En el marco de un nuevo conflicto diplomático entre Bogotá y Washington, Colombia anunció que suspenderá la compra de armamento militar a los EE.UU. para equipar a sus Fuerzas Armadas. La medida fue dada a conocer tras la decisión de la administración de Donald Trump de descertificar a Colombia como socio en la lucha antidrogas, alegando el incumplimiento de compromisos para frenar el narcotráfico y el incremento en los cultivos de coca. Frente a esto, la decisión adoptada por el gobierno del presidente Gustavo Petro y de su gabinete marca un punto de quiebre en la histórica cooperación en defensa entre ambos países.
El detonante de esta ruptura fue la acusación de los EE.UU. de que el gobierno colombiano no solo había fallado en controlar la producción de cocaína, sino que había permitido un incremento sin precedentes. La descertificación, aunque en gran medida simbólica, supone un fuerte golpe político y diplomático, pues coloca a Colombia, tradicional aliado de Estados Unidos, en la misma categoría que países como Bolivia, Myanmar o Venezuela en materia antidrogas. Ante esta situación, Petro respondió con firmeza, asegurando que Colombia no aceptará “chantajes” ni dependerá más de las “limosnas” de su principal socio militar.

La suspensión de compras de armas estadounidenses abre interrogantes sobre la capacidad de modernización y sostenimiento de las Fuerzas Armadas colombianas. La dependencia histórica del material norteamericano en áreas como aviación, inteligencia y logística plantea riesgos inmediatos para la operatividad de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, que enfrentan una renovada ofensiva de grupos armados financiados por el narcotráfico. El trasfondo del narcotráfico es central en esta disputa.
Para la administración Trump, el aumento del 70 % en los cultivos de coca refleja un fracaso de la política antidrogas de Petro, mientras que el mandatario colombiano insiste en que el verdadero problema radica en el consumo en EE.UU. y Europa. En vista de la política exterior de la actual gestión, a principios de año EE.UU. suspendió el apoyo logístico a los helicópteros Black Hawk donados a la Policía Nacional de Colombia para la lucha contra el narcotráfico, sumados a una pausa en los envíos de los blindados M1117.

También se registra el antecedente de 2024, cuando Petro suspendió la adquisición de material militar a Israel tras la ofensiva en Gaza. En ese momento, la medida provocó gran incertidumbre en las Fuerzas Armadas, especialmente en torno al sostenimiento de la flota de cazabombarderos IAI Kfir, dependientes del soporte israelí. Finalmente, a inicios de 2025, Bogotá debió retomar la cooperación técnica con IAI para garantizar el mantenimiento de esos aviones. Ese episodio permite trazar una analogía respecto a la situación actual con Estados Unidos, sugiriendo que la suspensión podría ser temporal y que primará la necesidad operativa de las FF.AA.
Cabe destacar que, en el ultimo año, la cooperación bilateral ha tenido gran relevancia en distintos frentes. En agosto de 2025 concluyó el ejercicio multinacional Relámpago de los Andes 2025, donde la Fuerza Aérea de los EE.UU. desplegó cazas F-16, aviones C-17, KC-135 y HC-130J en territorio colombiano, integrando por primera vez instancias de superioridad aérea y asistencia humanitaria. Asimismo, en mayo de este año la Guardia Costera de EE.UU. confirmó la transferencia de sus tres últimos patrulleros clase Island —USCGC Naushon, Mustang y Liberty— a la Armada de Colombia bajo el programa de Artículos de Defensa Excedentes (EDA), reforzando las capacidades de patrullaje marítimo y control de aguas jurisdiccionales del país.

El impacto de la decisión no se limita al ámbito militar, ya que también plantea interrogantes sobre la capacidad de sostenimiento y modernización de las Fuerzas Armadas colombianas. La suspensión de compras a Estados Unidos representa un movimiento arriesgado en términos de defensa, al reducir el acceso a uno de sus principales proveedores de equipamiento, aunque al mismo tiempo refuerza la idea de diversificar socios y apostar por mayores niveles de autonomía. Tal como ocurrió con el episodio de Israel y los cazabombarderos Kfir, será el tiempo y las necesidades operativas los que determinen si esta postura se mantiene o si Colombia deberá retomar vínculos con su tradicional aliado.
Imágenes empleadas en carácter ilustrativo.-
Tal vez te interese: ZM en F-AIR 2025 – Con gran concurrencia y espectáculos aéreos inició la Feria aeroespaciales más importante de Colombia






