*Por Schweizer, Santiago Adolfo.
La Guerra de Corea inició en 1950 y en 1953 se firmó un armisticio que detuvo la confrontación existente. Lo peculiar de este conflicto es que, más de 70 años después, permanece vigente. La firma de un armisticio no significó un tratado de paz definitivo, y la continua tensión y militarización existente en la península, convierten a este conflicto en un caso paradigmático de guerra latente con implicancias globales.
Lejos de ser un acontecimiento del pasado, la tensión siempre latente en la península de Corea sigue condicionando la dinámica de seguridad en el continente asiático y la arquitectura internacional de poder. Los intereses geoestratégicos de China y Estados Unidos se entrelazan con el propio destino y autonomía de Corea del Sur y Corea del Norte. La primera, desarrollada económica y democráticamente, depende militarmente de Washington; mientras que la segunda, internacionalmente aislada y nuclearmente armada desde 2006, se sostiene gracias al apoyo de Beijing. La tensión entre estas fuerzas parece no tener fin, lo que termina configurando un equilibrio y un escenario inestable de manera perpetua.
Este escrito analiza la vigencia actual de la Guerra de Corea como un conflicto armado internacional no resuelto, explorando sus raíces históricas, su evolución reciente y su relevancia internacional. A su vez, se problematiza el papel de los actores globales en el mantenimiento del status quo, y se reflexiona sobre las posibilidades de una reunificación coreana en un contexto de creciente rivalidad entre potencias.
Orígenes de la guerra
Tras la Segunda Guerra Mundial, donde se coronaron victoriosos los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), una pluralidad de escenarios se vio envuelta en una disputa por la redistribución de poder global entre ambos Estados. Uno de los escenarios más calientes en un contexto de Guerra Fría fue la península de Corea. Ocupada desde 1910 por el Imperio Japonés, las potencias vencedoras dispusieron dividir la región en dos zonas de ocupación a lo largo del paralelo 38. En 1948, se instaura en el norte la República Popular Democrática de Corea, un régimen comunista bajo el mando de Kim Il-Sung y apoyo soviético, mientras que en el sur se proclama la República de Corea con Syngman Rhee como su primer presidente y bajo el paraguas estadounidense. La división (que se había pautado como provisional) se transformó en permanente debido a la creciente polarización ideológica.
Los prospectos de una reunificación negociada se disolvieron cuando, en 1950, Corea del Norte invade sorpresivamente el sur de la península con el objetivo de unificarla bajo control comunista. La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar, y bajo una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, conformó una coalición internacional para apoyar a Corea del Sur. Así, la guerra se transformó en un conflicto armado internacional con la presencia de actores externos. Por su parte, China también se involucró en el conflicto, en defensa de Corea del Norte (Woo, 2023).
El conflicto activo duró hasta 1953, cuando las partes firmaron un armisticio. Sin embargo, la guerra no terminó formal ni legalmente debido a la ausencia de un tratado de paz, lo que dejó al conflicto sin resolución oficial. Las principales consecuencias de la Guerra de Corea fueron el reforzamiento de una península dividida en dos Estados antagónicos, atravesados por intereses geoestratégicos de potencias internacionales, el congelamiento de un conflicto plausible de resurgir y el establecimiento de una de las fronteras más militarizadas del mundo (Cumings, 2010).
En términos de seguridad internacional, el conflicto en la península de Corea representa un ejemplo de proxy war en el contexto bipolar de la Guerra Fría, donde la URSS y Estados Unidos apoyaron a bandos opuestos sin enfrentarse directamente. La continuidad del conflicto hasta la actualidad (con fluctuaciones entre períodos de relativa estabilidad y períodos de alta tensión) presenta un desafío para la estabilidad del continente asiático y el sistema internacional.
Un conflicto vigente
Como se especificó en el apartado anterior, nunca se firmó un tratado de paz entre las dos Coreas. El armisticio firmado en 1953 pausó temporalmente la confrontación, pero no puso fin a la Guerra de Corea. Por lo tanto, Corea del Sur y Corea del Norte continúan en estado de guerra. Esto explica y justifica la presencia de tropas extranjeras en la península, la elaboración de ejercicios militares, y la constante preparación bélica y armamentística en ambos lados del paralelo 38.
