Por primera vez en casi veinte años, Punta Arenas volvió a convertirse en el epicentro de la cooperación hidrográfica internacional. Y no solo por la realización de la XX Reunión de la Comisión Hidrográfica Antártica (CHA), sino también por la firma de un convenio estratégico que integra a Chile en uno de los proyectos más ambiciosos de cartografía oceánica: Seabed 2030.
Ambos hechos —ocurridos en paralelo esta semana— consolidan a la ciudad austral como el “puerto natural” hacia la Antártica y a Chile como un actor técnico clave en la generación de información para la navegación y la ciencia.

Del 2 al 6 de diciembre, delegaciones de trece países llegaron hasta Punta Arenas para actualizar y coordinar sus avances en levantamientos hidrográficos, cartografía náutica y cooperación científica enfocada en el Continente Blanco.
La cita —liderada por el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA)— marca el regreso de esta reunión al país luego de 19 años.
Más allá del simbolismo, la ubicación no es casual. El propio director del SHOA, Capitán de Navío Carlos Zúñiga, destacó que el encuentro se realiza a poco más de 1.400 km de las principales áreas de operación antártica, lo que permite discutir desafíos en un entorno directamente conectado con ellos. Punta Arenas, dijo, no solo es la puerta de entrada más natural al sur del planeta, sino también el nodo logístico que ha permitido por décadas la actividad científica internacional.
Durante la semana, las delegaciones analizaron temas urgentes como el avances en producción cartográfica, mejoras en el intercambio de datos geoespaciales, la revisión del esquema de Cartas Náuticas Internacionales (INT), donde Chile ocupa un rol destacado y nuevas necesidades de levantamientos hidrográficos cooperativos en zonas críticas del Océano Austral.
La presencia del secretario general de la OHI, Dr. Mathias Jonas, reforzó el carácter estratégico del encuentro, recordando que la seguridad de navegación en una zona tan exigente depende de información precisa y continuamente actualizada.
Una alianza para mirar el fondo del océano: SHOA + fundación antártica21
En paralelo a la reunión, se concretó un paso significativo para la ciencia oceánica: un acuerdo entre el SHOA y la Fundación Antártica21, operador de naves turísticas con una fuerte presencia en aguas antárticas.
La relevancia de esta cuerdo radica en que sus barcos navegan casi 400 días por temporada acumulados, cubriendo rutas que hoy carecen de datos batimétricos detallados. Esa actividad se transformará ahora en una plataforma de recolección científica: un dispositivo autónomo provisto por el SHOA permitirá capturar información de profundidad georreferenciada durante cada trayecto.
Estos datos serán incorporados a GEBCO, la base global de batimetría impulsada por la OHI y la UNESCO, y alimentarán directamente al proyecto Seabed 2030, iniciativa internacional que busca mapear el 100% del fondo marino del planeta para el año 2030.
El acuerdo no solo amplía la cantidad de información disponible. También abre una puerta para que otros operadores antárticos se sumen, algo que el propio SHOA considera fundamental para mejorar la seguridad marítima en una región donde la navegación sigue dependiendo, en muchos sectores, de datos históricos o insuficientes.
La simultaneidad de ambos hitos —la reunión de la CHA y el convenio para recopilar datos batimétricos— proyecta un mensaje claro: Chile está apostando a un rol más activo en el desarrollo científico y logístico de la Antártica.
Punta Arenas, con infraestructura portuaria, astilleros como ASMAR Magallanes y el rompehielos “Almirante Viel” como símbolo de capacidad operativa, consolida su posición como la plataforma más cercana y eficiente para la cooperación internacional.
En tiempos en que los desafíos del extremo sur y la demanda por información precisa crece, estas colaboraciones no solo son importantes: son necesarias.
Con nuevas alianzas, mayores capacidades de recolección de datos y el foco de la comunidad hidrográfica internacional puesto sobre la región, Chile se posiciona para asumir un liderazgo técnico que tendrá impacto directo en la seguridad marítima, la ciencia polar y el conocimiento del océano global.
*Fotografía de portada empleada a modo de ilustración.
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