Como se suele decir, la primera baja en un conflicto es la verdad. Esta afirmación remite a la célebre noción de la “niebla de guerra”, formulada por Clausewitz, según la cual los combates generan una gran dosis de incertidumbre, confusión y escasez de datos claros y confiables. Por ello, es fundamental esperar a que dicha niebla se disipe antes de sacar conclusiones definitivas.

Esta advertencia resulta especialmente pertinente para contextualizar los hechos que se abordarán a continuación. Entre el 7 y el 10 de mayo tuvo lugar el mayor enfrentamiento aéreo de las últimas décadas entre India y Pakistán, en el que participaron aviones de combate, drones y misiles. El detonante fue un ataque llevado a cabo por India contra campamentos terroristas en territorio pakistaní, en represalia por un atentado ocurrido el 22 de abril en la región de Cachemira bajo control indio, que provocó la muerte de al menos 26 turistas que se encontraban de vacaciones.

Antecedentes

Una situación similar había ocurrido años antes. El 12 de febrero de 2019 se produjo un atentado terrorista que causó la muerte de más de 40 policías indios en la zona de Cachemira bajo control de India, mientras se desplazaban en un convoy. Días después, el 26 de febrero, India lanzó un ataque nocturno con el objetivo de destruir supuestos campos terroristas. Sin embargo, debido a fallos de inteligencia, los blancos resultaron ser zonas despobladas, sin causar efectos significativos.

El ataque fue ejecutado por seis Mirage 2000, armados con bombas guiadas mediante el kit Spice 2000 (Smart, Precise Impact, Cost-Effective – “2000” por el tipo de bomba de 2.000 libras), desarrollado por Israel. Este sistema, con guiado EO/GPS, tiene un alcance de 60 km y permite convertir bombas no guiadas de 250, 1.000 y 2.000 libras en municiones de precisión.

Un Mirage 2000 de la Fuerza aérea India, armado con 3 AAM MICA IR, 2 AAM MICA RF, 2 bombas Spice 2000 entre otros.

En represalia, el 27 de febrero, mientras India había reducido su nivel de alerta, Pakistán lanzó un ataque aéreo con el fin de demostrar su capacidad militar. Realizó seis incursiones, lanzando su armamento sobre áreas abiertas para evitar daños colaterales en la Cachemira administrada por India. Esta operación fue denominada “Respuesta Rápida”.

En dicha ofensiva, Pakistán empleó dos Mirage-VPA con una bomba H-4 SOW, dos Mirage-IIIDA para el guiado de las bombas mediante data link, dos JF-17 armados con bombas Mk 83 equipadas con el kit REK (Range-Extension Kit), y brindó cobertura aérea con dos F-16 armados con misiles AIM-120C.

La bomba H-4 SOW (Stand-Off Weapon) es una munición planeadora de precisión, equipada con un buscador infrarrojo que permite identificar el objetivo durante la fase final del vuelo. Tiene un alcance de hasta 120 km y un error circular probable (CEP) de 5 metros.

El kit REK puede adaptarse a diferentes tipos de bombas. Para las Mk 82 (500 libras) y Mk 83 (1.000 libras), el alcance es de entre 60 y 100 km; para la Mk 81 (250 libras), entre 30 y 40 km. Con el kit LR (Long Range), el alcance se extiende de 150 a 180 km en el caso de la Mk 81 y de 250 a 280 km para la Mk 83 LR. La Mk 84 (2.000 libras) alcanza aproximadamente 90 km. Todas presentan un CEP de 10 metros con guiado GNSS/INS, y de hasta 0,3 metros cuando se combina GNSS/INS con un buscador infrarrojo (IIR).

El ataque tuvo como objetivo el cuartel general de una brigada del Ejército indio y depósitos de apoyo avanzados. Los aviones lograron fijar los blancos, pero en el último momento, los oficiales del sistema de armas paquistaníes desviaron intencionalmente el cursor de los objetivos. Esto fue confirmado por videos de cabina publicados por la Dirección de Operaciones de la Fuerza Aérea de Pakistán, que mostraban cómo se evitó atacar directamente instalaciones militares indias, a pesar de tenerlas en la mira.

Posteriormente, al desplegarse aviones indios para interceptar a los paquistaníes, se produjo un enfrentamiento aéreo que resultó en el derribo de un MiG-21bis indio. También ocurrió un auto derribo de un helicóptero Mi-17 indio por fuego amigo.

