU. La administración Trump impuso aranceles que afectaron a las exportaciones brasileñas, y más recientemente, la Casa Blanca adoptó medidas que Lula calificó como de “motivación política”. En paralelo, las Fuerzas Armadas brasileñas expresaron preocupación ante la posible paralización de proyectos clave vinculados al programa de ventas militares extranjeras (FMS).
Esa incertidumbre se disipó parcialmente el pasado 3 de septiembre, cuando el Ejército de los Estados Unidos adjudicó a la empresa Javelin Joint Venture —integrada por Lockheed Martin y Raytheon— un contrato de hasta 900,5 millones de dólares para la producción de misiles antitanque FGM-148F. El acuerdo incluye las unidades adquiridas por Brasil, lo que convierte al país en el primer usuario sudamericano de este sistema, considerado esencial para fortalecer la capacidad de combate de la infantería frente a vehículos blindados.
No obstante, la tensión bilateral volvió a evidenciarse con los acontecimientos recientes en el Mar Caribe. Allí, Estados Unidos mantiene un despliegue militar sin precedentes en las cercanías de Venezuela. En las ultimas se incorporaron a la flota de la US Navy en la región el crucero de misiles guiados USS Lake Erie (CG-70), equipado con el sistema AEGIS, y el submarino nuclear de ataque USS Newport News (SSN-750), de la clase Los Angeles. La presencia de este último despertó especial inquietud en Brasilia. Amorim advirtió que la militarización de la región “no ayuda al diálogo con América Latina” y denunció el riesgo que implica la introducción de submarinos con armamento nuclear en aguas cercanas.
El escenario se tornó aún más complejo tras la cancelación de la última edición del ejercicio militar Formosa con Estados Unidos. El gesto fue interpretado como una señal de enfriamiento en la cooperación bilateral y contrastó con la histórica edición de 2024, cuando tropas de la Armada de China participaron junto al Cuerpo de Marines estadounidense en maniobras en suelo brasileño, un hecho inédito desde que Washington excluyó a Pekín del RIMPAC en 2016.
*Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-
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Tenemos q tener un lanzador de satélites con brasil y poner un satélite militar de ellos y otro de nosotros
Os EUA vão atacar a Venezuela.
que isso servia de lição para todos nós. Devemos se unir, ter uma industria de defesa sulamericana, aos moldes da europa. Isso gera empregos para nós, desenvolvimento e paz para nosso região. E deixa extrangeiros bem longe da america do sul. Chegou a hora de parar com briguinhas internas e
China no es negocio.