Confirmando rumores surgidos durante el mes de mayo, en pleno desarrollo de la llamada Operación Sindoor, oficiales entrevistados de ambos bandos involucrados confirmaron que los misiles PL-15E con los que China equipó a los cazas J-10C de la Fuerza Aérea de Pakistán fueron el elemento clave para que estos pudieran derribar a los cazas Rafale de producción francesa que volaban los pilotos indios. Particularmente, se habló de fallos de inteligencia respecto a la estimación del alcance de este tipo de armamento, el cuál sería capaz de atacar objetivos situados hasta 200 kilómetros de distancia.

Ampliando en detalles, un reporte de Reuters indicó que los oficiales indios consultados confiaban en que sus aeronaves Rafale podrían mantenerse seguras a una distancia que superara la marca de los 150 kilómetros, el alcance que hasta ahora se estimaba para los mencionados misiles chinos en su variante de exportación. Ello facilitó lo que las contrapartes pakistaníes llamaron una “emboscada“, en la que también fueron empleados diversos sistemas de guerra electrónica para interferir los equipos de las aeronaves de la Fuerza Aérea India, aprovechado este fallo de inteligencia para atacar blancos con los misiles de probada eficacia a largo alcance.

Cabe recordar en este punto, que la India aún no ha reconocido oficialmente que alguno de sus Rafale fuera efectivamente derribado durante los enfrentamientos con sus contrapartes pakistaníes, y mucho menos, los errores de inteligencia que los oficiales consultados deslizaron durante la entrevista. Sin embargo, la noticia de los derribos tuvo un impacto real y no sólo en términos del combate entre ambos países vecinos, sino que también en la lejana Europa.

Siguiendo esa línea planteada, es menester recordar que durante el mes de junio, el jefe de la Fuerza Aérea Francesa dio a conocer públicamente que el mismo había visto la evidencia respecto de las pérdidas de aeronaves indias; incluyendo en ese grupo a los cazas Rafale y Sukhoi operados por el país. Casi a la par que ello ocurría, ejecutivos de la empresa Dassault también dieron cuenta de ello frente a legisladores franceses, aunque omitieron brindar detalles precisos. Para la propia compañía los derribos también tuvieron un impacto poco favorable, considerando la baja del precio de sus acciones al momento de conocerse los derribos.

Finalmente, resulta importante hacer mención del rol de lo que oficiales pakistaníes han denominado como “cadenas de ataque“, lo que puede traducirse como una amplia red de sensores terrestres, aéreos y espaciales de vigilancia aérea. Acorde a lo declarado por los funcionarios pakistaníes, la conformación de esta red permitió que sus J-10C ampliaran considerablemente su conocimiento situacional durante sus operaciones, incluso permitiendo que vuelen sin prender sus propios radares para dificultar su detección.

Dicha red a su vez contaba con diversos equipos de origen chino, coordinados por un sistema Data Link 17 desarrollado en territorio pakistaní, complementados por al menos un avión de vigilancia de origen sueco. Su relevancia fue tal, que una vez terminadas las mas recientes hostilidades, China envió a una delegación de autoridades de su Fuerza Aérea para evaluar como Pakistán había logrado conformar esta red y emplearla en combate; destacándose entre sus miembros la presencia del teniente general Wang Gang.

*Imágenes empleadas a modo ilustrativo – Fotografía de portada Fuerza Aérea de Pakistán.

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