Tras concluir el período formal de seis meses desde la aprobación parlamentaria, con fecha del 18 de julio de 2024, Lituania ha confirmado que abandonó la convención internacional que impedía a sus Fuerzas Armadas adquirir y emplear municiones de racimo, convirtiéndose así en el primer país firmante en optar por este camino. La decisión, acorde afirman desde el gobierno lituano, se tomó para enviar un claro mensaje respecto de la determinación con la que se defenderá al país báltico en caso de un futuro ataque, en lo que sin dudas es una medida con Rusia como principal apuntada y que ha suscitado fuertes críticas por parte de grupos de derechos humanos.

Citando algunas declaraciones oficiales del gobierno lituano, específicamente del viceministro de defensa Karolis Aleksa, en favor de la reciente determinación: “Rusia utiliza todos los instrumentos disponibles en una guerra convencional y esto demuestra que debemos actuar para garantizar una disuasión y una defensa eficaces (…) Retirarnos de la convención nos da la oportunidad de aumentar la eficacia de nuestra defensa contra objetivos de área extensa (…) La disuasión y la defensa más efectivas se logran cuando uno las tiene en su poder y sabe cómo utilizarlas.“
¿Qué establece la Convención sobre Municiones de Racimo?
Repasando brevemente de que se trata la Convención sobre Municiones de Racimo y su alcance, resulta útil partir desde sus objetivos generales, mismos que se establecen en el Artículo 1 del documento firmado en el año 2008. Allí, sin lugar para ambigüedad alguna, se establece que todos aquellos Estados que decidan formar parte del mismo rechazan ante toda circunstancia hacer uso del mencionado tipo de armamento, como así también a llevar a cabo compras del mismo a otras naciones y a impulsar cualquier desarrollo de estos en su territorio o en el exterior.

A partir de esta premisa, los Estados parte del acuerdo se comprometen a un amplio abanico de acciones que tienen por objetivo separar las municiones de racimo de sus inventarios, contando con un período de hasta ocho años desde que firman el tratado para llevar a cabo su completa eliminación; permitiéndose la posesión de una escasa cantidad de las mismas exclusivamente para el adiestramiento de efectivos en técnicas de desarme y destrucción del material. Además, se establece que en caso de existir ciudadanos que fueren victimas del uso de este tipo de armamento, los países deberán brindarles asistencia integral para lograr su recuperación física, mental y social. En un orden de relevancia menor, se establece también la posibilidad de solicitar asistencia de otros países para concretar estos objetivos, como así también los mecanismos formales para retirarse del tratado.
¿Qué son las municiones de racimo prohibidas por el acuerdo?
Esclarecidas estas cuestiones, es menester establecer al detalle que se comprende por el término “municiones de racimo”, considerando que no todos aquellos armamentos que podrían comprenderse coloquialmente como parte de dicha categoría son prohibidas por el acuerdo del cuál se ha retirado Lituania. Remitiéndonos al Artículo 2 del documento, queda claro que el alcance del mismo se limita a las municiones convencionales capaces de desplegar submuniciones que tengan un peso menor a 20 kilogramos cada una. Se habla siempre de armamento desplegable desde plataformas aéreas y de artillería, no de minas terrestres con cualidades similares.

Otros criterios utilizados para la correcta diferenciación de aquellas municiones de racimo efectivamente prohibidas, se hallan en el tipo de submuniciones que contienen las mismas, quedando claro que aquellas que dispongan de bengalas, bombas de humo o de efecto contra artefactos electrónicos únicamente, no son sujetas a lo detallado previamente. Además, agregados a estos requisitos, las municiones no alcanzadas por el tratado deben presentar también mecanismos de autodestrucción electrónica y sensores que garanticen su precisión solo contra un blanco militar marcado previamente.
De estas últimas consideraciones, puede observarse también el principal motivo de su prohibición por un gran número de países, a saber, el alto grado de destrucción colateral que el uso de este tipo de municiones puede causar y su efecto sobre civiles. Citando datos concretos del Cluster Munition Monitor para el año 2024, un estimado del 93% de las bajas causadas por las municiones de racimo han sido reportadas en la población civil, mientras que un 47% de ellos han sido niños.
¿Cuáles son los principales países del mundo que se mantienen fuera del acuerdo?

Sin perder de vista los nobles objetivos del documento firmado por más de 112 Estados parte, 111 tras el abandono de Lituania, no puede dejar de considerarse que muchas de las potencias militares del globo no han optado por suscribir al mismo. Tal y como refleja el gráfico ilustrativo oficial de 2023 elaborado por la Convención de Municiones de Racimo, países como los Estados Unidos, Rusia, China y la India son los principales actores que pueden citarse; no por ello los únicos. En ese sentido, desde una óptica regional, resalta a la vista que tanto Argentina, Brasil y Venezuela han optado por no firmarlo.
Las críticas de las organizaciones de derechos humanos
Tal y como era de esperarse, la decisión de Lituania respecto de abandonar la Convención sobre Municiones en Racimo ha suscitado un importante número de críticas y reclamos desde múltiples organizaciones de derechos humanos, las cuáles temen por el “efecto dominó” que esta noticia podría causar en otras naciones y el impacto humanitario que va de la mano con ello.

Uno de los ejemplos más reconocibles es el de Amnistía Internacional, que al momento de conocerse la aprobación del parlamento lituano respecto del abandono del acuerdo a mediados del año pasado, manifestaba a través de su directora regional adjunta de Investigación en Europa, Dinushika Dissanayake: “La decisión del parlamento lituano de abandonar la Convención sobre Municiones de Racimo es un cambio desastroso y preocupante. Esta medida abandona el consenso mundial encaminado a minimizar los daños a los civiles durante los conflictos armados y socava décadas de progreso en la eliminación de la producción, la transferencia y el uso de armas inherentemente indiscriminadas (…) El parlamento lituano debe reconsiderar urgentemente su retirada de la Convención sobre Municiones de Racimo –un tratado diseñado para proteger a los civiles– y, en su lugar, continuar con el apoyo activo a la convención que ha demostrado desde su ratificación.“
Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), afirmaba que la decisión: “debilita las protecciones vitales para los civiles (…) La retirada de Lituania no tiene precedentes, ya que ningún Estado ha denunciado nunca un tratado humanitario global“.

Con la intención de atender algunas de estas preocupaciones, el antes citado viceministro de defensa lituano Karolis Aleksa afirmó que su país mantendrá criterios estrictos de utilización para las municiones de racimo, incluyendo medidas para minimizar los efectos colaterales de potenciales despliegues en combate. En suma, sostuvo que sus Fuerzas Armadas tendrán como prioridad la planificación de protocolos específicos para la recuperación de aquellos ejemplares que fallen al explotar, buscando con ello reducir el peligro de bajas accidentales en el futuro. Puesto en sus propias palabras: “Las municiones de racimo tienen un inmenso poder destructivo y se prestará especial atención a las normas internas sobre su uso.”
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo.
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Estos bálticos ya no saben que hacer para ganar relevancia