En el marco de un evento realizado por el Instituto Mitchell de Asuntos Aeroespaciales, el teniente general Andrew Gebara de la Fuerza Aérea de EE.UU. dio a conocer que la institución prevé iniciar a fines de año los vuelos de prueba con el segundo de los nuevos bombarderos furtivos B-21 Raider, marcando un nuevo paso para las actualizaciones que el país encara en sus capacidades nucleares. Se trata de importantes declaraciones, considerando que dicha autoridad es el actual subjefe del Estado Mayor para disuasión estratégica e integración nuclear estadounidense, uno de los principales impulsores del programa en cuestión.
Recogiendo algunas de sus propias declaraciones: “Hemos realizado el trabajo inicial de I+D; hemos comenzado las pruebas de vuelo; creo que declaramos públicamente recientemente que creemos que el segundo avión despegará pronto. Así que todos estos resultados son excelentes indicadores de éxito y de un programa que avanza a tiempo, dentro del presupuesto y produciendo (…) Creo que sucederá antes de fin de año, pero nunca les daremos una fecha artificial que tengan que fijar si eso no lleva el programa de pruebas a donde debe estar.“

Por otra parte, el teniente general Gebara aprovechó la ocasión para deslizar la potencial necesidad a futuro de expandir la cantidad de bombarderos B-21 Raider con los que contará la Fuerza Aérea de EE.UU., sumándose así a un abanico mas amplio de autoridades de la institución y funcionarios del Pentágono que ya vienen allanando el terreno para un anuncio de este tipo. Resulta útil recordar en ese sentido, que la USAF prevé incorporar una flota de 100 aviones. En palabras del propio Gebara: “Creo que nuestra fuerza de disuasión nuclear y el programa que tenemos registrado para ella son absolutamente necesarios, pero podrían resultar insuficientes en el futuro (…) La pregunta, entonces, es: si pudiera ser insuficiente, ¿qué debemos hacer para que sea suficiente en el futuro? Ese es el trabajo que aún queda por hacer.”
Ampliando sobre esa línea, los reportes iniciales de medios especializados estadounidenses apuntaron a que existe la posibilidad de que la institución busque llevar el número antes mencionado hasta los 145 ejemplares, lo que permitiría no sólo ampliar las capacidades de disuasión en el marco de la tríada nuclear, sino que también en el ámbito convencional. Sin embargo, el teniente general Gebara no indicó un número en específico para esa potencial ampliación de pedidos, ni tampoco si la Fuerza Aérea tenía alguna fecha estipulada para tomar una decisión al respecto. Lo que si deslizó, es que aún tomará varios años que la flota de B-21 termine de quedar conformada, brindando un margen considerable para el desarrollo de estrategias futuras.

Cabe recordar en ese sentido que el fabricante de estas aeronaves furtivas, Northrop Grumman, ya ha recibido a finales del año pasado un segundo contrato de producción inicial a bajo ritmo, mientras que a pocos meses expresaba su intención de avanzar junto a la Fuerza Aérea en planes para acelerar el ritmo del programa. La cuestión no es en absoluto menor, teniendo en cuenta que ello también facilitaría a la institución poder avanzar en el reemplazo de sus mas antiguos sistemas B-1 Lancer y B-2 Spirit que actualmente mantiene en servicio.
Finalmente, no puede dejar de mencionarse que la Fuerza Aérea de EE.UU. también develó en junio al diseño del que será el nuevo misil de crucero nuclear AGM-181A LRSO que formará parte de los arsenales del B-21, mismos que han sido pensados como reemplazo de los actuales misiles AGM-86B Air Launched Cruise Missile (ALCM). Para el programa B-21, este también es un aspecto clave a considerar, en tanto dicho armamento forma parte crucial de las capacidades de disuasión junto a las bombas B61-12 y B61-13 que también pueden desplegar los bombarderos.
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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