Durante este año, los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina seleccionados para operar los cazas F-16 adquiridos en el marco del programa Peace Condor realizarán entrenamientos especializados en condiciones extremas. Entre las actividades programadas se incluye la utilización de la centrífuga humana de la Base Aérea Wright-Patterson, en EE.UU., una de las instalaciones más avanzadas del mundo en esta materia, para llevar a cabo pruebas de resistencia a fuerzas G.
La centrífuga, operada por el 711th Human Performance Wing de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, permite simular las fuerzas de aceleración que enfrentan los pilotos de combate durante maniobras de alta exigencia. Se trata de un recurso que hasta hace poco estaba reservado únicamente a pilotos y astronautas estadounidenses, pero que actualmente es empleado también por aviadores de países aliados, entre ellos la Fuerza Aérea Argentina.

Entrenamiento bajo condiciones extremas
El dispositivo reproduce situaciones en las que los pilotos pueden verse sometidos a fuerzas de hasta nueve veces la gravedad terrestre (9G). Estas condiciones pueden provocar visión en túnel, pérdida momentánea de visión (blackout) o pérdida de conciencia por fuerza G (G-LOC).
Durante las sesiones, los pilotos practicarán técnicas de respiración y tensión muscular conocidas como AGSM (Anti-G Straining Maneuver), diseñadas para evitar que la sangre descienda desde el cerebro y cause desmayos. También entrenarán el reconocimiento temprano de síntomas previos al G-LOC y realizarán tareas cognitivas en escenarios de combate simulados bajo estrés fisiológico.
Cada cabina de la centrífuga está equipada con controles de avión y pantallas de alta definición, lo que genera una experiencia inmersiva semejante a un vuelo real, por lo que será una experiencia sumamente enriquecedora para los futuros pilotos argentinos.

Tecnología especializada
La instalación de Wright-Patterson es operada conjuntamente por el 711th Human Performance Wing y la United States Air Force School of Aerospace Medicine (USAFSAM), ambas integradas en el Air Force Research Laboratory (AFRL). Estas entidades trabajan en conjunto para combinar precisión científica, realismo operacional y exigencia fisiológica en cada sesión.
El complejo dispone de tres cabinas intercambiables: una para entrenamiento, otra para investigación médica y una tercera para pruebas avanzadas. Además, cuenta con una sala de control virtual que permite recrear escenarios de batalla en red, incrementando el realismo del entrenamiento.

Participación argentina
La Fuerza Aérea Argentina envió a llevar a cabo, a sus futuros pilotos de F-16, a estas pruebas como parte de su preparación para operar aeronaves de alto rendimiento adquiridas a Dinamarca. La experiencia en la centrífuga resulta clave para la adaptación al combate supersónico y a las exigencias físicas impuestas por este tipo de aeronaves.
“Creés que estás bien hasta que te piden escribir tu nombre y ni siquiera podés sostener la lapicera”, relató uno de los aviadores tras el ejercicio, en referencia a la rápida pérdida de capacidades que provoca la falta de oxígeno.

La hipoxia puede generar mareos, visión borrosa, euforia y desorientación en cuestión de segundos. En esas condiciones, el denominado “Tiempo Útil de Conciencia” (TUC) puede reducirse a menos de un minuto, lo que convierte a estos entrenamientos en una instancia crítica dentro de la formación de los pilotos de combate.
Una etapa clave
La inclusión de aviadores argentinos en entrenamientos de esta magnitud representa un paso importante dentro del Programa Peace Condor y contribuye a la modernización de la Fuerza Aérea Argentina. El proceso de formación apunta a garantizar la preparación física y mental necesaria para operar los F-16, incorporando estándares de instrucción utilizados por fuerzas aéreas de alcance global.
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