Andrés Gómez de la Torre fue asesor de la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno e Inteligencia del Congreso de la República, y el primer director civil de la Escuela Nacional de Inteligencia del Perú. Abogado y magíster en Política y Economía Internacional en la Universidad de Belgrano (Argentina), es graduado del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa (EEUU) y posgraduado en Ciencia Política en España. Investigador del Instituto de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), integra varios grupos de análisis en la región andina en defensa e inteligencia. Escribe en los principales medios de prensa peruanos.

¿Cómo está evolucionando el proceso de renovación tecnológica de la aviación de combate en América del Sur y qué perspectivas ofrece?

El panorama en la región se ha tornado muy dinámico. Tenemos, por ejemplo, a la Argentina, que concretó la compra a Dinamarca de 24 ejemplares del Lockheed Martin F-16 Fighting Falcon, de segunda mano. También está Brasil, con sus nuevos cazas Saab JAS 39 Gripen E, de los que ya recibió diez unidades de las 36 encargadas y que con eso lleva la delantera tecnológica en el subcontinente. Y tenemos a Colombia, que en abril pasado anunció al Gripen E/F, aunque todavía no se han firmado los contratos. Sin duda, hay una tendencia a la recuperación operativa de las capacidades en las fuerzas aéreas de América del Sur.

¿Estamos viviendo el “cambio de matriz” tecnológica en aviación militar del que se hablaba hace unos años?

Efectivamente. Recordemos que en los años 50 del siglo pasado hubo un gran predominio de los sistemas británicos en las fuerzas aéreas sudamericanas. Tuvimos los Gloster Meteor en Argentina y Ecuador, el Hawker Hunter en Perú junto a los bombarderos Canberra, que también llegaron a Ecuador y a Venezuela y, con posterioridad, a la Argentina. A fines de la década de los 60 y en los 70, aunque en Chile había Hunter, estaba claro el predominio francés iniciado porque Estados Unidos negó el F-5 al Perú, quien se decidió por el Dassault Mirage 5.

Francia tuvo una hegemonía de largo aliento como proveedor de sistemas aéreos de combate. ¿Y ahora qué está pasando?

Es cierto, Francia se consolida porque luego se da la decisión de Argentina y Brasil por el Mirage III, y a continuación viene Colombia y Venezuela por el Mirage 5 y el Mirage 50, respectivamente. Más tarde, Ecuador compra el Mirage F1, y Chile, a partir de 1980, el M-50 y el M-5, este último a Bélgica. El Perú culmina esta racha en 1984 con los 26 Mirage 2000 acordados, cantidad que finalmente se redujo a doce por decisión presidencial. Hasta Brasil tuvo sus M-2000 de segunda mano, como transición a su nuevo caza. Ya en este siglo XXI vinieron las compras chilenas del programa Caza 2000, en el que competían, prácticamente, los mismos países que hoy lo hacen: Suecia con el Gripen, Estados Unidos con el F-16 y el F-18, y Francia con el Mirage 2005. Hasta los rusos se presentaron con sus Sujoi-27 y MiG-29.

Si lo vemos como una competencia, actualmente las ofertas se reducen a propuestas francesas, norteamericanas y suecas.

Así es. Es verdad que en los últimos años se ha visto un poco de la oferta de Corea del Sur y de algunos otros países más, como China Popular y la India, pero que no han cuajado. Respecto a la oferta rusa, solamente Perú y Cuba fueron operadores de aviones de combate exsoviéticos. Eso se amplió a Venezuela con Hugo Chávez en el poder. Sin embargo, por el conflicto entre Kiev y Moscú, los rusos han terminado saliendo de escena como proveedores para América Latina.

¿La geopolítica ha pesado mucho en las decisiones tomadas?

Correcto. Chile se decidió, en el gobierno de Michelle Bachelet, por la opción norteamericana. Brasil, por su parte, toma la decisión con Dilma Rousseff por la oferta de Suecia, luego de una pugna muy fuerte en la que también estuvieron presentes los rusos con el Su-30, y la propuesta francesa del Rafale también fue analizada. Sin embargo, es curioso, los brasileños optaron por la línea sueca en base a una realidad que hoy no existe, la neutralidad. Es que hoy, Suecia ya no es un país neutral ni alejado de los conflictos internacionales. Ahora es parte de la OTAN y de las responsabilidades que eso significa. Es decir, el neutralismo se acabó.

¿Y cuál es la situación en el Perú sobre el concurso para el nuevo caza?

