El 2021, a pesar de estar a 100 segundos de su destrucción por la Junta de Científicos Atómicos, comienza con el pie derecho en materia del control y el mantenimiento del régimen nuclear: la entrada en vigor del Tratado Internacional sobre la Prohibición de Armas Nucleares y la extensión del Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START) marcan el pulso de una incipiente esperanza en el compromiso regulatorio en materia nuclear. Pero, ¿estos mecanismos son suficientes en controlar los desarrollos y la innovación de las armas nucleares y en evitar la proliferación horizontal en el Sistema Internacional?

El Tratado Internacional sobre la Prohibición de Armas Nucleares ya se ha analizado en ediciones anteriores, en este escrito se busca centrar la atención en el New START, la modernización de los arsenales nucleares de los principales protagonistas en el campo nuclear y el rol de China con respecto al aumento de su arsenal nuclear traducido en una amenaza al Sistema Internacional, que por ahora escapa de cualquier mecanismo que limite y regule sus intenciones en este campo.

El New START es un mecanismo de control biestatal entre los Estados Unidos y Rusia en el cual se busca establecer un límite entre ambas naciones con respecto a sus arsenales nucleares estratégicos. Este acuerdo fue firmado en el año 2010 bajo la administración Obama que heredó el proyecto de George Bush. Este pacto es la continuación del START 1 de 1991, que expiró en 2009. El 3 de febrero del 2021 se acordó entre los presidentes Biden y Putin extenderlo por 5 años hasta el 2026.

En palabras propias del comunicado de prensa del Secretario de Estado Antony Blinken: “La prórroga del Nuevo Tratado START garantiza que tengamos límites verificables para los misiles balísticos intercontinentales, los SLBM y los bombarderos pesados ​​rusos hasta el 5 de febrero de 2026. El régimen de verificación del Nuevo Tratado START nos permite supervisar el cumplimiento del tratado por parte de Rusia y nos proporciona una mayor comprensión de la postura nuclear de Rusia , incluso a través de intercambios de datos e inspecciones in situ que permiten a los inspectores estadounidenses vigilar las fuerzas e instalaciones nucleares rusas”.

Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia anticiparon que: “Esperamos que el entendimiento, alcanzado con Washington sobre el futuro del Nuevo Tratado START como piedra angular de la seguridad internacional, permita dejar atrás la tendencia al desmantelamiento de los mecanismos de control de armas y no proliferación, tan prevalente en los últimos años debido a las políticas destructivas de Estados Unidos […] Se necesitan pasos importantes para que nuestro diálogo bilateral en esta área vuelva a una trayectoria más estable y alcance nuevos resultados sustanciales que fortalezcan nuestra seguridad nacional y la estabilidad estratégica global”.

En sus principales predisposiciones en el artículo 2 se estipula los límites principales del Tratado. En primer lugar, 7 años después de la entrada en vigor (2018), se estableció un límite de ojivas nucleares de las partes signatarias a 1550, para hacer la cuenta cada bombardero pesado se cuenta como una ojiva. En segundo término se limitan la cantidad de misiles, bombarderos y lanzadores. En números específicos, los misiles balísticos intercontinentales desplegados (ICBM), los misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBM) y los bombarderos pesados ​​asignados a misiones nucleares están limitados a 700. Los lanzadores de misiles balísticos intercontinentales desplegados y no desplegados, los lanzadores SLBM y los bombarderos están limitados a 800.

En el artículo 3 del cuerpo del mismo se establece la fórmula de conteo para las ojivas y misiles desplegados. En el resto del tratado se establecen los protocolos de seguimiento y verificación mutua entre las partes: este proceso es fundamental para crear una concepción mutua de confianza entre los dos Estados, poder cubrir los movimientos en materia nuclear de los mismos y poder mantenerse dentro de los límites que establece el mismo.

Si bien el New START establece un pilar fundamental en la credibilidad de los dos gigantes en el mundo nuclear, en los últimos años se ha visto la incursión de los principales actores nucleares en nuevas tecnologías defensivas y ofensivas en materia nuclear. En números, los 9 poseedores de armas nucleares poseen 13.400 ojivas nucleares, y el 90% de las mismas son rusas y estadounidenses. Cuando en 1968 se firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, los entonces 5 actores nucleares se comprometieron a cesar en la búsqueda de nuevos desarrollos que condujeran a un arma nuclear. En la práctica y con el correr del tiempo, no solo se ha aumentado los actores nucleares sino que se han hecho grandes avances en el campo tecnológico que permite a los Estados tener nuevos activos cuando se habla de una ojiva nuclear.

La dinámica de la Guerra Fría marcaba un pulso en el cual el descubrimiento de un nuevo activo alarmaba a su homólogo e implicó una carrera armamentística sin precedentes en la cual el mundo estuvo a punto de adentrarse a una guerra nuclear en reiteradas veces. La Guerra Fría culminó, pero esta carrera en la búsqueda constante de nuevas tecnologías continuó y continua para amenaza de todos los Estados del Sistema.