La frontera que separa ambos países es la conocida como Zona Desmilitarizada (la cual, irónicamente, es una de las fronteras más militarizadas del mundo). A lo largo de los años, estos cuatro kilómetros de ancho fueron testigos de múltiples incidentes, infiltraciones e intercambios de testigos entre las dos Coreas, como el ataque a la isla de Yeonpyeong en 2010 (BBC, 2010). Estos episodios refuerzan la idea de que el conflicto no está resuelto y que solamente se encuentra en un estado de congelamiento.
Corea del Norte optó por desarrollar sus capacidades militares para garantizar su supervivencia en un contexto de hegemonía estadounidense, disolución de la URSS y presencia norteamericana activa en Corea del Sur. El hecho más relevante lo representa la adquisición por parte de la dinastía Kim de armas nucleares. A pesar de haber firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, en la década de los 90s Corea del Norte anunció en retiradas ocasiones su intención de retirarse del mismo, hecho que se formalizó en 2003. Tres años más tarde, en 2006 realizó su primera prueba nuclear (Carrell-Billiard & Wing, 2010). Desde entonces, ha efectuado múltiples ensayos, enviando misiles tanto al sur de Corea como a Japón como demostración de su poderío. Esta política de disuasión tiene como objetivo garantizar la supervivencia del régimen norcoreano y fortalecer su posición negociadora.
Corea del Sur, por su parte, consolidó su seguridad no por medios autónomos sino mediante una alianza con Estados Unidos. Ambos países realizan ejercicios militares conjuntos, y hay soldados estadounidenses en territorio surcoreano. Sin embargo, la dependencia a otro actor no está exenta de tensiones, ya que, al oscilar la política exterior norteamericana entre la confrontación con el régimen norcoreano y el apaciguamiento (como durante la primera presidencia de Donald Trump), la propia defensa de Corea del Sur está en riesgo.
Es pertinente considerar a su vez los cambios recientes producidos en la política interna de Corea del Sur. Luego de un período de inestabilidad debido al juicio político al presidente Yoon Suk Yeol a fines del 2024, el pasado 3 de junio Corea del Sur eligió como nuevo presidente al liberal Lee Jae-myung. Los liberales históricamente se caracterizaron por políticas más reconciliadoras con Corea del Norte, como la “Sunshine Policy” con el objetivo de fomentar la cooperación pacífica y el diálogo entre las dos Coreas (Joonbum, 2020).
Sobre la política exterior a adoptar, Lee debería abandonar discursos poco realistas sobre la desnuclearización de Corea del Norte y la reunificación inmediata. Deben producirse nuevas estrategias diplomáticas no centradas en las sanciones (las cuales ya demostraron que no logran modificar la conducta del régimen norcoreano) y adoptarse un enfoque más pragmático que permita reducir las tensiones existentes en la península. Frente a este escenario, se sugiere que el liderazgo de Corea del Sur debería promover una visión más realista basada en la coexistencia pacífica de los Estados (Delury, 2025).
A nivel internacional, el conflicto continúa siendo una fuente de inestabilidad. La permanencia de esta situación plantea interrogantes sobre la efectividad de las instituciones multilaterales para resolver disputas, ya que la Organización de Naciones Unidas no jugó un rol primordial en la misma. Asimismo, la propia arquitectura normativa internacional, como la concerniente al desarme y no proliferación, se pone en jaque debido a la primacía de intereses estratégicos nacionales de los Estados. La falta de resolución del conflicto ha alimentado y extendido una lógica de bloques que tenía mayor sentido en el contexto post-IIGM y no en la actualidad.
En definitiva, la Guerra de Corea representa un caso de un conflicto congelado y prolongado. Su vigencia se debe no solo a intereses propios de los dos países que componen la península, sino también a la agenda de actores externos a la misma. Por lo tanto, la posibilidad de una solución política y militar definitiva depende de múltiples actores. En el corto y mediano plazo, el futuro de la península es seguir siendo una de las zonas más volátiles del planeta.
La península de Corea como escenario de disputa internacional: Estados Unidos y China
Como ya se ha explicado, el conflicto coreano no es un conflicto exclusivamente local y perteneciente a Corea del Norte y Corea del Sur. Desde sus orígenes, se puso evidenciar que se constituía como un escenario de fricción entre potencias con intereses divergentes (la URSS y Estados Unidos). En la actualidad, Corea del Norte y Corea del Sur se constituyen como polos opuestos en una dinámica geopolítica superior, condicionada principalmente por las estrategias de Estados Unidos y China. Esta dimensión internacional del conflicto permite explicar la prolongación del mismo y el fracaso de los esfuerzos de pacificación y reunificación.
