Las autoridades belgas confirmaron este viernes que están reevaluando su papel en el ambicioso programa europeo Future Combat Air System (FCAS), tras las duras críticas vertidas por el director ejecutivo de Dassault Aviation, Éric Trappier, en relación con la reciente decisión de Bélgica de adquirir cazas furtivos F-35A a Estados Unidos.

El CEO de la compañía francesa, líder del desarrollo del FCAS junto con Airbus, cuestionó abiertamente la coherencia de Bélgica al solicitar un estatus de socio pleno en el proyecto europeo, mientras continúa fortaleciendo su cooperación militar con Washington. “Si Bélgica renuncia a la idea de comprar F-35, serán bienvenidos. De lo contrario, realmente nos están tomando el pelo”, expresó Trappier al presentar los resultados financieros trimestrales de Dassault.

En la misma línea, el ejecutivo enfatizó que participar en el FCAS implica un compromiso real con la industria europea de defensa, advirtiendo sobre los países que buscan los beneficios económicos y laborales del programa sin apoyar efectivamente a los fabricantes europeos. “Los países quieren los empleos del programa, pero compran a Estados Unidos. Es todo bastante extraño”, concluyó.

La respuesta del ministro de Defensa y Comercio Exterior de Bélgica, Theo Francken, no se hizo esperar. A través de sus redes sociales, el funcionario calificó de “arrogantes” los comentarios de Trappier, y aseguró que el gobierno evaluará su posición en el FCAS. “Como país fundador de la OTAN y de la UE, aliado leal y sede de ambas organizaciones, no aceptamos lecciones de industriales arrogantes”, afirmó Francken, dejando en claro el malestar generado por las declaraciones del directivo francés.

El origen de la controversia se remonta al anuncio oficial del gobierno belga sobre la adquisición de 11 nuevos cazas furtivos F-35A Lightning II, fabricados por Lockheed Martin y producidos en Italia como parte del esquema de coproducción liderado por Estados Unidos. Esta compra se suma a los 34 aviones ya encargados en 2018, en un contrato valorado en 6.530 millones de dólares, que representa el núcleo de la modernización de la Fuerza Aérea belga.

“El F-35 es el mejor caza del mundo. Vamos a comprar 11 unidades adicionales que serán producidas en Italia”, sostuvo Francken, confirmando así la expansión de la flota y consolidando la transición de la Composante air hacia una plataforma de combate de quinta generación.

Además del equipamiento, Bélgica ha avanzado en el entrenamiento de su personal aeronáutico, con la graduación de los primeros dos instructores de F-35 en la Base Aérea Luke, en Arizona, y la llegada del primer ejemplar de producción a dicha instalación. Técnicos, jefes de tripulación y personal logístico también iniciaron allí su capacitación.

Aunque la potencial salida de Bélgica del FCAS no representa una amenaza directa para la continuidad del programa, sí expone las crecientes tensiones políticas y estratégicas entre los socios europeos. Esta polémica se suma a los recientes roces entre Dassault y Airbus sobre el liderazgo y el reparto de responsabilidades dentro del propio FCAS.

*Imágenes de la Fuerza Aérea de Bélgica.

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