Con el Océano Pacífico como escenario y una geografía estratégica de fondo, la Armada de Chile y la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón (JMSDF) protagonizaron un ejercicio naval conjunto frente a las costas de Valparaíso, Viña del Mar y Concón. Lejos de ser una postal diplomática, la operación combinada dejó en evidencia de la interoperabilidad alcanzada y el interés mutuo por afianzar lazos en un espacio marítimo común y cada vez más relevante.
En la actividad participaron la Fragata FF-11 “Capitán Prat”, el Buque Escuela “Kashima” y el Destructor “Shimakaze”, integrantes de la flotilla de instrucción japonesa que realiza su crucero anual de formación por Sudamérica.

El ejercicio comenzó con una navegación costera en formación cerrada, para luego ejecutar maniobras tácticas en alta mar. Según explicó el comandante de la “Capitán Prat”, Capitán de Navío Edward Gibbons, las unidades realizaron evoluciones de navegación en estación, comunicaciones visuales y procedimientos tácticos estandarizados.
“Fue una operación exigente y coordinada que demostró el alto nivel de preparación de nuestra dotación. Pero, además, permite fortalecer lazos con marinas de países amigos y avanzar en interoperabilidad, que hoy es clave en cualquier escenario naval moderno”, subrayó.
Capacidades en juego:
Fragata “Capitán Prat” (FF-11)
La unidad chilena de la clase Adelaide, adaptada a los requerimientos nacionales. Está equipada con misiles Harpoon, sistemas de defensa aérea basados en los misiles Evolved Sea Sparrow y SM-2, sonar de casco y radar de búsqueda AN/SPS-49, además de operar helicópteros de exploración o combate naval. Es una plataforma multipropósito, óptima para misiones ASW, antisuperficie y control del espacio aéreo naval.
JS “Kashima” (TV-3508)
Buque escuela de la JMSDF, con un diseño orientado a la formación de oficiales, pero con capacidad operativa secundaria. Dispone de cañones de 76 mm, CIWS Phalanx y espacio para helicópteros SH-60J. Actúa como instrumento de diplomacia naval y proyección estratégica japonesa en ultramar.
JS “Shimakaze” (DDG-172)
Destructor lanzamisiles de la clase Hatakaze. A pesar de sus años en servicio, sigue siendo un escolta oceánico robusto, equipado con misiles SM-1MR, misiles antibuque Type 90, sistemas de defensa de punto y capacidades ASW. Representa la cara más combativa de la flotilla japonesa.
Lecciones y alcances:
El objetivo principal fue comprobar procedimientos comunes y compatibilidad doctrinaria. Las armadas compartieron estándares de comunicación, navegación táctica y coordinación operativa bajo reglas OTAN adaptadas.
Este tipo de entrenamiento permite a Chile medirse con marinas tecnológicamente avanzadas, validar el alistamiento de sus unidades y mantener su doctrina actualizada en un entorno multinacional. Para Japón, representa una oportunidad de proyectar presencia en el hemisferio sur y reforzar alianzas en el Pacífico.
No es casual que Japón elija Chile como punto de encuentro. En un escenario global donde el Indo-Pacífico se consolida como eje geopolítico, el Pacífico Sur adquiere valor como ruta segura, estable y bien gestionada. Chile, con una costa extensa, acceso a la Antártica y posición privilegiada, se transforma en socio natural de ejercicios navales de alcance internacional.
Además, el contacto regular con dotaciones extranjeras permite intercambio de experiencias, formación cruzada y, no menos importante, la generación de confianza operativa mutua.

Esta no han sido la única oportunidade en que ambas armadas han cooperado en actividades navales, ya que desde la primera visita del buque escuela japonés a Valparaíso el año 2008, las armadas de Chile y japón han tenido un intercambio académico en el ámbito logístico y doctrinario (2015). Además de la participación chilena en actividades con la JMSDF en Yokosuka (2019)
El ejercicio conjunto entre la Armada de Chile y la JMSDF no solo refuerza vínculos institucionales. Es, ante todo, una oportunidad para elevar el nivel profesional, comparar capacidades, intercambiar doctrinas y demostrar, en la práctica, que las alianzas marítimas se construyen con hechos y maniobras, no solo con visitas protocolares.
En un mundo donde el mar vuelve a estar en el centro de la estrategia global, la interoperabilidad es más que un concepto: es una ventaja operativa que se entrena y se consolida con ejercicios e intercambios.
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