Para Corea del Norte, la prolongación del estado de guerra cumple una función interna crucial. El régimen y la dinastía Kim ha construido su legitimidad en torno a una narrativa de resistencia frente a un enemigo externo (en orden descendiente Estados Unidos, Corea del Sur y Japón) (Al Jazeera, 2021). La amenaza permanente que representa Estados Unidos permite justificar el control autoritario sobre la población y el gasto militar desproporcionado, frente a una población pobre y miserable. De esta manera, el avance de las negociaciones hacia la pacificación y reunificación son contraproducentes para el régimen ya que la apertura con Corea del Sur pondría en riesgo al régimen al demostrar las condiciones de vida del pueblo surcoreano. Una apertura política es inviable sin un colapso del sistema, debido a que el control sobre la sociedad norcoreana, en la forma de censura, adoctrinamiento y represión, es extremadamente profundo (Goldring & Ward, 2025).
A su vez, ni a China ni a Estados Unidos les conviene permitir la reunificación de Corea. China quiere una reunificación en los términos de Corea del Norte. Estados Unidos, en cambio, la prefiere en los términos de Corea del Sur. De nuevo, aparece el mismo hilo conductor del que se ha hablado desde el principio: el destino de las Coreas parece estar fuera de sus propias manos. A pesar de ser un régimen totalitario extremadanamente militar y cerrado, la realidad es que Corea del Norte no tiene control absoluto sobre su propio destino. Lo que ocurra en la nueva Guerra Fría entre China y Estados Unidos será crucial para decidir el futuro del país.
Podría argumentarse que, tras casi ochenta años de división, Corea del Sur y Corea del Norte han desarrollado culturas políticas tan diferentes que, aunque compartan idioma, música, historia, cultura y civilización, la realidad es que política y estructuralmente son tan distintas que no pueden reunificarse ni reconciliarse (Mishra, 2024). La brecha solo se agranda a medida que Corea del Sur se vuelve más próspera bajo un modelo democrático y de libre mercado.Asimismo, los intentos de desnuclearización han demostrado ser infructuosos. A pesar de la presión internacional para avanzar en el control de armamentos y desarme del arsenal nuclear norcoreano (incluidas presiones por parte de China), Corea del Norte no ha mostrado flexibilidad. Es más, la propia alianza con China se ve sujeta a desconfianza por parte del líder norcoreano que acusa a China de reforzar su cooperación con Corea del Sur y trabajar con Estados Unidos con el objetivo de frenar el progreso militar de Corea del Norte (Zhang, 2018).
“Es más probable que Kim Jong-il continúe con esta estrategia de política exterior, ya sea para obtener concesiones negociadoras de Estados Unidos y otros Estados o para librar una guerra con el fin de mantener la legitimidad del régimen, en lugar de emprender reformas internas.” (Koga, 2009, p. 30, traducción propia).
Para Estados Unidos, Corea del Sur es esencial para su estrategia de “pívot hacia Asia” y presencia en el Pacífico. La alianza militar entre ambos Estados permite la presencia permanente de tropas estadounidenses en el sur de la península, lo que permite una proyección militar frente a Corea del Norte, pero particularmente frente a China. La presencia de bases militares es primordial para la seguridad de Corea del Sur, frente a un vecino nuclear y pocas capacidades militares propias.
Con el regreso de Donald Trump a la presidencia norteamericana y la política de “America First”, las alianzas de seguridad estadounidenses se ven condicionadas. Como el resto de países de la OTAN, Corea del Sur dejó de tener garantías absolutas de que Estados Unidos lo socorra en caso de agresión por parte del Norte (Turner, 2025). Asimismo, si Donald Trump retoma su relación amistosa con Kim Jong-un (como hizo en su primer mandato a través de encuentros con el líder norcoreano), esto tendría efectos devastadores para una Corea del Sur debilitada internamente y dependiente militarmente.
Para China, Corea del Norte actúa como un “Estado tapón” que impide la presencia militar directa norteamericana en su frontera. A pesar de su oposición a las pruebas nucleares norcoreanas, el apoyo de China al régimen en términos económicos es una fuente primordial de la supervivencia de este. Así, para el gigante asiático la península es un espacio de contención estratégica y disputa con los Estados Unidos. Si las perspectivas de reunificación se consolidan bajo el liderazgo surcoreano, eso implicaría tropas estadounidenses próximas a Beijing. De esta manera, la estabilidad de la situación actual es preferible para China.
