Entre los días 17 y 18 de enero, las Armadas de EE.UU. y Filipinas llevaron a cabo la primera de sus patrullas combinadas previstas para el año en el Mar del Sur de China, buscando con ello fortalecer los crecientes vínculos estratégicos entre ambas naciones. Se trató de un importante para la Armada estadounidense, considerando que fue destinado al operativo el portaaviones USS Carl Vinson (CVN 70) de la clase Nimitz junto a una escolta compuesta por los destructores clase Arleigh Burke USS Sterett (DDG 104) y USS William P. Lawrence (DDG 110) junto al crucero de misiles clase Ticonderoga USS Princeton (CG 59), a los que se sumaron la fragata BRP Antonio Luna (FF 151) y el patrullero BRP Andrés Bonifacio (PS 17) de su par filipina.

Recogiendo algunas declaraciones sobre la actividad, resalta aquellas emitidas por el contralmirante Michael Wosje, comandante del Grupo de Ataque de Portaaviones 1 (CSG-1), quién afirmaba: “El compromiso profesional con aliados, socios y amigos en la región nos permite aprovechar nuestras sólidas relaciones existentes y seguir aprendiendo unos de otros (…) Estados Unidos y Filipinas son aliados acérrimos. Como naciones marítimas hermanas, compartimos el objetivo común de un Indo-Pacífico libre y abierto, asegurando el acceso a los mares.”

Cabe destacar, que la zona se constituye como una de las principales vías fluviales para el comercio marítimo internacional en todo el Océano Pacífico, presentando un valor de 3.4 billones de dólares en lo que refiere a mercancías que por allí transitan; nucleando cerca de un tercio del comercio marítimo mundial. A su vez, el Mar del Sur de China se constituye como un importante depósito de recursos energéticos, incluyendo gas y petróleo, los cuáles son disputados por varios de los países aledaños.

Siguiendo esa misma línea, siendo China el principal actor de la región, no puede dejar de mencionarse que también es una zona de diversas disputas territoriales. En el caso del Gigante Asiático, la mira ha estado puesta sobre las islas Spratly y Paracel, mismas que en los últimos años han visto reforzadas considerablemente sus instalaciones militares con nuevos radares y pistas de aterrizaje. Este accionar ha suscitado preocupaciones en diversas naciones del sudeste asiático, incluyendo a Filipinas, que mantiene a su vez sus propias reivindicaciones sobre la región y halla en los EE.UU. el principal contrapeso para dicho escenario.

Por lo pronto, el despliegue del mencionado CSG-1 junto a su Escuadrón de Destructores como escolta sirvió a dichos fines, como así también para el adiestramiento conjunto de los efectivos filipinos y estadounidenses; incluyendo la navegación en diferentes formaciones, ejercicios simulados de defensa y la preparación para misiones humanitarias. A su vez, la actividad fue aprovechada por los pilotos del Ala Aérea Embarcada 2 (CVW-2) del portaaviones USS Carl Vinson, la cuál cuenta con un amplio abanico de plataformas divididos en nueve escuadrones, incluyendo aeronaves F-35C Lightning II, F/A-18E/F Super Hornets y E-2D Advanced Hawkeye, a los que ha de sumarse helicópteros CMV-22 Osprey y MH-60R/S Seahawks.

Finalmente, cabe lugar para recordar que previo a llevar a cabo esta patrulla combinada, el portaaviones estadounidense en cuestión realizó un paso por Port Klang, en Malasia. Se trata de la segunda visita al país de un buque de este tipo en poco más de un mes, lo cuál destaca por no ocurrir desde el año 2012. Previamente, había sido el USS Abraham Lincoln CVN-72 aquel que visitara el país, esto durante el mes de diciembre mientras se encontraba de regreso a su asiento en San Diego.

*Créditos de las imagenes: suboficial de tercera clase Nathan Jordan

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