Ministerio de Defensa
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Más allá de su carácter intangible, la Doctrina Militar es un elemento fundamental para las Fuerzas Armadas, pues orienta su organización, la instrucción y adiestramiento de su personal así como la incorporación y uso de los sistemas de armas en defensa de los intereses vitales de la Nación.

¿Qué es la Doctrina Militar?

La Doctrina Militar (DM) es un conjunto explícito de normas y principios que permiten dar cierta uniformidad y coherencia al accionar sinérgico de las Fuerzas Armadas (FFAA), transformándose en una especie de “guía general” que sirve para estandarizar, orientar y dar cierto marco de referencia sobre qué hacer y cómo proceder ante las diversas situaciones a las cuales podría verse expuesta la organización militar.

Obviamente, la “Doctrina Militar” de cada país tiene particularidades propias de su cultura, idiosincrasia, aspectos históricos, situaciones geopolíticas, etc. Sin embargo, pese a la “individualidad” de la DM de cada nación se advierte que hay ciertos aspectos que suelen ser “universales”, es decir, comunes a la mayoría de los cuerpos doctrinarios de los diversos países, esto debido a que responden a los principios esenciales del arte de la guerra (unidad de comando, acción militar conjunta, alta movilidad, etc.).

Dentro de la “doctrina militar” de un país se puede diferenciar tres niveles, a saber: la “Doctrina Militar Específica” (DME), propia de cada una de las Fuerzas Armadas;  la “Doctrina Militar Conjunta” (DMC), que orienta y guía el accionar sinérgico y coordinado entre dos o más FFAA de un mismo país; y la “Doctrina Militar Internacional” (DMI), comúnmente conocida como “Combinada”, que permite la interoperabilidad entre FFAA de dos o más naciones.

Normalmente, aquellos Estados que han participado en más conflictos bélicos a lo largo de su historia son los que poseen una doctrina militar más evolucionada o perfeccionada, ya que la DM se actualiza y mejora a través de las lecciones que surgen de la evolución de los sistemas de armas, de las técnicas, tácticas y estrategias propias, de los aliados y del enemigo, transformando a la doctrina en un concepto dinámico y adaptativo, cuya finalidad es potenciar continuamente la eficacia, la eficiencia y la sinergia del Instrumento Militar (IM), tanto a nivel específico como conjunto y combinado. 

Asimismo, es preciso aclarar que la Doctrina Militar se nutre de una vertiente “institucional” (la cultura organizacional, propia de cada Fuerza de cada país) y de otra de carácter “individual” (relativa a los valores morales y la capacidad intelectual de cada integrante de las FFAA).

A modo de conclusión sobre qué es la DM podemos decir que la doctrina es el marco que explicita la orientación e integración sinérgica que deben tener las FFAA en cuanto a su organización, despliegue, medios (de combate y apoyo), personal, formación, adiestramiento, etc., a fin de armonizar, cohesionar y potenciar el accionar militar, ya sea a nivel específico, conjunto o combinado, en todos los niveles.

¿Cuál es la importancia de la DM?

Normalmente, aquellas personas que no están muy interiorizadas sobre los temas relacionados a la Defensa Nacional  tienden a ponderar la capacidad de las Fuerzas Armadas de un país basándose únicamente en la cantidad y calidad de sus Sistemas de Armas (SdA), dejando para un segundo lugar el análisis de sus Recursos Humanos (cantidad, formación y adiestramiento) y, en escasas oportunidades, llegan a estudiar el marco doctrinario que orienta su organización y preparación para la guerra.

Analizando la historia de los conflictos bélicos se puede concluir que la Doctrina Militar es tan importante como la disponibilidad de una gran cantidad de los mejores Sistemas de Armas y/o del personal militar mejor formado y adiestrado.

En la guerra de Vietnam, los Estados Unidos perdieron y debieron retirarse pese a su enorme superioridad en cuanto a medios, formación y adiestramiento de sus FFAA. La razón de su derrota fue la exitosa doctrina empleada por Vietnam para enfrentar a las tropas norteamericanas apelando a una “guerra de guerrillas”, aprovechando las inclemencias del clima y del terreno selvático para desgastar al enemigo en un conflicto que se prolongó por varios años hasta que la opinión pública estadounidense presionó a sus gobernantes para cesar las hostilidades.

Otro ejemplo histórico sobre la importancia de la Doctrina Militar se puede constatar en la Guerra de Malvinas, en la cual los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) y del Comando de la Aviación Naval (COAN) de la Armada de la República Argentina (ARA) adoptaron perfiles de vuelo a ras de mar para atacar exitosamente a los modernos y poderosos buques de superficie ingleses.

