En medio de la creciente crisis regional y del aumento de las tensiones entre Washington y Caracas, bombarderos estratégicos Rockwell B-1B Lancer de la Fuerza Aérea de EE.UU. realizaron el 27 del corriente una nueva serie de vuelos cerca del espacio aéreo venezolano, alcanzando una distancia aproximada de 20 millas náuticas de la costa norte del país. Esta operación, la tercera en menos de dos semanas, se integra en una campaña de presión militar orientada contra el gobierno de Nicolás Maduro y las redes de narcotráfico que operan en la región, consolidando la postura de fuerza del Comando Sur estadounidense en el Caribe (USSOUTHCOM).
Los bombarderos B-1B ejecutaron su misión manteniendo los transpondedores activos, lo que sugiere una operación deliberadamente visible. Las aeronaves despegaron desde la Base Aérea de Grand Forks (Dakota del Norte, EE.UU.), reabasteciéndose en vuelo sobre Florida con el apoyo de varios Boeing KC-135 Stratotanker, antes de dirigirse hacia el sur. Durante la jornada también se registró la presencia de aeronaves de patrulla marítima P-8A Poseidon y drones MQ-9 Reaper, lo que evidencia un amplio dispositivo aéreo de reconocimiento y disuasión desplegado por Estados Unidos frente al litoral venezolano.

Las recientes incursiones de los B-1B se suman a una sucesión de operaciones de alto perfil iniciadas a mediados de octubre, cuando tres bombarderos estratégicos B-52H Stratofortress del 2nd Bomb Wing realizaron vuelos sobre el Caribe junto a cazas F-35B Lightning II del Cuerpo de Marines. Aquella fue la primera operación de este tipo en la región, abriendo paso a una presencia aérea continua que combina distintos modelos de bombarderos y aeronaves de combate. Pocos días después, el 23 de octubre, otros dos B-1B Lancer realizaron trayectorias similares, reafirmando la estrategia de proyección de poder estadounidense en el área de responsabilidad del USSOUTHCOM.
De acuerdo con fuentes del Pentágono, estas operaciones se enmarcan en la política impulsada por la administración del presidente Donald Trump, que clasifica a los cárteles de la droga como “fuerzas combatientes no estatales”. Bajo este argumento, Washington ha ejecutado ataques selectivos contra lanchas sospechosas de contrabando de drogas en el Caribe, amparándose en la declaración de un supuesto “conflicto armado” contra el narcoterrorismo.
En paralelo a los despliegues aéreos, el Departamento de Defensa ordenó el redespliegue del portaaviones de propulsión nuclear USS Gerald R. Ford (CVN-78) hacia el área de operaciones del Comando Sur. El buque insignia, acompañado por su grupo de tareas, integrado por destructores y unidades de apoyo, zarpó desde el puerto de Split, en Croacia, tras recibir la directiva presidencial de intensificar las acciones contra las organizaciones criminales transnacionales en el hemisferio occidental. Según el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, la presencia reforzada “fortalecerá la capacidad de Estados Unidos para detectar, monitorear y desarticular las actividades ilícitas que amenazan la estabilidad regional y la seguridad nacional”.

El aumento de la presencia militar estadounidense, tanto aérea como naval, refuerza una estrategia de presión disuasiva sobre el gobierno venezolano, al que Washington acusa de mantener vínculos directos con el narcotráfico. Los B-1B, capaces de lanzar misiles de crucero y bombas guiadas de precisión, representan un componente clave de esta demostración de fuerza. A ello se suman los aviones de ataque AC-130J Ghostrider, helicópteros embarcados y unidades del buque anfibio USS Iwo Jima, lo que evidencia un incremento significativo de las capacidades de proyección estadounidense en el Caribe.
Ante esta escalada, el gobierno de Nicolás Maduro respondió desplegando sistemas de defensa antiaérea Buk-M2E de fabricación rusa en la base aérea de La Carlota, en Caracas, además de afirmar que el país cuenta con más de 5.000 misiles portátiles Igla-S listos para su empleo defensivo. En declaraciones oficiales, el mandatario calificó las operaciones de Estados Unidos como “una provocación imperial” y aseguró que Venezuela está preparada para “defender su soberanía ante cualquier amenaza”.
*Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-
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