Posteriormente, al desplegarse aviones indios para interceptar a los paquistaníes, se produjo un enfrentamiento aéreo que resultó en el derribo de un MiG-21bis indio. También ocurrió el derribo accidental de un helicóptero Mi-17 indio por fuego amigo.

Fuente: Fuerza Aérea de la India

La operación “Respuesta Rápida” dejó como principal lección la capacidad de ejecutar una ofensiva a gran escala, integrando múltiples plataformas y capacidades en una acción coordinada. Este éxito no fue producto del azar, sino el resultado de años de entrenamiento a través de ejercicios como Red Flag y Anatolian Eagle, así como maniobras bilaterales con China en la serie Shaheen.

Además, el episodio impulsó una importante campaña de modernización. En los últimos seis años, Pakistán ha adquirido nuevos cazas multifunción J-10C y JF-17 equipados con misiles PL-15, sistemas de defensa aérea SAM de alcance medio y largo, municiones guiadas de precisión (PGM), sistemas de guerra electrónica (EW) y de apoyo electrónico (ESM), UAV de altitud media y larga autonomía (MALE), de gran altitud y larga autonomía (HALE), y municiones merodeadoras.

Por su parte, la Fuerza Aérea India avanzó en la incorporación del caza multifunción Dassault Rafale, equipado con el misil aire-aire BVR Meteor y el misil crucero SCALP. También ha fortalecido su red de defensa aérea terrestre con la incorporación del sistema de misiles tierra-aire de largo alcance S-400 Triumf, el despliegue continuo de sistemas Spyder de mediano alcance, y sistemas indígenas Akash.

Poder aéreo comparado a 2025

En los cuadros siguientes se detallan las cantidades de aviones caza actualmente en servicio en ambas fuerzas aéreas. Se estima que la Fuerza Aérea de Pakistán (FAP) mantiene operativos entre el 85 % y el 90 % de sus aeronaves, mientras que la Fuerza Aérea de la India (FAI) presenta una disponibilidad operativa estimada entre el 80 % y el 85 %. Cabe destacar que estos cuadros reflejan únicamente la cantidad de aeronaves de combate en dotación. Para evaluar con mayor precisión la capacidad de combate real de cada fuerza aérea, es necesario considerar otros factores clave como el tipo y cantidad de armamento disponible, el nivel de adiestramiento de las tripulaciones, la calidad del mantenimiento, la integración de sistemas de mando y control, y la doctrina operativa vigente.

  FUERZA AÉREA PAKISTANÍ
AviónOrigenVariantesCantidad
F-16 Fighting Falcon EE.UU.A/C44
Mirage III Francia5EF/F/PA69
Mirage 5 FranciaIIIEP/OF/RP90
Chengdu J-7 ChinaF-7PG72
JF-17 Thunder Pakistán /  ChinaBlock 1,2 y 3123, más 35 ordenados
Chengdu J-10 ChinaC20, más 5 ordenados
TOTAL418
  FUERZA AÉREA INDIA
AeronaveOrigenVariantesCantidad
Sukhoi Su-30 RusiaSu-30MKI265
Mikoyan MiG-29 Unión SoviéticaMiG-29 B/UPG65
Dassault Mirage 2000 FranciaM-2000H44
Dassault Rafale FranciaRafale36
SEPECAT Jaguar Reino UnidoJaguar SI130
Hal Tejas IndiaHal Tejas31, más 180 ordenados
Mikoyan MiG-21 Unión SoviéticaMiG-2136
TOTAL607

Aspectos geográficos

Respecto a la cuestión geográfica, si bien se trata de una zona montañosa con altitudes que alcanzan los 6.000 metros (aproximadamente 19.000 pies), este factor no resultó determinante en las operaciones aéreas realizadas. El armamento empleado contra blancos terrestres consistió exclusivamente en misiles y bombas guiadas de precisión, que no requieren sobrevolar directamente el objetivo para ser efectivos.

En cuanto al combate aire-aire, se utilizaron únicamente misiles BVR (Beyond Visual Range, o más allá del alcance visual), lo que evitó enfrentamientos cerrados o maniobras de combate cercano (dogfight), en las que la geografía podría haber influido de manera más directa. Todos los lanzamientos de misiles se efectuaron desde territorio propio, respetando las líneas de demarcación y sin incursionar en el espacio aéreo enemigo.

