El ciclo de entrevistas “Consensos en Defensa Nacional” propuesto por Zona Militar constituye una buena oportunidad para pensar desde Argentina los asuntos estratégicos y de defensa. La última pregunta formulada a los entrevistados constituye el disparador y el marco de este segundo comentario. Desde hace algunos años, con algunos colegas, entre ellos el querido Ingeniero Juan Facio, debatimos sobre la relevancia de definir una hoja de ruta -una estrategia- que, lejos de ser un documento formal, constituya la piedra angular de la recuperación de capacidades de defensa en nuestro país. Este escrito pretende compartir algunos de los ejes conceptuales sobre los que se cimientan algunas propuestas orientadas a aportar a la problemática de la incorporación de armamento y equipo. En este sentido, partimos de un enfoque no convencional que asume algunas “ideas abstractas”.

Primero, la procedencia de los armamentos que conforman las bases materiales de un Sistema de Defensa representa un buen predictor de sus márgenes de libertad de acción. Por eso, la discusión sobre la obtención de medios es tecnológica pero su esencia es geopolítica. De ahí que las múltiples dimensiones involucradas deban ser ponderadas cuidadosamente para evitar la generación de dependencias muy complejas. Esto ya ha ocurrido en numerosas ocasiones de nuestra historia. Por eso es válido preguntarse, por ejemplo, si los equipos de comunicaciones son de origen extranjero, ¿Es soberana la base empírica de mis comunicaciones? ¿Cuál es mi nivel de vulnerabilidad? Lo mismo puede plantearse respecto a un avión de combate y otros sistemas. Por otra parte, dado que el material existente es de distintos orígenes, es fundamental abordar un plan integral de normalización de equipos entre todas las Fuerzas Armadas. Lejos de ser un tema secundario o administrativo, es la base para impulsar una mayor interoperabilidad en el terreno.

La convergencia de la estrategia y los asuntos militares con la investigación, la política industrial y la producción para la Defensa debería plasmarse en el planeamiento. Aunque la ‘incertidumbre’ predomine en la dinámica internacional y la necesidad de recuperar capacidades sea demasiado amplia, priorizar los objetivos es insoslayable. En función de su trascendencia, contextualizar los esfuerzos y recursos en fortalecer la soberanía marítima e insular del Atlántico Sur, sus recursos y su proyección antártica, podría promover consensos fundamentales. La elaboración de una Directiva de Obtención de Medios puede tener diversos alcances en la medida que sea desarrollada como una brújula que oriente. Su relevancia comprende un abanico de funcionalidades. Desde configurar un insumo básico para planes de inversiones que sean complementarios hasta ser una referencia para el conjunto de los actores del Sistema de Defensa (incluidas las empresas) así como también las Pymes, las universidades, los centros de Investigación y Desarrollo, potenciales interesados de otros países, etc. Es razonable suponer que la probabilidad de que surjan vinculaciones tienda a incrementarse cuando una eventual contraparte conozca de antemano hacia dónde queremos ir.      

Segundo, se pueden establecer tres canales de obtención. El Sistema (propio) de Investigación, Desarrollo, Producción e Innovación (SIDYPDEF), cuya función principal debe ser la provisión de medios/sistemas estratégicos. Los Programas de cooperación en I+D+P deberían, al menos teóricamente, atender un doble desafío. Por un lado, ofrecer soluciones tecnológicas a requerimientos operacionales reales de las Fuerzas Armadas de las partes. Por el otro, forjar y/o consolidar una alianza estratégica con el socio que se elija. Aunque de distinta naturaleza, ambas dimensiones son importantes. En cuanto a la adquisición en el exterior, toda vez que conlleva una vinculación con el vendedor que se extenderá durante décadas, la decisión debería resultar de una ponderación que compatibilice y articule los niveles Estratégico Nacional y Estratégico Militar. Este aspecto, aunque sea obvio no es por ello menos importante. La política conduce y decide, pero debe evaluar las mejores opciones disponibles con el asesoramiento técnico-profesional de las Fuerzas Armadas. Ahora bien, esto sugiere otro elemento que merecerá un escrito en particular pero que es pertinente mencionar. Para conducir y decidir es indispensable que los cuadros civiles tengan la formación adecuada, que se jerarquice su carrera en términos de contemplar sus aportes en el proceso de toma de decisiones y que reciban formación continua. Aun es una deuda pendiente el impulso de una burocracia profesional que concurse sus cargos hasta el nivel de Director Nacional inclusive. Por cierto, para que el asesoramiento redunde en mayores capacidades, la especialidad de Oficiales y Suboficiales también debe ser acorde. Es decir, también es necesaria una jerarquización del personal con formación tecnológica y técnica. Es esperable que ello impacte positivamente sobre las especificaciones y Requerimientos Técnico Operativos que se formulen, ajustándose en mayor medida a lo que necesitamos y menos a lo que nos quieran vender.

Lo planteado hasta aquí no tiene un espíritu tecnocrático-elitista ni responde a criterios formulados desde el laboratorio. Una vez más, cuando las necesidades son muchas y los recursos económicos no alcanzan, invertir de manera que se promuevan las complementariedades y se eviten los esfuerzos duplicados pasa a ser una cuestión imprescindible. Desde la experiencia de Enrique Mosconi al frente de YPF entre 1922-1930 puede sostenerse que la eficiencia en la gestión, sobre todo cuando se orienta al servicio del desarrollo, no solo contribuye a los intereses nacionales, sino que además genera impactos positivos que respaldan el crecimiento económico y el bienestar social. Los 90 años transcurridos desde entonces no han cambiado estos principios.

