Nagorno Karabaj (también conocido como República de Artsaj) es una zona geográfica que se encuentra dentro del Cáucaso Sur y se extiende a lo largo de 4.400 km2, atravesada por la subcordillera del Cáucaso Menor o Pequeño Cáucaso. Se caracteriza por ser una región montañosa de clima adverso y templado debido al frío de la montaña y a la frecuencia de vientos, que dan contexto a inviernos crudos y veranos cortos. Cuenta con una población aproximada de 145.053 habitantes, según el último censo de 2015; es tradicionalmente habitado por personas de etnia Armenia, cuya religión es la cristiano ortodoxa; y linda al este con Azerbaiyán, país de mayoría musulmana de etnia  túrquica – azerí.

Territorialmente la región de Nagorno Karabaj se divide en tres zonas: al oeste una gran meseta boscosa conforma la provincia de Syunik, en la actual Armenia; al este se encuentran las orillas meridionales del Río Kurá y el Bajo Karabaj, en Azerbaiyán; y en el centro, se emplazan las montañas que separan ambas zonas: el Alto Karabaj. Esas montañas o tierras altas (Nagorno, en ruso) dan nombre a una región perteneciente de iure a Azerbaiyán, pero que desde 1991 es un país independiente de facto: la República de Nagorno Karabaj o República de Artsaj (Alloza, 2020).

Los conflictos interétnicos, religiosos, políticos, geopolíticos y territoriales de esta región transcaucásica se remontan al siglo VI a. c., cuando Karabaj era una de las diez provincias de la Armenia clásica y tenía entidad propia bajo el nombre de Artsaj. Las raíces históricas del conflicto también se encuadran en el siglo XI con la expansión del Sultanato Selyúcida. En este derrotero, y siguiendo a Adolfo Koutoudjian (2015, en Koutoudjian, 2020):

Desde el siglo XIV los principados feudales de Artsaj cayeron bajo el dominio turco – tártaro y la región pasó a denominarse Karabagh. Ellos mantuvieron una estructura estatal propia, independiente y participaron de los movimientos armenios de lucha del siglo XVIII contra el dominio turco y persa. Finalmente, por un tratado ruso – persa de 1813 la región fue anexada al Imperio zarista. Así junto a Najichevan y Ereván formaron la Provincia Armenia (Armyanskaya Oblast) entre 1813 y 1868. Previendo reivindicaciones nacionales, Karabagh fue integrada a una nueva entidad administrativa rusa entre 1868 y 1917, la Elizabetpol Gubernalia (gobernación).

Ya entrado el siglo XX, los armenios y azerbaiyanos, también denominados “tártaros transcaucasianos”, fueron protagonistas de sangrientos combates interétnicos. La Revolución Bolchevique de 1917 dejó un vacío de representación para estas etnias en flagrante conflicto, y el status de Nagorno-Karabaj, disputado desde 1918 cuando Armenia y Azerbaiyán declararon su independencia del Imperio Ruso, se extendió hasta principios de 1920, momento en el cual se impuso el régimen soviético en ambos países, y la región mayoritariamente armenia de Nagorno Karabaj, se convirtió en un óblast autónomo dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán

Hacia finales de la década del ‘80 y con la llegada de Mijaíl Gorbachov a la Secretaría General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, la tensa calma entre ambas repúblicas fue encontrando intersticios para implosionar. Las medidas profundas tomadas por Gorbachov denominadas como perestroika y glásnost en plena crisis del imperio soviético, fueron un caldo de cultivo para el estallido nacionalista y la fragmentación geográfica. 

En este contexto, durante el año 1988, la legislatura regional de Nagorno Karabaj votó a favor de unirse a la República Socialista Soviética de Armenia, medida que fue abordada desde Moscú. Siguiendo a Avakian (2014, en Koutoudjian, 2020): 

El Soviét Supremo de la URSS decide dejar a Nagorno Karabagh dentro de las fronteras de la RSS [República Socialista Soviética] de Azerbaiyán, sosteniendo el Artículo 78 de la Constitución Soviética del año 1977, el cual prohíbe realizar cambios territoriales sin el consentimiento de la República afectada. Ese mismo año, el Comité Central del Partido Comunista de la URSS, designa a un representante de Moscú en Nagorno Karabagh. En 1989 crea el Comité de Administración Especial de la OANK [Oblast Autónoma de Nagorno Karabaj]. Por medio de ambos la URSS determina la incapacidad de Azerbaiyán de controlar el territorio en cuestión.   