Cabe señalar que la altitud óptima para un combate aéreo cercano suele situarse entre los 20.000 y 25.000 pies, rango en el cual los cazas modernos logran el mejor equilibrio entre maniobrabilidad, eficiencia del motor y conservación de energía cinética. De haberse producido un enfrentamiento cerrado, las aeronaves se habrían visto obligadas a volar a altitudes superiores a las óptimas para evitar las cumbres montañosas, con la consiguiente merma en su desempeño táctico.

El mayor enfrentamiento en décadas

En la madrugada del 7 de mayo, la Fuerza Aérea India (FAI) lanzó la Operación Sindoor, un ataque aéreo de represalia cuyo objetivo era destruir nueve presuntos campamentos terroristas ubicados en territorio paquistaní.

En la operación participaron entre 60 y 70 aviones de combate de la FAI. Para ello, se seleccionaron cuatro líneas de aproximación con aeronaves Rafale, armadas con municiones aire-tierra (SCALP-EG y HAMMER), y escoltadas por Su-30MKI, MiG-29 y Mirage 2000, además del apoyo de plataformas de vigilancia aérea como los AWACS A-50I y Netra. También participaron vehículos aéreos no tripulados de combate (UCAV) SkyStriker.

Rafale con dos Hammers, dos MICA en las punteras y dos Meteor.

No obstante, la operación fue criticada por la falta de sorpresa táctica. Desde el atentado del 22 de abril hasta el ataque del 7 de mayo transcurrieron más de dos semanas, lo que permitió a Pakistán preparar su defensa.

Anticipando una acción similar a los hechos de Balakot en 2019, la FAP (Fuerza Aérea de Pakistán) reposicionó sus defensas antiaéreas, desplegó un AWACS Saab 2000 y mantuvo aviones en patrulla aérea de combate (CAP). Inicialmente, unos 10 cazas paquistaníes estaban en el aire, número que aumentó a aproximadamente 40 durante el ataque indio. Entre ellos se encontraban J-10C y JF-17C, equipados con misiles PL-15, y F-16 con misiles AIM-120C.

J-10C con cuatro misiles PL-15 y dos PL-10

En los siguientes gráficos se muestra el dispositivo inicial de defensa montado por la FAP en el momento de la concentración de medios de la FAI. Se puede observar el posicionamiento del avión AWACS y tres patrullas aéreas de combate (CAP).

Posteriormente, se observa el dispositivo final, donde la FAP incrementa sus medios hasta ocho patrullas, mientras que la FAI adopta cuatro líneas de ataque: dos al norte, una al centro para atacar los blancos seleccionados y otra al sur, que pudo haber actuado como distracción o bien como apoyo a las otras formaciones.

Los objetivos atacados por la FAI eran campamentos terroristas distribuidos entre 8 y 35 km de la frontera indo-paquistaní (excepto uno, en Bahawalpur, a unos 100 km). Los mismos estaban vinculados a madrazas utilizadas para adoctrinar, organizar y entrenar a yihadistas.

De la táctica empleada por la FAI queda la duda de por qué no se utilizaron los Rafale equipados con misiles Meteor, considerados superiores a los PL-15 chinos. Tal vez por subestimar la respuesta paquistaní o por la decisión de no escalar el conflicto atacando directamente las plataformas de defensa aérea enemigas antes de lanzar el ataque a tierra.

Uno de los factores más resonantes de la operación fue el desempeño del PL-15E, un misil aire-aire de largo alcance integrado en los cazas J-10C y JF-17C. Se estima que este misil puede ser guiado en su fase intermedia por el radar del Saab 2000, a través de un enlace de datos.

Cabe destacar que el radar sueco de esta aeronave fue vendido hace más de una década a China, que luego lo integró en sus propios aviones de alerta temprana. Los chinos lograron hacer compatible este radar con sus misiles PL-15, posteriormente vendidos a Pakistán junto con interceptores como el J-10C.

Los sistemas de alerta de los cazas indios (incluidos los Rafale con su sistema SPECTRA) detectaron las emisiones del AWACS, pero no las interpretaron como un ataque inminente, ya que la señal proviene normalmente del radar del avión lanzador o del propio misil.

Esto provocó una doble sorpresa táctica: los pilotos no esperaban ser atacados sobre territorio propio y tampoco recibieron una alerta temprana del lanzamiento, siendo conscientes del ataque recién cuando el misil activó su radar en la fase terminal.

Además, se estima que Pakistán habría lanzado alrededor de una docena de PL-15E, dos de los cuales impactaron dentro del territorio indio, a unos 100 km de la frontera. De ser así, debería haberse obtenido una mayor cantidad de derribos, o bien los misiles no son tan eficientes como se supone.

