En lo que se constituyó como un importante anuncio para la institución de cara al futuro, la Fuerza Aérea de Filipinas afirmó recientemente que está evaluando la posibilidad de adquirir los cazas Mitsubishi F-2 que actualmente están en servicio para la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón, lo que le permitiría renovar y potenciar una flota de combate propia que a día de hoy carece de este tipo de medios. La potencial compra respondería a la doctrina conocida como Concepto de Defensa Archipelágica Integral (CADC), misma en la que se establecen los planes y requisitos para llevar a cabo la defensa del territorio filipino, cuya principal amenaza yace en las disputas con China por las fronteras marítimas que los separan.

El anuncio en cuestión fue realizado por el actual comandante de la Fuerza Aérea de Filipinas, el teniente general Arthur Cordura, durante una conferencia de prensa brindada a medios locales en la Base Aérea Villamor en la ciudad de Pasay. Refiriendose a la posible compra de los cazas F-2 por parte de la institución la autoridad afirmaba: “Los cazas Mitsubishi y los cazas multifunción de fabricación japonesa también son plataformas con gran potencial (…) Estamos analizando todas las opciones que se ajusten a nuestra doctrina operativa, y el avión F-2 de fabricación japonesa se está considerando seriamente en ese proceso.”

Cabe recordar en ese sentido, que los cazas F-2 son considerados bajo la categoría de cuarta generación en tanto su diseño deriva de las aeronaves estadounidenses F-16, pero que como tal incorpora un amplio abanico de cambios que fueron solicitados por la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón para adecuarla a sus requerimientos. Tal es así, que las alas del diseño japonés son hasta un 25% mas grandes que las de su contraparte estadounidense, además de incorporar materiales compuestos en su fabricación con el fin de reducir su sección transversal de radar (RCS) y los radares J/APG-1 Active Electronically Scanned Array (AESA); lo que los convirtió en pioneros en contar con dichas capacidades.

La aeronave destaca, a su vez, por el abanico de armamentos que es capaz de portar para sus misiones, cuya fabricación ha de atribuirse al avanzado complejo militar industrial japonés y sus pares dentro del marco de la OTAN. En esa línea, es menester resaltar la posibilidad de que los cazas F-2 lleven consigo los misiles antibuque supersónicos ASM-3, lo que le brinda capacidades de combate contra objetivos navales con las que no cuentan todas las variantes del F-16. La cuestión no es en absoluto menor dada la mencionada disputa territorial con el Gigante Asiático en torno a las aguas del Mar de China Meridional.

A pesar de ello, y de la declaración de intenciones oficial que brindó el teniente general Cordura a nivel oficial, la potencial compra descrita hasta ahora no deja de suscitar un importante número de dudas respecto de su viabilidad. A grandes rasgos, estas se nuclean en torno a tres puntos principales: que la aeronave ya no se fabrica y requeriría de ser liberada de sus funciones actuales por parte de la Fuerza Aérea de Autodefensa japonesa, que su reemplazo por cazas de sexta generación de cara al futuro aún parece distante en el tiempo, y finalmente, los grandes obstáculos que representa la rígida legislación japonesa al respecto de la exportación de material militar hacia el extranjero.

Siguiendo el orden recién planteado, es necesario recordar que el último de los cazas F-2 producidos por Mitsubishi en cooperación con Lockheed Martin fue entregado a manos de la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón en el año 2011, poniendo fin a lo que fue un proceso de producción en serie iniciado a inicios de los 2000′. Con dicha aeronave entregada tras la realización de una ceremonia en la fábrica Komaki Minami de Nagoya Aerospace Systems Works, la institución conformó su flota de 98 cazas (incluyendo prototipos) y puso fin a la línea de producción, lo que a más de una década se constituye como un importante obstáculo para la potencial compra por parte de Filipinas.

Por otra parte, cabe mencionar que si bien el reemplazo de sexta generación de estas aeronaves (conocido en Japón como F-3 Reppu) está en desarrollo, aún se carece de certezas respecto de para que fechas estará listo para ser incorporado al servicio activo; minando la elaboración de planes de adquisición de los F-2 de cara al futuro. Se trata de un programa que ya ha sido noticia anteriormente por los importantes problemas entre los países socios que lo impulsan, especialmente entre una Italia que acusa al Reino Unido de no compartir plenamente sus tecnologías más avanzadas para seguir adelante con el desarrollo, además de una potencial incorporación de Arabia Saudita en el programa que ha derivado en cuestionamientos por parte de Londres respecto de sus capacidades técnicas para aportar al mismo.

Cerrando la serie de obstáculos, no puede dejar de mencionarse la históricamente rígida posición que Japón ha sostenido en materia legal respecto de posibles exportaciones de material militar, en línea con su postura pacífica impuesta tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Al respecto ha de recordarse que los famosos “Tres Principios” que guiaban las potenciales ventas limitaban las negociaciones para con países no comunistas, sujetos a sanciones de Naciones Unidas o involucrados en conflictos activos. Dando un gran salto en el tiempo hasta años recientes, Tokio logró implementar cambios concretos que permitían la exportación de material producido bajo licencia extranjera hacia su país de origen, de repuestos y herramientas hacia socios con los que se compartan desarrollos, y también, de equipamientos armados pero limitados a labores de rescate, transporte, advertencia, vigilancia y limpieza de minas; lo que no sería el caso de los F-2.

Finalmente, más allá de las complicaciones ligadas a la compra aún no definida de estos cazas japoneses, es digno de mención el hecho de que Filipinas ya ha logrado cerrar a inicios de este mismo mes la adquisición de una docena de cazas ligeros FA-50 a la empresa surcoreana KAI. Se trata de un importante acuerdo firmado por unos 700 millones de dólares, el cuál permitirá que los pilotos filipinos dispongan de la plataforma en su variante Block 20, con entregas previstas entre 2026 y 2030.

*Imágenes empleadas a modo ilustrativo

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Joel Luchetta
Joel Francisco Luchetta - Redactor en Zona Militar - Escribo sobre diversos temas de defensa, especialmente sobre aquellos relacionados a Europa. Email de contacto: joel.luchetta6@gmail.com

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