A raíz de esto,  Nagorno Karabaj queda fuera del control administrativo de Azerbaiyán y en 1991 la República Democrática declara su restablecimiento tal como existió entre los años 1918 y 1920, rechazando el legado jurídico soviético. Ése mismo año (1991), Nagorno Karabaj inicia el proceso de independencia y realiza un referéndum, obteniendo un 99% de votantes que se expresaron a favor de la independencia de Azerbaiyán. Meses más tarde, los azeríes anularon la autonomía de Nagorno Karabaj, desconocieron el Derecho de Autodeterminación de los Pueblos e intentaron ocupar militarmente el territorio (Ibíd.).

En pleno colapso de la Unión Soviética, armenios y azeríes tomaron las armas y se enfrentaron en una guerra sangrienta por el enclave geoestratégico de Nagorno Karabaj. Los enfrentamientos se extendieron por tres años (1991-1994) y dejaron un saldo aproximado de entre 25.000 y 30.000 víctimas fatales y un millón de desplazados. Armenia se alzó con la victoria militar y Azerbaiyán perdió el control no solo de Nagorno Karabaj, sino también de siete distritos adyacentes que fueron ocupados por los armenios y considerados como una “franja de seguridad”.

La crueldad del combate entre amabas repúblicas fue considerada como una de las más devastadoras de fines de siglo. En este sentido, y en palabras de Vladimir Rouvinsky, profesor de relaciones internacionales de la Universidad ICESI y experto en Rusia y el Cáucaso:

… se adquirieron formas de combate y aniquilación casi medievales que desencadenaron en un sangriento balance de 30.000 muertos, 25.000 de los cuales fueron del lado azerí. La superioridad armenia era abrumadora gracias a su principal aliado, Rusia, y consiguieron que Azerbaiyán perdiera control sobre Nagorno Karabaj y un cinturón alrededor de esta región, que pasó a control militar armenio (France 24, 30/09/2020).

Mapa del territorio de Nagorno Karabaj tras el fin de las hostilidades (1994). En verde claro, se observa la franja de seguridad impuesta por los armenios; y en verde oscuro, el alto Karabaj. Fuente: Alloza (2020) https://www.geografiainfinita.com/2020/10/donde-esta-el-alto-karabaj-que-esta-pasando-alli/

La polarización entre las partes en conflicto alcanzó un alto al fuego en 1994 bajo el paraguas protector de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) y el Grupo de Minsk, tras una ceremonia llevada a cabo en Biskek, capital de Kirguistán. Finalmente, Nagorno Karabaj no se unió a Armenia pero se constituyó en un estado independiente de facto no reconocido por la comunidad internacional.

Los Principios de Madrid y el retorno a las hostilidades

La tregua con ribetes de armisticio alcanzada en 1994 solo pudo contener los ánimos por algunos años. Tanto Armenia como Azerbaiyán fueron incrementando sus recursos duros y mantuvieron tropas alistadas en rededor de la zona en disputa, evidenciando una constante declamación que ponía en jaque la paz y seguridad internacional. Ante un estallido latente, tanto la OSCE como el Grupo de Minsk, trataron de buscar una salida viable al conflicto interétnico.

En este sentido, en el año 2007 se llevaron a cabo acuerdos de paz entre los ministros de asuntos exteriores de ambas repúblicas en conflicto, que a la postre se conocieron como los Principios de Madrid. Los representantes de Armenia y Azerbaiyán, si bien coincidieron en varios puntos del acuerdo, no lograron aunar criterios respecto a la desmilitarización de la zona ocupada por parte de Armenia, difiriendo tanto en la fecha de retirada de las tropas como en las instancias de decisión para dirimir el futuro status de Nagorno Karabaj.

Tras no lograr un acuerdo uniforme e integral, los Principios de Madrid quedaron en letra muerta y el rearme de los actores siguió su curso. En este aspecto, y según Koutoudjian (2015, en Koutoudjian, 2020):

… desde el año 2008 las Fuerzas Armadas azeríes comenzaron un proceso de fuerte rearme, deteriorando la delicada situación. Se sabe que ha comprado armas a Israel por un monto superior a los 1.600 millones de dólares, e incluso ha realizado, en 2013, un pedido a Rusia de 18 equipos de artillería de autopropulsión.