Inicialmente, la FAP se adjudicó el derribo de tres Rafale, un Su-30 o MiG-29, y un Mirage 2000. Lo que se pudo confirmar al momento fue la pérdida de al menos un Rafale EH indio, negada inicialmente por las autoridades indias.

Respecto del posible derribo de un Su-30, está en duda porque se hallaron restos de dos misiles de crucero BrahMos descartados por los aviones. Estos misiles, por su tamaño y peso (8,4 metros de largo y 2.500 kg), solo pueden ser transportados por los Su-30 en la estación central. Es posible que los Su-30 fueran atacados con misiles PL-15, obligándolos a desechar los BrahMos, y que los ecos en los radares paquistaníes de los misiles cayendo fueran interpretados como aeronaves derribadas.

Otro punto interesante a tener en cuenta es el conocimiento técnico que posee Pakistán sobre los Rafale, que también son operados por la Fuerza Aérea de Qatar. Sin embargo, debido a la falta de pilotos, estos son operados por personal de varios países, incluidos pilotos paquistaníes.

Como represalia por el ataque indio, durante la noche del 7 de mayo, la FAP lanzó entre 300 y 400 drones de ataque —incluidos modelos como el Yiha III y el Songar— hacia territorio indio. Sin embargo, el sistema integrado de defensa aérea (IADS) de la India ya estaba en máxima alerta y logró derribar la mayoría de los drones antes de que alcanzaran sus objetivos. Las fuentes difieren, pero se estima que entre 26 y 36 localidades fueron atacadas con resultados limitados.

En la mañana del 8 de mayo, la FAI intensificó su ofensiva con nuevos lanzamientos de UAV Harop y Warmate, confirmando la destrucción de al menos uno o dos batallones SAM HQ-9, abriendo una brecha importante en la cobertura aérea de la FAP.

Por la noche del 8 de mayo, Pakistán volvió a lanzar drones de ataque, pero el IADS indio neutralizó la mayoría con alta eficacia.

La noche del 9 de mayo, con el sistema defensivo paquistaní debilitado, India lanzó una segunda oleada de ataques con misiles de crucero BrahMos y SCALP-EG, dirigidos a bases aéreas de la FAP. La operación incluyó a cazas Su-30MKI, Mirage 2000H y Rafale, que operaron con mayor libertad gracias a la reducción del riesgo de intercepción.

Pakistán respondió el 10 de mayo con una operación de represalia designada Bunyan-um-Marsoos, en la que afirmó haber atacado 26 objetivos militares indios, incluidas 15 bases aéreas. India desmintió la magnitud del daño, pero reconoció impactos menores en algunas instalaciones.

Ambas partes acordaron un cese al fuego ese mismo 10 de mayo por la tarde.

Capacidad nuclear

Otro aspecto a considerar es la capacidad nuclear de ambos países. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), India posee aproximadamente 172 ojivas nucleares, mientras que Pakistán cuenta con unas 170. Ambos disponen de capacidad de lanzamiento nuclear desde plataformas terrestres, aéreas y marítimas.

India ha desarrollado misiles balísticos intercontinentales (ICBM), como el Agni-5, con un alcance superior a los 5.000 kilómetros. Su doctrina de “No Primer Uso” establece que solo recurrirá al empleo de armas nucleares en respuesta a un ataque nuclear previo.

Pakistán, en cambio, cuenta con misiles balísticos de corto y mediano alcance, como el Shaheen-III, capaz de alcanzar cualquier punto del territorio indio. Su doctrina nuclear ha evolucionado hacia una estrategia de disuasión de espectro completo, que contempla el uso de armas nucleares incluso ante ataques convencionales que amenacen su integridad territorial.

Otros puntos relevantes del conflicto

Tras el incremento de las tensiones, ambos países adoptaron medidas diplomáticas significativas. India suspendió el Tratado de Aguas del Indo, firmado en 1960 bajo mediación del Banco Mundial, mientras que Pakistán respondió con la suspensión del Acuerdo de Simla, que legitima la Línea de Control como frontera de facto en Cachemira. Habrá que ver cómo se resuelven diplomáticamente estas cuestiones, ya que pueden ser factores que escalen el conflicto.

En paralelo, persiste la acusación de que Pakistán continúa financiando, entrenando y organizando a más de una docena de grupos yihadistas para llevar a cabo ataques terroristas en territorio indio. Desde 2008, se han registrado más de 120 atentados atribuidos a estas organizaciones, lo que ha agravado aún más el clima de desconfianza bilateral.

