Prácticamente a la par que se daba a conocer que Irán habría recibido cazas MiG-29 mientras espera a sus nuevos Su-35S, fue deslizado por legisladores del régimen que el país también estaría negociando la compra de nuevos sistemas de defensa aérea HQ-9 y S-400 con China y Rusia respectivamente, buscando reequipar a sus Fuerzas Armadas. La cuestión resulta de especial relevancia, considerando que de tener éxito, ello le permitiría reforzar una red antiaérea sumamente mermada tras los ataques israelíes y estadounidenses durante las operaciones “Midnight Hammer” y “Rising Lion”.

Ampliando en detalles, la novedad se desprende de declaraciones emitidas por Abolfazl Zohrevand, legislador iraní que se desempeña como miembro del comité de seguridad nacional del parlamento; mismo que reveló lo mencionado sobre la supuesta recepción de cazas rusos. En sus propias palabras, Teherán estaba negociando la llegada de “cantidades significativas” de nuevos sistemas antiaéreos de origen chino y ruso, celebrando que ello facilitaría a Irán fortalecer sus capacidades en el futuro cercano. Sin embargo, es importante destacar que ni desde Moscú ni desde Pekín se confirmaron dichas expresiones, dejando abierta la puerta para dudas y especulaciones sobre su veracidad.
Cabe recordar en este sentido, que la columna vertebral de la defensa aérea iraní estaba compuesta por los sistemas S-300 de origen ruso, de los cuáles Irán había adquirido suficientes unidades para conformar cuatro batallones a partir del año 2016. Según es reportado por medios locales, el país ya los habría perdido por completo durante las mencionadas operaciones israelíes y estadounidenses, siendo este un aspecto clave en la previa del bombardeo sobre las principales instalaciones nucleares iraníes llevado a cabo por bombarderos B-2 de la Fuerza Aérea de EE.UU; mismos que salieron completamente indemnes de su misión.

En ese sentido, el régimen iraní busca recuperar y ampliar este tipo de capacidades sumamente mermadas, como así también diversificar su origen para evitar incurrir en la dependencia de un sólo proveedor; que ya se ve exigido a causa de la guerra en Ucrania y su ya existente cartera de pedidos. Un posible ejemplo de ello se halla en la reciente noticia que involucra a los sistemas S-400 vendidos por Rusia a Turquía en el año 2017 y que ahora el Kremlin busca recuperar, siendo las principales hipótesis que esto responde a la necesidad de ponerlos en manos de sus propias Fuerzas Armadas en el frente ucraniano, o en su defecto, para ser entregados a potenciales clientes extranjeros. La India, y ahora Irán, se erigen como principales apuntados.
Mas allá de estas cuestiones, es importante resaltar también que desde el aspecto técnico la potencial llegada de nuevos sistemas HQ-9 y S-400 representaría un gran salto de capacidades para Irán, constituyéndose como dos de los sistemas mas modernos disponibles en China y Rusia. En el caso del primero de estos armamentos, estamos hablando de sistemas con la capacidad de alcanzar objetivos dentro de un rango máximo que oscila entre 200 y 250 kilómetros según las fuentes, resultando útiles para neutralizar aeronaves, drones y algunos tipos de misiles de largo alcance. Los S-400 por su parte, llevan dicho rango hasta los 400 kilómetros, generando un binomio que se complementa para abordar diversos tipos de amenazas.
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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