Con la entrega del decimoquinto KC-46A Pegasus el pasado 8 de agosto, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) ha alcanzado un hito significativo en su programa de modernización, sumando así un total de 95 aviones de reabastecimiento en servicio. No obstante, este logro se produce en un contexto complejo para Boeing, afectado por una huelga laboral que amenaza con impactar en el cronograma de entregas futuras.

Pese a los históricos problemas técnicos del KC-46A —entre ellos, fallos críticos en el sistema de visión remota (RVS) vinculados a accidentes fatales—, Boeing había logrado acelerar su producción durante 2024, alcanzando la entrega de la unidad 89 en octubre y cerrando en noviembre un nuevo contrato por 15 aeronaves adicionales, valoradas en 2.380 millones de dólares. Sin embargo, el escenario actual se complica con el recrudecimiento de la huelga laboral que afecta a la compañía, un conflicto arrastrado por años y que ha resurgido con fuerza en las últimas semanas.
Más de 3.200 trabajadores de Boeing en Misuri e Illinois se declararon en huelga el 4 de agosto, exigiendo mejoras salariales, ajustes en la jornada laboral y la restitución del fondo de pensiones eliminado. La protesta, que ya cumple su segunda semana, ha paralizado la producción en tres plantas clave de la zona de San Luis, instalaciones críticas para la fabricación de aviones esenciales en la estrategia de defensa estadounidense. Fuentes sindicales indican que la disrupción también impacta en la línea de ensamblaje de Everett, Washington, donde se construye el KC-46A.


Aunque Boeing ha asegurado que las entregas militares mantendrán prioridad y cuenta con “planes de contingencia”, se advierte que una prolongación del conflicto podría retrasar los lotes pendientes, incluidos los 12 KC-46A previstos para 2025. Esta demora obligaría a la USAF a extender la vida operativa de los veteranos KC-135 Stratotanker, con los consiguientes costos adicionales y desafíos logísticos.
El KC-46A es un activo estratégico para la proyección de poder de EE.UU., capaz de realizar reabastecimiento simultáneo a cazas como el F-35 y el F/A-18, así como a plataformas mayores como el bombardero B-2 o el avión de alerta temprana E-3. Además, integra funciones de transporte de carga y personal, evacuación médica y sistemas avanzados de defensa, incluyendo contramedidas electrónicas y protección contra misiles (DIRCM).


Mientras la USAF avanza hacia su meta de 153 KC-46A contratados, ya ha destinado 7.000 millones de dólares al desarrollo de tecnologías de reabastecimiento autónomo bajo el programa KC-Z, un paso que podría relegar al Pegasus a un rol secundario en el futuro.
La flota de 95 unidades operativas refleja la resiliencia del programa, pero la crisis laboral en Boeing expone su fragilidad ante factores externos. Con contratos pendientes y aliados como Japón e Israel a la espera de entregas, una resolución rápida del conflicto será determinante para mantener la superioridad aérea estadounidense.
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