La tecnología y los avances en la misma implica una nueva metodología en el complejo industrial armamentístico, las pruebas de armas supersónicas, como la inversión en los campos de la ciberseguridad y la Inteligencia Artificial, ponen en evidencia un amplio espectro de elementos que influyen en la construcción de nuevos prototipos adecuados a la defensa de un Estado. Las armas nucleares no son ajenas a todos estas tendencias y es por esto que se busca adaptarlas a las capacidades que las innovaciones aportan a las mismas.

Tanto Estados Unidos como Rusia están comprometidos en costosos y generalizados esfuerzos de modernización de su arsenal nuclear. Estados Unidos, a través de la revisión de la estrategia nuclear en el 2010, marcó un punto de inflexión en la cuestión de la modernización nuclear, se estima que en el 2021 Estados Unidos piensa gastar $1.5 mil millones para revisar su arsenal nuclear, la triada que mantiene al mismo y la infraestructura implicada en el mismo. Los planes incluyen (pero no se limitan a) una nueva clase de submarinos de misiles balísticos, un nuevo conjunto de misiles balísticos intercontinentales basados en silos, un nuevo misil nuclear de crucero, una bomba de gravedad modificada, un nuevo bombardero de ataque de largo alcance sigiloso y ojivas de acompañamiento para cada sistema de lanzamiento.

La Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) planea gastar $15.6 mil millones para mantener y actualizar el arsenal nuclear de EE. UU. En el año fiscal 2021. Este dinero está destinado específicamente a actividades de armamento, incluidas modificaciones y programas de extensión de la vida útil de ojivas nucleares. El Pentágono gastará más de $28.9 mil millones este año fiscal para modernizar los sistemas de entrega de la tríada, incluidos aviones de guerra y submarinos, y sus sistemas de comando, control y comunicaciones.

Entre los principales proyectos en el aire, se destacan los proyectos para adquirir misiles de crucero de lanzamiento aéreo, Long Range Stand Off Weapon (LRSO), modelos de bombas estratégicas B-21. Se busca también modificar los modelos B61-12 y mantener las ojivas W80-4. En la cuestión del mar se proyecta adquirir una flota de 12 submarinos clase Columbia, modificar los misiles balísticos intercontinentales para submarinos Trident II D5 y extender la vida útil de las ojivas W88, W87-1 y W93. En tierra se destaca la construcción del Disuasivo Estratégico Terrestre (GBSD), un sistema de misiles balísticos intercontinentales con base en tierra de EE.UU. En las primeras etapas de desarrollo, programado para reemplazar los 450 misiles Minuteman III en servicio.

Cuando en el 2017 el presidente ruso Valdimir Putin aprobó el Programa de Armamento Estatal de Rusia 2018-2027, se propuso adaptar todo el sistema armamentístico nacional a los desafíos actuales de la seguridad internacional y abandonar viejos supuestos heredados de la Unión Soviética. Para mantener la tríada nuclear Moscú proyecta adquirir seis submarinos de misiles balísticos estratégicos (SSBN) de clase Delta IV y ocho de clase Borei. En el ámbito aéreo se destacan las versiones modernizadas de los de los bombarderos Tupolev Tu-95MS (Bear H) y Tu-160 (Blackjack). Se toma noción del nuevo misil de crucero de largo alcance, etiquetado como Kh-101, que está reemplazando al Kh-55 con un alcance de hasta 4.500 km en la variante nuclear. Con respecto a los proyectos en tierra se destacan tres proyectos en curso: el misil balístico intercontinental (ICBM) móvil por carretera de Rubezh, el ICBM móvil por ferrocarril de Barguzin y el misil balístico intercontinental pesado Sarmat.

La cuestión China y el futuro del régimen nuclear

Cuando Donald Trump en sus fallidas intenciones de incluir a China en el New START alegaba la creciente amenaza que el oriental imprime a  los Estados Unidos en el campo nuclear, no estaba haciendo predicciones sin fundamentos. La realidad es que ningún representante de China se acercó a las reuniones en Viena del pasado año y eso comenzó a despertar y resucitar la preocupación por el estatus nuclear de China y su decisión de no querer someterse a ningún régimen especial además del TNP.

Cuando se habla y se toma noción del ascenso de China en todos los aspectos de la vida estatal y del propio Sistema Internacional, no se debe dejar de lado los proyectos ambiciosos de innovación, ampliación y desarrollo del Estado asíatico en el campo nuclear. Si bien existen muchos mitos y grises con respecto a la cantidad real del arsenal nuclear chino, el aumento de sus capacidades como el cambio en su doctrina deben ser atendidas.

Según estimaciones de la Junta de Científicos Atómicos, la República Popular cuenta con aproximadamente 350 ojivas nucleares, de las cuales 272 son para ser lanzadas por más de 240 misiles balísticos operacionales con base en tierra, 48 misiles balísticos con base en el mar y 20 bombas de gravedad nuclear asignadas a bombarderos. Las 78 ojivas restantes están destinadas a armas adicionales terrestres y marítimas. En proyecciones de la Federación de Científicos Americanos en 2029, China contará 600 ojivas nucleares y habrá aumentado su capacidad de entrega y fortalecido su triada nuclear con el desarrollo de aproximadamente 400 lanzadores nucleares repartidos entre tierra, aire y mar.