La escalada armamentística fue in crescendo y en abril de 2016 las hostilidades recrudecieron al registrarse cruentos enfrentamientos armados entre el ejército de Defensa de Nagorno Karabaj, apoyado por las fuerzas armadas de Armenia, y las fuerzas armadas azeríes, en lo que se conoció como “la guerra de los cuatro días”. Este breve pero intenso conflicto arrojó alrededor de 300 víctimas fatales y más de mil heridos entre ambos bandos. Durante la escalada, las fuerzas militares de Azerbaiyán desplegaron modernos y renovados dispositivos de ataque y recuperaron 800 hectáreas de territorio, mientras Armenia vio con cierta preocupación el incipiente deterioro de sus fuerzas armadas, las cuales se encontraban mal equipadas y con armamento deficiente.

Nuevas formas de hacer la guerra: el avance azerí

Lejos de atemperar las rivalidades en torno al enclave geoestratégico, los enfrentamientos de 2016 fueron la antesala de otro infierno para la población de Nagorno Karabaj. Entre septiembre y noviembre de 2020, armenios y azeríes volvieron a chocar en una contienda sangrienta y desproporcionada que duró 44 días, modificando el alcance convencional de los medios y métodos para hacer la guerra, al incluir nuevas técnicas de combate asimétrico entre las fuerzas armadas de ambas repúblicas.

El auge tecnológico de la globalización, sumado a la importancia geopolítica de la región por su potencial en materia de recursos naturales, y la presencia de otros actores internacionales de peso como Rusia y Turquía, transformaron el conflicto de orden interétnico local, en una contienda de alcance regional con ciertos ribetes de internacionalización. Siguiendo a Alloza (2020):

Azerbaiyán y Turquía son aliados indiscutibles al tratarse de pueblos hermanos; Rusia es el mayor aliado de Armenia y mantiene un fuerte contingente de tropas en el país. A su vez, mantiene buenas relaciones con Azerbaiyán a quien vende armamento; Azerbaiyán nada sobre reservas de gas y petróleo, y de ahí el interés económico internacional que suscita. Bakú es paso de numerosos oleoductos y puerto clave de la nueva Ruta de la Seda que unirá Europa y China.

En este marco, la última confrontación bélica que se extendió desde 27 de septiembre al 10 de noviembre, encontró a las fuerzas armadas azeríes con mayores recursos convencionales y no convencionales para afrontar la contienda; en tanto, las fuerzas armadas armenias se encontraron con dificultades operacionales de mayor envergadura, evidenciando un armamento obsoleto que por momentos careció de eficacia en la respuesta defensiva inmediata.  

Según el ranking elaborado por el portal Global Firepower (2021), en materia de capacidades militares, poder de fuego, logística, tecnología y presupuesto, Azerbaiyán se ubica en el puesto 63 con una puntuación PowerIndex de 1.0472 puntos; mientras que Armenia ocupa el puesto 100 con una puntuación de 2.4216, de un total de 140 países analizados. Respecto a los recursos financieros, el presupuesto de defensa de Armenia alcanza los $634, 000,000; en tanto, Azerbaiyán llega a los $2, 265, 000,000 de presupuesto, lo cual evidencia una política destinada a recursos militares claramente favorable para los azeríes.

En cuanto al poder aéreo, Armenia cuenta con un total de 67 aeronaves, 4 aviones de combate, 36 helicópteros y 20 de ellos de ataque; mientras que Azerbaiyán, ostenta un total de 145 aeronaves, 12 aviones de combate, 88 helicópteros y 17 de ataque. En relación al poder terrestre, Armenia alcanza una fuerza de tanques de 210 unidades, 759 vehículos blindados, 40 unidades de artillería móvil, 130 de artillería remolcada, y 65 proyectores de cohetes móviles; mientras que Azerbaiyán posee una flota de tanques de 1.052 unidades, 1.450 vehículos blindados, 242 unidades de artillería autopropulsada, 307 de artillería remolcada, y 245 proyectores de cohetes móviles (Global Firepower, 2021). 

Si bien las fuerzas azeríes cuentan con una marcada diferencia de recursos convencionales respecto a los armenios, lo novedoso de este último enfrentamiento fue la utilización de vehículos aéreos no tripulados, también conocidos como drones; los cuales asestaron golpes precisos y letales contra las fuerzas armenias, modificando el curso de la guerra e instaurando nuevos formatos de combate asimétrico. Según Marin Delgado (2021: 4):

Este conflicto de carácter interestatal de 44 días de duración se ha caracterizado por un uso extensivo y generalizado de drones, por parte azerí; y una incapacidad manifiesta de Armenia de hacer frente a esta amenaza con los sistemas defensivos de sus Fuerzas Armadas. La victoria final de Azerbaiyán no cabe duda de que ha sido alcanzada en gran medida gracias al empleo de la tecnología dron. La contienda se ha desarrollado en un escenario geográfico limitado sin la participación de la aviación de combate y sin que haya transcendido a una guerra generalizada entre ambos países.

