En medio de un prolongado debate sobre la situación presupuestaria y operativa de las Fuerzas Armadas, el Senado de Brasil aprobó un proyecto de ley que autoriza la asignación de 30.000 millones de reales en fondos adicionales para programas estratégicos de defensa nacional. La medida, que recibió 57 votos a favor y solo 4 en contra, permitirá destinar 5.000 millones de reales por año durante seis años, en un intento por recuperar el ritmo de modernización de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, severamente afectadas por restricciones presupuestarias.

El proyecto, identificado como PLP 204/2025, fue impulsado por el senador Carlos Portinho (PL-RJ) y aprobado en una versión modificada propuesta por Randolfe Rodrigues (PT-AP), líder del gobierno en el Congreso. Este último texto, que incorporó sugerencias de los propios mandos militares, busca garantizar una fuente de financiamiento estable para los principales programas de defensa, entre ellos el Sistema Integrado de Monitoreo de Fronteras (Sisfron), el Programa de Desarrollo de Submarinos (PROSUB) y la renovación de la flota de cazas Gripen de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB).

Según Rodrigues, el objetivo central del proyecto es dar previsibilidad a la ejecución de programas que suelen verse interrumpidos por falta de fondos, lo cual genera pérdida de capacidades, deterioro de equipos y sobrecostos derivados de la renegociación de contratos. Portinho, por su parte, señaló que los atrasos en pagos internacionales, como en el caso del contrato de los cazas F-39E Gripen, ya ocasionaron considerables pérdidas. Al respecto, afirmó que “lo que es necesario es asegurar el cumplimiento de los compromisos y la continuidad de la industria de defensa”.

La aprobación del proyecto se produce en un contexto delicado para las Fuerzas Armadas brasileñas. En el primer semestre de 2025, la Fuerza Aérea Brasileña registró la baja de 41 pilotos, superando el total de deserciones de todo 2024. Según datos oficiales, entre enero de 2023 y mayo de 2025, 88 aviadores dejaron la institución, principalmente primeros tenientes y capitanes. Esta fuga de personal, atribuida a salarios poco competitivos y limitaciones presupuestarias, comenzó a afectar la operatividad de escuadrones y la disponibilidad de aeronaves en unidades clave.

Frente a este escenario, la FAB enfrenta dificultades operativas con su flota de combate, particularmente los F-5M Tiger II y los AMX A-1. Para revertir esta situación, se evalúa la compra de 12 cazas Gripen C/D usados a Suecia como alternativa transitoria para reemplazar a los veteranos F-5M, en servicio desde hace cinco décadas. Esta opción permitiría sostener la capacidad de defensa aérea mientras continúan las entregas previstas en el programa F-X2. Sin embargo, los retrasos acumulados y la complejidad del proyecto extendieron su finalización hasta 2032, con un incremento de costos estimado del 13% respecto de lo previsto originalmente.

En el ámbito naval, el Programa de Desarrollo de Submarinos (PROSUB) avanza con la construcción local de cuatro unidades clase Riachuelo, basadas en el diseño francés Scorpène, y el desarrollo del primer submarino nuclear brasileño, el SN Álvaro Alberto. Dos de los submarinos convencionales —el Riachuelo (S-40) y el Humaitá (S-41)— ya se encuentran en servicio, mientras que el Tonelero (S-42) realiza pruebas de mar y el Almirante Karam (S-43) se aproxima a su finalización. El proyecto nuclear, cuyo reactor experimental aún se encuentra en fase de ensamblaje, apunta a su entrega hacia 2034.

El Ejército Brasileño, por su parte, también experimentó avances recientes tras autorizar la compra de misiles antitanque FGM-148F Javelin a los Estados Unidos mediante el programa Foreign Military Sales (FMS). El acuerdo, aprobado el 23 de septiembre por el Comando Logístico (COLOG), incluye 15 lanzadores LWCLU y una revisión de líneas de suministro por un monto total estimado en 31 millones de dólares. Este avance resulta especialmente significativo luego de que, en agosto pasado, las Fuerzas Armadas expresaran su preocupación ante la posibilidad de quedar excluidas del FMS por tensiones diplomáticas entre Brasilia y Washington.

La decisión del Senado fue celebrada por amplios sectores del arco político, incluyendo figuras como Hamilton Mourão (Republicanos-RS) y Marcos Pontes (PL-SP), quienes destacaron que “mantener Fuerzas Armadas modernas y operativas no es un gasto, sino una inversión estratégica del Estado brasileño”. No obstante, desde la oposición se advirtieron críticas sobre la proliferación de excepciones fiscales impulsadas por el gobierno. Para el senador Rogério Marinho (PL-RN), “la meta fiscal ya no se cumple y las excepciones se vuelven regla”, aunque admitió que “las Fuerzas Armadas necesitan estar bien equipadas, motivadas y remuneradas”.

Con la aprobación de este fondo extraordinario, el Gobierno de Brasil busca recomponer la confianza del sector militar y consolidar una política de defensa sostenida en el tiempo. Los recursos aprobados representan no solo un impulso financiero, sino también un gesto político de reconocimiento hacia instituciones que, en los últimos años, manifestaron su descontento por la falta de apoyo.

Imágenes empleadas con carácter ilustrativo.

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