Cabe destacar que en el conflicto entre la Argentina y el Reino Unido -por entonces la tercera potencia militar mundial- los aviadores argentinos utilizaron antiguos aviones (la mayoría sin radar ni misiles) para enfrentar a los Destructores y Fragatas misilísticas británicas y lograron excelentes resultados pese al marcado desbalance tecnológico a favor de los ingleses.

En este sentido, a los potentes radares de los buques y de sus misiles y sistemas de artillería antiaérea, los pilotos de la FAA y del COAN debieron hacer frente a las baterías de misiles “Rapier” en tierra y a la permanente presencia de las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) de los cazas “Harrier” y “Sea Harrier” que operaban desde los dos portaaviones ingleses.

La cantidad de buques hundidos, averiados y puestos fuera de combate por los aviadores de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina mereció el reconocimiento y la admiración mundial, incluso del propio enemigo[1].

La Doctrina Militar Argentina (DMA)

El actual cuerpo doctrinario de las FFAA argentinas es resultante de la progresiva incorporación y adaptación de algunos conceptos y lineamientos de las Doctrinas Militares de países como Estados Unidos, Francia, Alemania, etc.

Asimismo, la DMA también presenta conceptos elaborados por las propias FFAA argentinas, no sólo a partir de su participación en la Guerra de Malvinas sino también a través de las lecciones aprendidas en los diversos y sucesivos despliegues de contingentes militares de Cascos Azules en Misiones de Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en las cuales participa la Argentina.

Lamentablemente, pese a las claras deficiencias doctrinarias de las FFAA argentinas que se evidenciaron durante las operaciones en el conflicto bélico de 1982, sobre todo en lo que hace al Accionar Militar Conjunto (AMC), a casi cuatro décadas de aquel enfrentamiento muchos aspectos siguen sin ser subsanados.

En ese sentido, la pérdida de 649 héroes argentinos durante la guerra de Malvinas pareciera que no fue suficiente motivo para que las máximas autoridades -políticas y militares- que han ocupado cargos en el Ministerio de Defensa (MINDEF), el Estado Mayor Conjunto (EMCO) y cada una de las Fuerzas Armadas argentinas realicen las modificaciones doctrinarias necesarias para potenciar la sinergia militar.

Desde 1983 a la fecha, la mayoría de los funcionarios políticos que fueron designados en el MINDEF se han caracterizado por su ignorancia/desinterés en modernizar la doctrina militar, dejando este factor clave para la Defensa Nacional relegado en sus prioridades de gestión.

Por su parte, las autoridades militares, del EMCO y de las FFAA, si bien son profesionales que conocen a fondo la Doctrina Militar, no han logrado consensos a nivel específico y/o conjunto para llevar a cabo las mejoras que requiere el cuerpo doctrinario para no repetir los errores que costaron la vida de soldados, marinos y aviadores argentinos en el conflicto del Atlántico Sur.

En este sentido, si bien lo lógico sería que los militares, que se forman y especializan en el arte de la guerra fueran los primeros y más interesados en contar con la mejor y más moderna Doctrina Militar, lo cierto es que muchas veces los intereses personales y/o institucionales han provocado y/o mantienen un rechazo a incorporar modificaciones que amplíen las misiones, funciones y responsabilidades de cada componente de sus respectivas Fuerzas.

A fin de ilustrar al lector sobre algunos de los principales aspectos que, a la luz de las experiencias que dejó la guerra de Malvinas, ya se deberían haber modificado basta recordar que, en 1982, los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina debieron aprender a atacar buques enemigos en apenas un mes, ya que ni la doctrina específica de la FAA ni la conjunta del Instrumento Militar Argentino preveía su empleo en ataques a Objetivos Navales.

Si bien en aquel momento se podría llegar a justificar esta falta de previsión en lo que hace a la instrucción, adiestramiento y equipamiento de la FAA para atacar buques, resulta inexplicable que a casi cuatro décadas del conflicto de Malvinas la Fuerza Aérea no haya modificado su doctrina para incluir entre sus posibles empeñamientos el ataque a objetivos navales.

Del mismo modo, pareciera que las dificultades experimentadas durante la guerra con Inglaterra en lo que hace a apoyo de fuego tampoco se han modificado. Es así que hoy el infante y el artillero del Ejército Argentino (EA) hablan otro “idioma”, distinto al infante y al artillero de la Infantería de Marina de la Armada Argentina, lo cual implica hacer conversiones sobre las coordenadas geográficas en las cuales la propia tropa solicita apoyo de fuego.