Conclusiones
La Guerra de Corea, lejos de ser un conflicto de la Guerra Fría, sigue vigente y abierto. Su persistencia como conflicto congelado revela la complejidad del caso: sin tratado de paz, fuerte militarización y tensiones latentes. La península coreana pasó de ser un símbolo de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, a un símbolo de la Nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China, donde las rivalidades globales y los intereses geoestratégicos de las potencias dificultan la autonomía y dirección de los países pequeños.
La situación actual que se evidencia no puede estudiarse sin considerar la influencia directa e indirecta que los actores externos ejercen sobre la península coreana. Corea del Norte ha utilizado las armas nucleares como herramienta de disuasión y supervivencia, y depende de China en términos comerciales y económicos; Corea del Sur ha dejado su seguridad en manos de los Estados Unidos. Esta dependencia mutua hacia potencias extranjeras dificulta la construcción de una agenda bilateral propia y autónoma para la paz y la reunificación coreana.
“Sin caer en reduccionismos sobre la desconfianza y los resentimientos entre las dos Coreas, se puede argumentar desde una perspectiva más amplia que mientras Estados Unidos y China compitan entre sí por el predominio en Asia Oriental, la olla seguirá hirviendo.” (Sreeram, 2010, párr. 7, traducción propia).
En conclusión, el futuro de la península de Corea no depende exclusivamente de sus decisiones internas, sino de un entramado geopolítico que involucra a otras potencias. Sin un diálogo multilateral efectivo y sin considerar la voluntad del pueblo coreano, las dos Coreas seguirán representando una amenaza para la paz y la seguridad internacional.
Referencia bibliográfica
- Al Jazeera (2021, January 9). Kim Jong Un says US is North Korea’s ‘biggest enemy’. Al Jazeera. https://www.aljazeera.com/news/2021/1/9/kim-jong-un-says-us-is-north-koreas-biggest-enemy
- BBC (2010, November 23). North Korean artillery hits South Korean island. BBC. https://www.bbc.com/news/world-asia-pacific-11818005
- Carrel-Billiard, F., & Wing, C. (2010). Nuclear Energy, Nonproliferation, and Disarmament: Briefing Notes for the 2010 NPT Review Conference. International Peace Institute. https://www.ipinst.org
- Cumings, B. (2010). The Korean War: A History. New York: Modern Library.
- Delury, J. (2025, June 3). South Korea’s New President Could Transform the Korean Peninsula. Foreign Affairs. https://www.foreignaffairs.com/south-korea/lee-jae-myung-new-president-could-transform.
- Goldring, E., & Ward, P. (2025). Authoritarian Survival and Leadership Succession in North Korea and Beyond. Cambridge: Cambridge University Press.
- Joonbum, B. (2020). , Limits of engagement? The sunshine policy, nuclear tests, and South Korean views of North Korea 1995–2013. International Relations of the Asia-Pacific, Volume 20, Issue 3, September 2020, Pages 411–443, https://doi.org/10.1093/irap/lcz004
- Koga, K. (2009). The anatomy of North Korea’s Foreign Policy Formulation. North Korean Review, volume 5 (2009), pp. 21-33.
- Mishra, S. K. (2024, January 15). Unification is impossible on North Korea’s terms. The Korea Times. https://www.koreatimes.co.kr/opinion/20240115/unification-is-impossible-on-north-koreas-terms
- Sreeram, C. (2010, May 28). Angry Koreas, Nervous World. The Indian Express Journalism of Courage.
- Turner, P. (2025, March 25). Trump 2.0 shock forces Japan and Korea to consider where they stand in the world. Asia Media Centre. https://www.asiamediacentre.org.nz/trump-2-0-shock-forces-japan-and-korea-to-consider-where-they-stand-in-the-world
- Woo, S. (2023, January 31). Koreans and the Early Cold War. Oxford Research Encyclopedia of American History. Retrieved 4 Jun. 2025, from https://oxfordre.com/americanhistory/view/10.1093/acrefore/9780199329175.001.0001/acrefore-9780199329175-e-1016
- Zhang, W. (2018) Neither Friend Nor Big Brother: China’s Role in North Korean Foreign Policy Strategy. Palgrave Communications, Vol. 4, Issue 1, pp. 16-16, 2018. https://ssrn.com/abstract=3162128
Tal vez te interese Impulsada por los cazas F-16 adquiridos para equipar a la Fuerza Aérea, Argentina continúa profundizando su relación de cooperación en materia de Defensa con Dinamarca






