En lo que sin dudas es una mala noticia para la red de defensa aérea ucraniana, los EE.UU. han reconocido que los nuevos misiles balísticos rusos mejorados han reducido la efectividad de los sistemas Patriot donados por los aliados occidentales, consecuentemente mermando las capacidades del país para hacer frente a los fuertes ataques aéreos. La novedad fue dada a conocer por el medio especializado estadounidense The War Zone, el cuál ha citado a la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) para dar cuenta de la problemática cuestión aún cuando los bombardeos rusos mermaron ligeramente en los últimos días, esto a la par que se reunían en Alaska el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin.

Cabe recordar en este punto, que Ucrania cuenta con stocks de unos siete sistemas Patriot en total, conformando dichas plataformas uno de los principales pilares de su defensa aérea. De dicho número, tres fueron transferidos desde los EE.UU., mientras que otros dos se enviaron desde Alemania y uno desde Rumania; siendo el restante armado con componentes suministrados por la propia Alemania y los Países Bajos. A dichas unidades podrían llegar a sumarse otro par de sistemas provenientes desde Berlín, en tanto se ha logrado acordar con Washington una transferencia que implique priorizar a las tropas teutonas en el listado de receptores para los sistemas Patriot de nueva fabricación, permitiendo así sostener las capacidades propias.
Con ello en mente, resultan sumamente preocupantes para Kiev las siguientes declaraciones la antes nombrada DIA: “La Fuerza Aérea de Ucrania tuvo dificultades para utilizar de forma consistente los sistemas de defensa aérea Patriot para protegerse contra los misiles balísticos rusos debido a las recientes mejoras tácticas rusas, incluidas mejoras que permiten a sus misiles cambiar de trayectoria y realizar maniobras en lugar de volar en una trayectoria balística tradicional.”

Si bien el reporte citado no especifica cuáles son los misiles rusos modificados que han causado estos problemas, ni si hubo baterías Patriot que enfrentaron mayores problemas que otras según el tipo de interceptor que emplean, trae a colación un antecedente operativo que permite dar cuenta de lo antes dicho. En particular, se hace referencia a los ataques del 28 de junio, donde de siete misiles balísticos lanzados por Rusia solo se logró derribar a uno. Agregado a este ejemplo, se citó el caso del 9 de julio, cuando de trece misiles lanzados se pudo interceptar a unos siete.
Entrando en el terreno de las posibilidades, siguiendo reportes previos emitidos por la inteligencia ucraniana al respecto, los principales apuntados en este sentido podrían ser los misiles Iskander-M de origen ruso y los KN-23 de origen norcoreano. En febrero de este mismo año el Jefe de la Inteligencia de Defensa de Ucrania (DIU), teniente general Kyrylo Budanov, daba cuenta de ello al momento de afirmar que estos últimos habían mejorado considerablemente su precisión en relación al momento de su arribo al frente. Dando mayor fuerza a dicho argumento Yurii Ihnat, portavoz de la Fuerza Aérea Ucraniana, destacó en una entrevista realizada en mayo que Rusia había logrado mejorar la efectividad de sus misiles, “dificultando aunque no imposibilitando” sus derribos.
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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