Evaluando posibles opciones para la renovación de su flota de superficie, autoridades de la Real Armada Real de Nueva Zelanda manifestaron su interés en evaluar una potencial propuesta por nuevas fragatas furtivas clase Mogami por parte de Japón. La novedad se dio en el marco del reciente encuentro bilateral entre el Jefe de la armada neozelandesa, contralmirante Garin Golding, y el ministro de Defensa nipón, Gen Nakatani. Según lo trascendido, las conversaciones giraron en torno a la posibilidad de que Nueva Zelanda pueda considerar la versión mejorada de las fragatas japonesas, denominada como “FFM”, las cuales incorporan avances en materia de sensores, sistemas de combate y capacidades de sigilo con respecto a los buques iniciales de la clase, como una opción para el futuro reemplazo de las fragatas Anzac; emulando lo realizado por la Armada Australiana.

El reciente acercamiento entre Wellington y Tokio no es casualidad: se da en un contexto regional marcado por el aumento de la actividad naval de la Armada del Ejército Popular de Liberación de China (PLAN) en el Indo-Pacífico. Durante el encuentro, el contralmirante Golding subrayó la intención de su país de profundizar su cooperación en materia de defensa con Japón, destacándolo como “un socio estratégico clave con quien reforzar la interoperabilidad y el entrenamiento conjunto”.

Actualmente, la Armada Real de Nueva Zelanda opera dos fragatas clase ANZAC, la HMNZS Te Kaha y HMNZS Te Mana, incorporadas en la década de 1990 y modernizadas en los últimos años. Sin embargo, el Ministerio de Defensa se encuentra evaluando la incorporación de una nueva generación de buques que permita reemplazar estas unidades durante la próxima década, en el marco de un plan de recapitalización de capacidades navales de superficie. 

Fragata clase ANZAC

Sobre esta base, se busca que las nuevas unidades cumplan con ciertos requerimientos cómo: poseer capacidades de defensa aérea, guerra antisubmarina y vigilancia marítima de largo alcance, con énfasis en la interoperabilidad con fuerzas aliadas del Indo-Pacífico. Con estos requerimientos, la propuesta japonesa aparece como una opción viable debido a su perfil modular, alto grado de automatización de proceso, tripulación reducida y un diseño que le brinda una baja firma de radar para operar de forma sigilosa en entornos marítimos disputados.

La elección australiana de la clase Mogami

La posible consideración neozelandesa de la clase Mogami se vincula también con los actuales planes llevados a caso por Australia, país que a principios de agosto seleccionó la versión mejorada de la clase como su próxima generación de fragatas. Canberra planea adquirir un total de once unidades, donde las tres primeras se construirán en Japón — con entrega prevista del primer buque para 2029— y las ocho restantes en el astillero local Henderson, ubicado en Australia Occidental.

Con estos antecedentes, y considerando el Tratado de Seguridad ANZUS, firmado en 1951 entre Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, la alineación de intereses que podrían confluir en una plataforma naval común de nueva generación, emulando los realizado en pasado con la clase Anzac, entre ambos países no resulta inesperada. Una eventual elección neozelandesa de las fragatas furtivas reforzaría la interoperabilidad y cooperación regional en materia de defensa marítima, consolidando la creciente presencia japonesa como proveedor estratégico en el Pacífico.

*Fotografías empleadas a modo de ilustración.

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