Las compras al extranjero deberían incluir la compensación Industrial (OFFSET) como condición sine qua non. Resultaría importante la existencia de normativa que regule en este sentido. Además, la inclusión de cláusulas de lo que suele denominarse “Transferencia Tecnológica” (pese a que en realidad sea técnica lo que se transfiere y que la diferencia entre ambos conceptos sea de una centralidad absoluta). Ambos puntos requieren como contrapartida la generación de mecanismos de absorción por parte del SIDYPDEF (una nueva arquitectura organizacional orientada a fortalecer vínculos institucionales). El conocimiento (científico-técnico) canalizado adecuadamente puede favorecer el sostenimiento local de los medios y, en el mediano plazo, contribuir a la sustitución de importaciones de componentes y/o subsistemas que se consideren estratégicos.

Sin intención de abusar de ciertos vocablos, tanto la existencia de un Sistema de Obtención de Medios, como el orden de precedencia entre sus tres canales, son cuestiones de naturaleza político-estratégica que se instrumentan a través de medidas administrativas y capacidades de gestión. Si no se traduce lo abstracto en la “densificación” humana del sistema y en transformaciones organizacionales efectivas (y no cosméticas), los usos y costumbres (no siempre saludables) tienden a perpetuarse.

En Argentina es imprescindible la conformación de un Sistema de Obtención de Medios con atribuciones reales que le permitan decidir y gestionar. En términos comparativos es tan importante la coordinación y consistencia entre las acciones que se adopten como el presupuesto disponible. Solo esta condición puede permitir una articulación entre los tres canales o mecanismos principales. Ello no supone de ningún modo soslayar que los recursos presupuestarios carezcan de relevancia. En todo caso, si los recursos son invertidos en cuestiones esenciales -tecnologías transversales- tendrán un efecto multiplicador.

Tercero, la industria y la tecnología de interés de la defensa contiene en su ADN la dimensión estratégico-militar, pero no es exclusivamente un tema de ‘defensa’. Aproximar el tema de este modo deriva en que los integrantes del Sistema de Obtención de Medios se restrinjan a los organismos jurisdiccionales, tal vez abarquen instancias de otras áreas del Estado e incluso incorporen algunas empresas del sector privado. Sin embargo, los efectos se multiplican cuando la Investigación, Desarrollo y Producción de interés de la Defensa es concebida y gestionada definiendo como actores protagonistas a las agencias y organismos estatales a nivel nacional, provincial y municipal, universidades, centros de I+D y Pymes. Entonces el desafío será diseñar mecanismos y canales institucionalizados de discusión, consenso y articulación. Cuando se trabaja especialmente en generar y estimular esos lazos, la absorción de tecnologías generadas en el país y la integración local de las cadenas productivas se vuelve factible. Además, ello promueve, de hecho, una base logística que gradualmente podría ser capaz de dar respuesta a las demandas de sostén que impone el ciclo de vida de los sistemas, lo cual no es únicamente una necesidad sino también una potencialidad. El ciclo de vida de los sistemas demanda en forma creciente esa sólida base.

Cuarto, algunas propuestas puntuales se orientan a abordar cuestiones como la Vigilancia Tecnológica, el conocimiento detallado de las capacidades nacionales en sectores industriales claves, la institucionalización de instancias federales, interjurisdiccionales y público-privadas que faciliten la coordinación efectiva y generen canales de fluidos de diálogo. Convocar e involucrar a las fuerzas vivas de la Nación, provincias, municipios, universidades, centros de I+D y Pymes puede ser un desafío enorme de gestión, pero con potencialidades exponenciales. La articulación intersectorial genera las condiciones para integrar el proceso de innovación tecnológica al armonizar las actividades de investigación y desarrollo con las de producción y comercialización.

En definitiva, como siempre plantea el Ing. Di Venanzio, para que Argentina alcance niveles de autonomía tecnológica aceptables y grados de libertad admisibles de su Sistema de Defensa, resulta necesario que el sistema de I+D+P+i Nacional domine y desarrolle de manera autónoma, al menos, el conjunto de aquellas tecnologías definidas como estratégicas. Esto repercutirá indefectiblemente en un incremento de la soberanía de nuestra Nación.

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Aureliano Da Ponte
Candidato a Doctor en Economía y Gestión de la Innovación (UCM-UAM-UPM). Magíster en Economía y gestión de la innovación (UCM-UAM-UPM); en Estrategia y Geopolítica (ESG-UNDEF); en Defensa Nacional (FADENA-UNDEF). Cursó la Maestría en Ciencia Política (UTDT). Lic. en RRII. Profesor de Factor Científico-Tecnológico y Profesor Adjunto de Defensa Nacional (ESG-FE-UNDEF).

2 COMENTARIOS

  1. interesante artículo. creo que argentina debe apuntar siempre a fabricar sus propias armas sean letales o no. tambien en el área de comunicaciones intentaría no depender de aparatos extranjeros y desarrollar uno propio para las Fuerzas Armadas. mientras tanto obviamente compraría en el exterior. armas no letales la otan. armas letales por fuera de la otan .

    • perdon quiero corregir mi opinion. no le compren nada a el orco del norte miren a rusia que fue aliado en malvinas. no sean cipayos. hay vida fuera del orco.

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