Asimismo, el autor refiere a que las ventajas obtenidas por Azerbaiyán también encuentran sustento en los sistemas obsoletos de las fuerzas de Armenia, y en una incapacidad táctica de sus decisores en el empleo terrestre que provocó una gran cantidad de bajas en sus tropas. Según su análisis:  

Armenia, por su parte, ha sufrido un elevado número de pérdidas en sus filas. Sus fuerzas de defensa aérea han sido incapaces de neutralizar los drones azeríes y de ejercer un control efectivo del espacio aéreo. Entre las causas principales se encuentra la falta de sensores, la vetustez de sus sistemas de armas antiaéreos y unas tácticas deficientes frente a la amenaza dron. (Marin Delegado, 2021: 1).

En esta línea, las consecuencias para Armenia fueron ampliamente desfavorables durante el transcurso de la guerra. La implementación de drones de munición merodeadora, drones kamikazes de manufactura israelí como los Harop/Harpy, y drones de ataque como los Bayraktar TB-2 de origen turco, inflingieron cuantiosas pérdidas materiales y militares en sus filas. Asimismo, las características del teatro de operaciones que en principio eran favorables para los armenios por la ubicación montañosa, terminaron siendo un escollo letal para sus fuerzas.

En base a esto, Frías Sánchez (2021: 6), sostiene:

… la difícil orografía del terreno (que para los armenios suponía una ventaja) se ha tornado en un problema, pues la dependencia de sus posiciones defensivas de muy escasas rutas de comunicación con la retaguardia (y con múltiples puntos de paso obligado) ha permitido a los UAV ISTAR [vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento, adquisición de objetivos, vigilancia e inteligencia] azeríes concentrar sus acciones en un número reducido de localizaciones, aumentando su eficacia. Así, los azeríes han sido capaces de aislar con bastante facilidad las posiciones armenias, alcanzando regularmente la superioridad local en fuegos y en número de tropas en cada combate.

A raíz del empleo de tecnología de avanzada que permitió dominar el espacio aéreo, el ejército azerí fue capaz de emplear fuegos en profundidad conformando a su favor el campo de batalla, mientras que los armenios debieron limitarse a defender sus posiciones donde los azeríes planteaban los combates. El dominio del aire dio un amplio margen de iniciativa a los azeríes, negando así el espacio a los armenios (Ibíd.).

Cese al fuego tripartito: vencedores y vencidos

La firma del acuerdo entre Rusia, Armenia y Azerbaiyán, para ponerle fin a las hostilidades, significó no solo la capitulación para Ereván, sino también la pérdida de territorio en su entorno geográfico. El cerco azerí sobre Shusha, la segunda ciudad más importante de Nagorno Karabaj, obligó a los armenios a negociar un cese definitivo y a devolver los distritos adyacentes ocupados durante los años noventa. Asimismo, el acuerdo, que resultó ser humillante para los intereses armenios en la región, supone que las fuerzas de Azerbaiyán podrán permanecer en los distritos recapturados, incluso en Shusha; mientras habilita la presencia de 2.000 soldados rusos en Nagorno Karabaj como fuerza de mantenimiento de la paz.

Como garante del acuerdo, Rusia se erige como árbitro de la zona y potencial estabilizador, pese a que su vecindario postsoviético se encuentra en perramente ebullición. Para el Kremlin, resulta primordial ser el mediador del Cáucaso Sur y revalidar la presencia militar en su rol de potencia protectora, evitando así la intervención directa en un conflicto que lo puede enfrentar con otros actores de relevancia en la región, tal es el caso de Turquía, que si bien no formó parte del acuerdo, sí podrá enviar observadores para el cumplimiento del alto al fuego.

En cuanto a Armenia, el acuerdo ha sido visto por el gran grueso de la población como una rendición, donde consideran a su presidente un traidor. El acuerdo, que permite el despliegue militar ruso para controlar la paz, tiene una duración máxima de cinco años, después del cual tanto Armenia como Azerbaiyán pueden pedir su retirada, notificándolo con cinco meses de antelación al plazo final. Dada la situación, parece difícil que se pueda llegar a un acuerdo perenne en el tiempo que garantice la estabilidad en la zona (Sánchez Gómez, 28/03/2021).