En el plano internacional, los respaldos estratégicos también juegan un papel clave. Pakistán cuenta con el apoyo de China y Turquía, mientras que India mantiene estrechas alianzas con EE.UU., Rusia y Francia.

Cabe destacar que China, pese a su apoyo a Pakistán, es probablemente el actor más interesado en preservar la estabilidad regional, dada su creciente inversión en infraestructura y sus acuerdos económicos con Pakistán. Por otro lado, EE.UU. considera a India un socio clave en su estrategia para contrarrestar la creciente influencia china en el Indo-Pacífico. India es miembro del Quad (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral), junto a EE.UU., Japón y Australia, una plataforma que busca mantener un orden regional basado en reglas y frenar el expansionismo chino. Washington ve a India como un contrapeso natural a China, tanto por su tamaño como por su proyección regional.

Balance preliminar del conflicto Indo-Pakistaní de mayo de 2025

El reciente conflicto de cuatro días (del 7 al 10 de mayo) entre India y Pakistán representó la mayor escalada militar entre ambos países en décadas. Se caracterizó por un empleo masivo de medios aéreos, especialmente drones, en un escenario donde ambas potencias nucleares combinaron tecnología propia y extranjera.

Fue también un inédito enfrentamiento entre sistemas de origen occidental (en manos de India) y plataformas de desarrollo chino (utilizadas por Pakistán), lo que convirtió a este conflicto en un inesperado campo de pruebas para la industria militar china. Uno de los elementos que mayor atención despertó fue el uso táctico del misil aire-aire de largo alcance PL-15, cuya eficacia sorprendió por su capacidad de generar disrupción sin previo aviso.

Sin embargo, aún es prematuro sacar conclusiones definitivas sobre su efectividad. Se desconoce el número exacto de misiles lanzados, las contramedidas electrónicas utilizadas por los cazas indios, así como las maniobras evasivas realizadas. Cabe recordar que el PL-15 fue diseñado principalmente para neutralizar plataformas de alto valor estratégico, como aviones de alerta temprana (AWACS), cisternas y otras aeronaves con menor capacidad de maniobra que un caza de superioridad aérea; por lo que su rendimiento en enfrentamientos aire-aire contra cazas ágiles debe analizarse con cautela.

Este enfrentamiento evidenció la adopción de nuevas doctrinas por parte de ambos países. La Operación Sindoor, lanzada por India como represalia al atentado terrorista en Cachemira el 22 de abril, reflejó una postura más proactiva y ofensiva frente al terrorismo transfronterizo. A su vez, la respuesta pakistaní mostró una planificación defensiva más madura, basada en el despliegue coordinado de cazas, AWACS y misiles aire-aire de largo alcance, además de oleadas de drones de ataque.

Aunque Pakistán logró generar una sorpresa táctica inicial, especialmente con el derribo confirmado de un Rafale indio, fue India la que consiguió la superioridad operativa hacia el final del conflicto. Tras destruir varios sistemas de defensa aérea HQ-9 paquistaníes, la Fuerza Aérea India (FAI) abrió una brecha en la cobertura antiaérea enemiga, lo que permitió ataques más profundos y precisos en los días siguientes. Además, India demostró poseer un sistema integrado de defensa aérea (IADS) eficaz, capaz de interceptar y neutralizar la mayoría de los drones lanzados por Pakistán, especialmente durante la noche del 8 de mayo.

Otro dato significativo fue la ausencia de patrullas aéreas de combate (CAP) de Pakistán sobre espacio indio en los días posteriores, así como la falta de ataques con aeronaves tripuladas sobre el territorio indio, lo que sugiere una postura más contenida tras los primeros intercambios.

En resumen, el conflicto dejó lecciones importantes sobre la evolución doctrinaria, la integración de nuevas tecnologías y la utilidad práctica de los drones y misiles de largo alcance en un teatro de operaciones moderno entre potencias con capacidad nuclear.

*Fotografía de portada empleada a modo de ilustración.

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Angel Rojo
Oficial retirado de la Fuerza Aérea Argentina. Aviador Militar. Piloto de Caza Bombardeo. Oficial de Estado Mayor. Analista Universitario de Sistemas (UTN). Licenciado en Sistemas Aéreos y Aeroespaciales (IUA). Especialista en Conducción y Gestión Estratégica (IESE). Investigador Adjunto (UNDEF).

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