En los últimos años China se embarcó en un proceso de agrandar su arsenal nuclear y se comprometió en grandes proyectos para modernizar su ya considerable fuerza nuclear. El Estado continúa con el programa de modernización de armas nucleares que inició en la década de 1980 y aumentó en las décadas de 1990 y 2000, desplegando más tipos y mayor número de armas nucleares que nunca. China ha continuado desarrollando el DF-26, un dispositivo intermedio, móvil, de doble capacidad misiles balísticos de alcance (IRBM), y está reemplazando a los lanzadores de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) DF-31A móviles de carretera más antiguos por el lanzador DF-31 AG más maniobrable. También se encuentra en la etapa inicial de desplegar el nuevo DF-41, un misil balístico intercontinental de carretera que se cree que es capaz de transportar múltiples cargas con objetivos independientes (MIRV). En el mar, China está agregando dos submarinos SLBM JL-2 de misiles balísticos más y está desarrollando un nuevo tipo.

Otro punto importante es el desarrollo misilístico de China, si bien con la terminación del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) Rusia y los Estados Unidos se embarcaron en desarrollos de nuevos misiles balísticos también comenzaron a incursionar en misiles hipersónicos, se toma noción de las intenciones de China para desarrollar esta tecnología. En esta dinámica de no perder pisada a los contendientes, Pekín apuesta modernizar sus misiles con la capacidad de poder portar una carga nuclear.

Estos proyectos y desarrollos que se materializan con el correr de los años marcan una tendencia que preocupa a Washington y Moscú. La percepción de una amenaza creciente de las armas convencionales para la disuasión nuclear de China la está obligando a enfrentar una nueva realidad en la que la interacción entre las armas convencionales y nucleares se vuelve más complicada.

La postura de Pekín es clara: sus armas nucleares serán empleadas en caso de ataque a su nación, el poder disuasorio lo mantienen bajo la doctrina del “Second Strike”. En su estrategia nuclear oficial, las armas nucleares chinas no tienen ningún papel que desempeñar en ningún otro escenario. Como han dicho repetidamente los libros blancos de defensa chinos, la misión de las fuerzas nucleares del país es “disuadir a otros países de usar armas nucleares contra China y llevar a cabo represalias nucleares”.

Con respecto a esta percepción de que China amenaza el Sistema Internacional, se toma noción de la falta de canales de entendimiento que tiene Pekín con los Estados Unidos. Esta falta de procesos de acercamiento ha generado grandes desentendimientos mutuos con respecto a los desarrollos nucleares de China.

En este cruce de mitos, falta de diplomacia la Marina de los EE.UU. que se ha entrenado durante la Guerra Fría para mantener a los SSBN enemigos en la mira, ve la flota emergente de submarinos nucleares estratégicos de China como una nueva amenaza y ha tomado medidas para desarrollar una contracapacidad. Junto con aliados en la región, Estados Unidos ha desplegado un número creciente de aviones marítimos anti submarinos avanzados y submarinos de ataque nuclear en bases militares cercanas a China.

La combinación entre las nuevas tecnologías militares y la erosión de la línea divisoria entre armas convencionales y nucleares chinas representa una preocupación para China con respecto de mantener sus instalaciones y desarrollos alejados, a la dirigencia política oriental proyecta que los Estados Unidos pueda atacar instalaciones nucleares o sistemas asociados de comando y control sin emplear una fuerza nuclear. En este escenario, Pekín y sus principales asesores han puesto en marcha un plan de mejorar las defensas antiaéreas, y el desembarco de los submarinos nucleares marcan un paso en el plan de mejorar la percepción disuasoria estatal.

Mientras los asesores se toman de las manos y aprietan sus compromisos para mantener una guerra nuclear en una utopía, donde se limitan las capacidades nucleares de Rusia y Estados Unidos, miran de reojo al oriente y los desarrollos chinos. Si bien es incomparable la capacidad de este último con los principales poseedores, se prevé un futuro incierto con respecto a las percepciones compartidas de amenaza y el rol de las armas nucleares en las Estrategias de Seguridad Nacional es clave para comenzar a delinear un mundo completamente diferente con respecto a la Seguridad Internacional. 

En ese sentido, los principales actores se embarcaron en una nueva carrera armamentística, conscientes o no de estar comparándose a diario y alentando a un error de cálculo que conlleve a un enfrentamiento directo se debería primar por optar por la prudencia a la hora de establecer mecanismos de control mutuos para mantener un Sistema y régimen nuclear que pueda ser predecible para sus jugadores, y así tomar decisiones que no atenten a la seguridad de la humanidad con respecto a la amenaza de una guerra nuclear.

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1 COMENTARIO

  1. Y mas paises van a ir sumandose al club con el tiempo, Iran es uno, las sanciones e idas y vueltas de estados unidos con el tratado solo lo acercan mas a desarrollar su arsenal nuclear, si no lo tiene ya. Luego Arabia saudita y turquia van a buscar no quedar en tal desventaja y tenemos dos mas.

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