En cambio, para los azeríes el acuerdo selló una reivindicación histórica de su reclamo territorial, ya que a lo largo de la contienda bélica y diplomática, apelaban a las normas del Derecho Internacional y a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En este sentido, el Consejo de Seguridad emitió cuatro resoluciones hasta la fecha, las cuales exigen la retirada de tropas de los territorios ocupados, la preservación de la integridad territorial, y el retorno de los desplazados a su lugar de origen. Al momento, ninguna de ellas ha llegado a implementarse.

Cese al fuego completo y a la terminación de todas las hostilidades, firmado el 10 de noviembre de 2020. Fuente: BBC (2020) https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54886462

Reflexión Final

El mundo postsoviético configura un espacio de repúblicas en permanente tensión. Sea por razones geográficas, étnicas, nacionalistas, políticas o raciales, la perenne fragmentación deteriora la convivencia y presupone un riesgo latente para los civiles que quedan atrapados en esos limbos territoriales. La intangibilidad de las fronteras suena a una entelequia configurada a los fines geoestratégicos tanto de los implicados en forma directa, como de los proveedores y garantes del entorno geopolítico.

Tanto armenios como azeríes ven en Nagorno Karabaj un proceso identitario de pertenencia que implica la guerra propiamente dicha en todas sus formas y variables. Mientras Azerbaiyán sostiene que el territorio le pertenece de iure y pone de relieve el reconocimiento de la comunidad internacional en su reclamo, Armenia alude a una reivindicación histórica y étnica en representación de su pueblo. Ambas repúblicas ven un interés nacional que se conjuga con sus imperativos estratégicos.

En este sentido, la firma del último acuerdo de paz no vislumbra una proyección de estabilidad, vuelve a ser un placebo momentáneo que promete atemperar las aguas en donde el infierno es la forma de vida más frecuente. Lejos de conciliar posturas, el acuerdo sigue siendo frágil para garantizar una proyección concreta, sobre todo en problemáticas de antaño como el tema de los refugiados o los desplazados de su lugar de origen, que aún siguen siendo un escollo para lograr una paz duradera.

Nagorno Karabaj ha dejado de ser un conflicto local olvidado para transformarse en una disputa territorial con alcance regional, en donde las potencias adyacentes juegan un papel de aliado y proveedor, y en donde la industria armamentística también se configura como un nuevo orden decisorio, evidenciando tanto la porosidad como la permeabilidad de la soberanía estatal.

El conflicto del Cáucaso Sur alcanzará una solución plausible cuando la comunidad internacional toda constituya opciones de relativa estabilidad, instando a armenios y azeríes a buscar alternativas definitivas, tanto en el trazado de los límites fronterizos como en la preservación territorial, sin injerencias desestabilizadoras.

Referencias bibliográficas

_ Alloza, Iñigo (2020). Las claves para entender el conflicto del Alto Karabaj. Disponible en: https://www.geografiainfinita.com/2020/10/donde-esta-el-alto-karabaj-que-esta-pasando-alli/

_ BBC (2020). Conflicto en Nagorno Karabaj: Armenia, Azerbaiyán y Rusia firman un acuerdo de paz. Disponible: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54886462

_ France 24 (30/09/2020). ¿Qué hay detrás del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj? Disponible en: https://www.france24.com/es/20200930-nagorno-karabaj-armenia-azerbaiyan-turquia-conflicto

_ Frías Sánchez, Carlos Javier. (2021) El campo de batalla futuro… que quizá es presente. Documento Marco IEEE 07/2021. Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2021/DIEEEM07_2021_CARFRI_Batalla.pdf

_ Global Firepower (2021). Disponible en: https://www.globalfirepower.com/

_ Koutoudjian, Adolfo (15-10-20). Nagorno Karabagh (Artsaj) Hoy. Disponible en: https://unlp.edu.ar/frontend/media/4/32204/557604c1a262d235c9d2687aaf6e6974.pdf

_ Marín Delgado, José Alberto. (2021) Guerra de drones en el Cáucaso Sur: lecciones aprendidas de Nagorno-Karabaj. Documento de Opinión IEEE 21/2021. Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2021/DIEEEO21_2021_JOSMAR_DronesCaucaso.pdf

_ Sánchez Gómez, Jairo (28/03/2021). Armenia y Azerbaiyán: peligro de estallido en la frontera Nagorno-Karabaj. Disponible en: https://atalayar.com/content/armenia-y-azerbaiy%C3%A1n-peligro-de-estallido-en-la-frontera-nagorno-karabaj

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