La Fuerza Aérea de EE.UU.(USAF) y la empresa Northrop Grumman continúan en conversaciones para ampliar la producción del nuevo bombardero furtivo B-21 Raider, según confirmó la presidenta y directora ejecutiva de la compañía, Kathy Warden, el 21 de octubre. La ejecutiva señaló que actualmente varios B-21 se encuentran realizando pruebas en tierra, mientras que dos unidades ya participan en vuelos de ensayo.
Durante una conferencia sobre los resultados financieros de la empresa, Warden indicó que el segundo B-21 comenzó a volar en septiembre y que las pruebas en curso permiten “validar el rendimiento y minimizar el riesgo”. Añadió que esta segunda aeronave marca un avance en la campaña de ensayos, al pasar de la evaluación de las cualidades de vuelo a la integración de sistemas de armas y de misión.

El progreso del programa abre la posibilidad de que la Fuerza Aérea adjudique los contratos de adquisición anticipada de los lotes de producción inicial de baja cadencia (Lot 3 y Lot 5) antes de que finalice 2025. “Estamos en conversaciones activas con el cliente que permitirían acelerar el ritmo de producción”, señaló Warden, en referencia a la asignación de 4.500 millones de dólares aprobada por el Congreso estadounidense para ampliar la capacidad productiva del B-21.
La ejecutiva explicó que las tasas de producción, los plazos y los resultados de las negociaciones con la Fuerza Aérea definirán el panorama financiero del programa. También reconoció que el proceso se ha visto demorado por el cierre parcial del gobierno, aunque estimó que las conversaciones se reanudarán pronto. “Esperamos que en los próximos meses tengamos mayor claridad sobre cómo podría ser esa aceleración”, afirmó.
En caso de concretarse un acuerdo, Warden anticipó que Northrop Grumman realizará inversiones adicionales para alcanzar el incremento de la producción, con la posibilidad de obtener mejores márgenes de rentabilidad. Sin embargo, aclaró que la ampliación de la capacidad productiva es independiente de una eventual decisión sobre aumentar el número total de bombarderos a fabricar.

Hasta el momento, el programa B-21 ha representado para la empresa un esfuerzo con márgenes reducidos, debido a que los primeros lotes se producen bajo contratos de precio fijo. En abril, Northrop Grumman reportó una pérdida de 477 millones de dólares vinculada a un “cambio de proceso” destinado a agilizar la producción. Warden precisó que un aumento del ritmo de fabricación implicaría mayores ventas y requeriría nuevas inversiones, aunque se espera que estas sean compensadas por un incremento de los retornos en el largo plazo.
Por su parte, el director financiero de la empresa, Ken Crews, señaló que durante el tercer trimestre se revisaron las estimaciones para completar la fase de producción inicial a bajo ritmo del programa, sin cambios significativos respecto de las pérdidas previamente reconocidas. Añadió que los costos superiores a los esperados en las aeronaves de prueba fueron compensados en gran medida por una “reestructuración del contrato”.
La expansión del programa B-21 no fue incluida en las proyecciones de crecimiento futuro de Northrop Grumman, ni tampoco un eventual contrato para el F/A-XX, la versión naval del programa de superioridad aérea de próxima generación. Sobre este último, Warden comentó que un posible triunfo no se traduciría en un incremento inmediato de ingresos, dado que se trata de un programa de desarrollo con márgenes más bajos pero de tipo “cost-plus”, es decir, con retornos razonables.

El B-21 Raider, considerado la próxima columna vertebral de la Fuerza de Bombarderos Estratégicos de la USAF, está diseñado para reemplazar a los B-1 Lancer y B-2 Spirit. Su objetivo es garantizar la capacidad de disuasión estratégica mediante misiones de ataque profundo y de largo alcance, capaces de penetrar defensas aéreas avanzadas. La Fuerza Aérea espera que el nuevo bombardero entre en servicio en 2025, con un plan de producción de al menos 100 unidades.
*Imágenes a modo ilustrativo.
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