Está claro que, en época de paz, los infantes y artilleros del EA y la ARA tendrán tiempo para ponerse de acuerdo y planificar un ejercicio pero en un conflicto bélico no se dispondrá o serán mucho más complejas y arriesgadas las comunicaciones y la ejecución de las operaciones con munición real, muchas veces con solicitudes de apoyo de fuego a corta distancia, lo cual eleva el riesgo de producir bajas entre la propia tropa.

Estos ejemplos nos hablan de aspectos doctrinarios interfuerzas, es decir, del accionar militar conjunto. Sin embargo, también hay aspectos doctrinarios a nivel interno o específico que requieren ser modificados para que las FFAA argentinas actualicen y modernicen su organización, instrucción, adiestramiento y equipamiento con vistas a los desafíos actuales en los que eventualmente deberán intervenir, ya sea en forma disuasiva y/o efectiva.

Otro ejemplo de cambio doctrinario, esta vez a nivel específico, que debería hacerse a la mayor brevedad posible sería la transformación de la Tropa Técnica de Aviación del Ejército Argentino en una nueva Arma de esa fuerza terrestre, dándole el mismo nivel que hoy tienen las Armas de Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros y Comunicaciones.

Esto favorecería la instrucción, adiestramiento y desarrollo profesional a lo largo de toda la carrera de los Oficiales, Suboficiales y Soldados que el Ejército incorpore a su Aviación, potenciando el efecto multiplicador que implica la aeromovilidad en el campo de batalla moderno.

Por último, también hay impedimentos o falta de voluntad política para llevar a cabo ciertas modificaciones doctrinarias que son cruciales para aggionar el marco normativo que rige el accionar de las Fuerzas Armadas.

En este sentido, los decretos reglamentarios de la Ley de Defensa limitan o amplían, según sea la ideología del partido político que gobierna el país, el rol de las FFAA en lo que hace a qué tipo de amenazas deben enfrentar (fuerzas militares estatales externas únicamente o éstas y otras como terrorismo, narcotráfico, etc.); normas que legitimen el empeñamiento militar efectivo incluso en tiempo de paz (derribo de aeronaves empleadas por el narcotráfico, etc.); la definición de las áreas de interés para la Inteligencia Estratégica Militar (hoy no está permitido que las FFAA analicen y asesoren sobre la amenaza que representa el auge de los reclamos mapuches en la Patagonia); entre otros.

Conclusiones

En los países más avanzados del mundo existe un consenso mayoritario respecto a la conveniencia de que el Estado maximice la coordinación y sinergia interagencial para hacer un uso más eficiente de sus recursos humanos, materiales y económicos.

Particularmente en lo que hace a la Defensa y la Seguridad, la mayoría de las naciones del mundo occidental abordan su gestión a través de verdaderas Políticas de Estado, con lineamientos y presupuestos que son el resultado de debates serios entre todas las fuerzas políticas, a fin de mantener una continuidad a largo plazo que permita obtener resultados tangibles en lo que hace a la protección de sus intereses vitales.

En Argentina, lamentablemente, pareciera que las recurrentes crisis económicas, la burocracia que impera en la Administración Pública, las cuestiones coyunturales y los intereses de las ideologías políticas se imponen por sobre los argumentos lógicos y técnicos que deberían orientar el rumbo a seguir.

En este marco, la Doctrina Militar Argentina sufre la misma falta de idoneidad y altruismo de los funcionarios políticos que tienen la responsabilidad de dotar a las Fuerzas Armadas de los recursos humanos, materiales y económicos para cumplir eficientemente su misión principal: prepararse para defender los intereses vitales de la Patria.


[1] El ministro de Defensa inglés afirmó: “Los pilotos argentinos están mostrando un gran coraje, nadie puede negarlo”. El jefe de las tropas británicas, General Jeremy Moore dijo: “El Cuerpo de Oficiales y muchos de sus técnicos fueron sumamente capaces y esto fue particularmente notorio en el caso de la valerosa Fuerza Aérea Argentina”.

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2 COMENTARIOS

  1. Muy interesante el artículo, me resulta inevitable pensar en el funcionamiento de las FFAA en su conjunto en comparación con la sociedad argentina… Si todos tiramos para nuestro lado indiviualmente, sin ningún objetivo conjunto, sin organización, sin un proyecto común ni político ni económico, con una elite que odia a su propio país, que podemos pedirle a las FFAA? Las FFAA funcionan tan mal como funciona el resto del país

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