En el marco de la creciente presión de Washington sobre las organizaciones criminales transnacionales que operan en el mar Caribe, fuerzas militares de EE.UU. llevaron a cabo un ataque contra una lancha rápida procedente de Venezuela, sospechada de transportar cargamento de drogas. El hecho ocurrió el 2 de septiembre en aguas internacionales, en un contexto de intensificación de las operaciones de seguridad marítima impulsadas por el Pentágono en la región.
La operación fue confirmada por el presidente Donald Trump durante un acto en la Casa Blanca, quien posteriormente difundió un video del ataque a través de la red Truth Social. Al respecto, el mandatario declaró que la acción estuvo dirigida contra integrantes del grupo criminal venezolano Tren de Aragua, organización que el Departamento de Estado había designado como “terrorista extranjera” en febrero de este año. Al respecto, el presidente Trump expresó “Que esto sirva como advertencia para cualquiera que intente introducir drogas en los Estados Unidos”.

El Departamento de Defensa precisó que se trató de un ataque de precisión contra una embarcación vinculada a una organización narco-terrorista. Aunque no se detalló qué unidad o fuerza específica llevó adelante la acción, se confirmó que no hubo personal de las fuerzas estadounidenses afectado. La medida representa un cambio significativo en la forma en que el Pentágono aborda la lucha contra el narcotráfico en el área de responsabilidad del Comando Sur, donde históricamente se apoyaba la labor de la Guardia Costera para interdicciones y detenciones.
El secretario de Estado, Marco Rubio, respaldó la operación al señalar en sus redes sociales que se trató de una acción “letal” en el sur del Caribe contra una lancha procedente de Venezuela, vinculada a un grupo narco-terrorista designado oficialmente. El golpe, según las autoridades estadounidenses, busca marcar un precedente en el enfrentamiento contra organizaciones criminales transnacionales que operan en la región y que han expandido su influencia en los últimos años.

Este ataque se enmarca en un despliegue militar sin precedentes en el Caribe. Actualmente, Estados Unidos mantiene en la región a la Agrupación Anfibia encabezada por el USS Iwo Jima (LHD-7), junto a los buques USS San Antonio (LPD-17) y USS Fort Lauderdale (LPD-28), con un total de 4.500 efectivos, incluidos más de 2.000 Marines. A estas fuerzas se suman destructores de la clase Arleigh Burke —USS Gravely (DDG-107), USS Jason Dunham (DDG-109) y USS Sampson (DDG-102)—, además del buque de combate litoral USS Minneapolis-St. Paul (LCS-21).
Además, días atrás se confirmó el despliegue del crucero de misiles guiados USS Lake Erie (CG-70), equipado con el sistema de combate AEGIS, y del submarino nuclear de ataque USS Newport News (SSN-750), de la clase Los Angeles. Estas unidades refuerzan la capacidad de disuasión, inteligencia y ataques de precisión de la Armada estadounidense, ampliando el espectro operativo de Washington en su estrategia contra los carteles de la droga y los grupos criminales con alcance regional.

El ataque contra la lancha “narco” procedente de Venezuela no solo constituye un golpe directo contra el Tren de Aragua, sino que también refleja la nueva política hacia Caracas en medio de la escalada de tensión con el régimen de Nicolás Maduro. Con un incremento sostenido de su presencia naval y militar, Washington busca enviar un mensaje de poder y determinación frente a la amenaza que representan las redes criminales vinculadas al narcotráfico, reafirmando al mismo tiempo su capacidad de actuar de manera unilateral en defensa de sus intereses estratégicos.
*Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-
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