El caso del Perú es muy interesante. Se trata de un largamente esperado proceso de selección que registraba avances y parecía que todo iba bien pues hasta se cuenta con los recursos presupuestales necesarios asignados por el Estado. Sin embargo, por ahora hay un silencio que me llama la atención. Entre fines del año pasado y principios del 2025 se dio bastante apertura, información, entusiasmo. Pero ya estamos en junio y, según los cronogramas, debería darse algún anuncio concreto al respecto.

¿Cómo observa la decisión del gobierno colombiano de apostar por los Gripen?

En estas compras, lo que diga el presidente de un país tiene mucho peso. En este caso, el mandatario Gustavo Petro, para Colombia, inicialmente tuvo la idea de adquirir el Rafale a Francia. Pero se dio una presión norteamericana fuerte por la relación bilateral importante e histórica entre Bogotá y Washington, que la iniciativa francesa no prosperó. Finalmente, se decide por el Gripen sueco.

¿Estos años que se vienen podrían ser de predominio de Suecia con el Saab Gripen en Sudamérica?

Tras la compra de los Gripen por Brasil y la reciente decisión de 26 aparatos de Saab para la Fuerza Aérea Colombiana, sin duda hay una pugna geopolítica. Si el Perú se adhiere a ese modelo, definitivamente habrá una nueva predominancia de los suecos que ya están con Brasil. Se daría un contrapeso fuerte ante los Estados Unidos, que tiene a sus F-16 en Chile y Argentina. Imagino que los peruanos vamos a tener que negociar, si elegimos el Gripen, para atemperar la presión de los Estados Unidos referida a que definitivamente no está simpatizando con la posibilidad de que Brasil, Colombia y Perú lideren un eje que se contrapone definitivamente a sus exportaciones en América Latina en aviones de combate.

¿Y cómo evalúa usted el desenlace ante este escenario?

Creo que la situación internacional ha ralentizado el proceso en el Perú, donde en realidad son tres las opciones más claras. El propio sector Defensa lo ha dicho, es una lista corta: al Gripen y al F-16 se le suma el Dassault Rafale F-4, un buen sistema que, por cierto, es más costoso y de dos motores. Sin duda, estamos en una encrucijada, porque esta próxima decisión no solamente va a ser estrictamente técnico-política, sino también geopolítica que a veces se alinea, se desalinea, se acopla o se desacopla, con el momento que se vive. Hay que considerar que las relaciones interamericanas e internacionales están cambiando aceleradamente, y un país debe saber cómo acomodarse, hacer prospectiva para evitar los impactos, y morigerar las presiones militares externas.

En Perú no solo urge renovar la aviación de combate, la de transporte también es prioritaria junto a otros sistemas.

Nada se debe descuidar. Como consecuencia del reciente accidente del KT-1P, ha salido a la luz la importancia del reforzamiento de las capacidades de búsqueda y rescate de la Fuerza Aérea del Perú. Se habló de un proyectado paquete para la adquisición de helicópteros con esas capacidades. Y lo mismo en aviación de transporte con dos nuevos Leonardo C-27J Spartan, que además apoyan el desarrollo socioeconómico del país.

¿Qué lecciones nos aporta el reciente enfrentamiento entre la India y Pakistán que ha sido eminentemente aéreo?

La gran experiencia del último conflicto indo-paquistaní y de sus enfrentamientos aéreos es la siguiente: no solo tener aviones de combate garantiza una superioridad aérea o disuasión. Se debe acompañar con el respectivo armamento, aviones de vigilancia electrónica, radares, defensa antiaérea y especialmente de la inteligencia. Es lo que nos demuestra también este ataque de Ucrania a los aeródromos rusos. De tal manera que hay una suma de capacidades y hay que recordarle a la opinión pública que la compra de los cazas no significa construir una disuasión creíble, porque deben ir acompañados de otros elementos. La disuasión es una suma de capacidades.

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Lewis Mejia
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú). Maestría en Relaciones Públicas en la Universidad San Martín de Porres. Graduado del Curso de Dirección Estratégica para la Defensa y Administración de Crisis (CEDEYAC) de la Marina de Guerra del Perú y el Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa William J. Perry de la Universidad de la Defensa de EE.UU.; del Programa de Gestión Estratégica del Poder Aeroespacial y Ciberespacio (PROGEPAC) de la Fuerza Aérea del Perú; y del diplomado en Gestión de Riesgo de Desastre, Escuela Superior de Guerra del Ejército del Perú. Corresponsal en Perú

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