El ambicioso proyecto europeo para desarrollar un caza de sexta generación, conocido como FCAS (Future Combat Air System) compuesto por Alemania, Francia y España, atraviesa su momento más delicado desde su lanzamiento en 2017. Las recientes declaraciones del CEO de Dassault Aviation, Éric Trappier, pusieron en duda la continuidad del programa trinacional, al tiempo que revelaron crecientes tensiones con Airbus Defence & Space, el otro gran actor industrial involucrado.
En el marco de la presentación de resultados semestrales de Dassault, Trappier fue categórico: “La cuestión no es si Dassault abandona el programa, sino si este puede continuar en estas condiciones”. El ejecutivo denunció una estructura de gobernanza ineficiente, con una “dirección a tres cabezas” que, en lugar de facilitar el desarrollo, paraliza las decisiones críticas.
La lucha por el control del proyecto
El núcleo de la disputa radica en el liderazgo del pilar principal del FCAS: el diseño del nuevo caza NGF (Next Generation Fighter), responsabilidad formal de Dassault. Sin embargo, Trappier cuestionó que cada decisión de diseño deba pasar por votación tripartita, lo que, según él, añade complejidad y retrasa los avances. “No existe ningún gran proyecto industrial que funcione sin un líder claramente identificado. Esto necesita un arquitecto con capacidad real de decisión”, remarcó.
La tensión escaló en los últimos días tras trascender que Francia habría solicitado controlar el 80% del programa, marginando a Alemania y España. Dassault negó rotundamente esta intención, pero la desconfianza persiste. Desde el Bundestag, algunos diputados alemanes advirtieron que “si el FCAS se convierte en un programa dirigido por Francia pero financiado por Alemania, habrá objeciones políticas serias”.
Riesgo de parálisis técnica y política
A pesar de que Airbus había anunciado el año pasado que la gobernanza había sido acordada entre las partes, la realidad muestra un escenario muy distinto. La segunda fase del programa –crucial para el desarrollo del demostrador que debería volar en 2028– permanece bloqueada por la falta de consenso. Sin avances inmediatos, se corre el riesgo de postergar el proyecto al horizonte de 2045 o incluso su cancelación definitiva.
La Dirección General de Armamento (DGA) francesa y otros actores institucionales proponen ahora una reorganización funcional del proyecto, basada en competencias industriales y no en cuotas nacionales, pero la propuesta aún no ha sido formalmente aceptada por los socios.
El fantasma de GCAP y la fragmentación europea
Mientras tanto, el Reino Unido avanza con su propio proyecto de sexta generación junto a Japón e Italia, el GCAP (Global Combat Air Programme), con metas similares a las del FCAS y plazos más ambiciosos. Este escenario alimenta la percepción de que Europa, lejos de unificarse en torno a una única plataforma de defensa aérea avanzada, podría terminar con sistemas fragmentados y redundantes, debilitando su peso estratégico global.
El encuentro de este miércoles en Berlín entre el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Friedrich Merz fue interpretado como una oportunidad clave para descomprimir las tensiones. Sin embargo, fuentes cercanas a la negociación afirman que las diferencias de fondo persisten y que un acuerdo definitivo no se alcanzará antes del consejo de ministros bilateral previsto para fin de mes.
Si no se logra un compromiso claro y vinculante en las próximas semanas, el FCAS corre el riesgo de dejar de ser el símbolo del futuro de la defensa europea para convertirse en la muestra más palpable de sus fracturas internas y su incapacidad de coordinación estratégica.
*Imágenes a modo ilustrativo.
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