En momentos previos a la publicación de una nueva Revisión de Defensa Estratégica del Reino Unido, reportes locales indican que la Real Fuerza Aérea estaría negociando la compra de cazas furtivos F-35A adicionales con los EE.UU., esto con el fin de integrarlos en un nuevo plan de expansión de su capacidad nuclear diseñado para hacer frente a la amenaza que representa Rusia. Para la institución, ello implica la latente posibilidad de que sus aeronaves vuelvan a portar armamento nuclear por primera vez desde la retirada del servicio de las bombas WE.177 en el año 1998, momento desde el cuál Londres confió dichas capacidades exclusivamente a los misiles cargados en submarinos clase Vanguard de la Royal Navy.
En su informe publicado durante el fin de semana, el medio británico The Sunday Times afirmó que el secretario de defensa John Healey, junto al almirante Tony Radakin, se encuentran interesados en sumar nuevas aeronaves que cuenten con la capacidad de desplegar bombas convencionales de menor capacidad que los misiles antes mencionados. Estas iniciativas, según se reporta, ya contaría con la aprobación del ejecutivo liderado por el primer ministro Keir Starmer para avanzar con negociaciones su contraparte estadounidense; lo cuál ya estaría en curso.

Cabe destacar también, considerando que el F-35A sería el principal apuntado por la Real Fuerza Aérea, que el armamento nuclear que ampliaría las capacidades de disuasión británicas serían las bombas B61 de origen estadounidense; la cuál se encuentra también desplegada por la Fuerza Aérea de EE.UU. en territorio europeo. Particularmente, la variante A de la aeronave fabricada por Lockheed Martin es la única certificada a día de hoy para portar las mismas, capacidad que los cazas F-35B y Eurofighter actualmente en servicio para la RAF no tienen.
Para que esto ocurra, sin embargo, el control de dichas armas no estaría a nombre propio de los mandos británicos como ocurre con el caso de los submarinos de la Royal Navy, sino que se llevaría adelante a través del programa de intercambio nuclear ya existente a día de hoy. Repasando algunos antecedentes históricos, podemos hallar que esto no sería la primera vez que ocurre, teniendo en cuenta que el Reino Unido y los EE.UU. ya se han asociado para intercambiar las bombas B28, B43 y B57, como así también los misiles PGM-17 Thor y MGM-52 Lance equipados con ojivas estadounidenses.

Por otra parte, en relación al potencial sitio de despliegue de las aeronaves y las bombas nucleares a las que se ha hecho alusión, los analistas británicos indican que la candidata más probable para albergarles sería la base RAF Marham. Esto es así en tanto es una de las dos bases aéreas británicas, siendo la otra en esa línea la base RAF Lakenheath, que contó con las bóvedas especiales conocidas como Weapons Storage and Security System (WS3), mismas que permiten el almacenamiento de armamento nuclear listo para su despliegue inmediato. Se espera a su vez, que de seleccionarse esta locación sean necesarias diversas inversiones para actualizar las instalaciones, dado que llevan más de 27 años sin ser el hogar de una bomba nuclear.
Finalmente, recogiendo algunas declaraciones realizadas por el secretario Healey para argumentar este nuevo rumbo trazado por su cartera: “El mundo se está volviendo definitivamente más peligroso. Los riesgos nucleares están aumentando. Nos enfrentamos ahora, por primera vez desde el fin de la Guerra Fría, a riesgos cada vez mayores de conflicto entre Estados.” En otra de sus entrevistas recientes, el funcionario agregaba: “Este es también un mensaje para Moscú. Esto es Gran Bretaña (…) fortaleciendo nuestras fuerzas armadas, también fortaleciendo nuestra base industrial, y esto forma parte de nuestra preparación para luchar, si es necesario.”
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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