Créditos: Victoria Pierucci

Nadie duda a esta altura la trascendencia que tiene la utilización del instrumento militar en un escenario tan complejo como el que estamos viviendo en estos días. Con capacidades solidas para hacer frente a despliegues totales dada la naturaleza que tiene el ámbito castrense, se observa mas que nunca la significancia del aforismo qui potest plus, potest minus o quien puede lo mas, puede lo menos. En esa linea, las instituciones militares preparadas para defender a su país hasta perder la vida se observan mas que capacitadas para brindar una respuesta solida ante el embate de una pandemia. Su valía se mostró en Malvinas y se vuelve a mostrar en la actualidad, aunque en diferentes circunstancias.

Con una disposición total frente a la Operación General Belgrano, que involucra hombres, mujeres y maquinas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, las Fuerzas Armadas trabajan codo a codo con otras dependencias del Estado para paliar necesidades alimenticias y sanitarias imperiosas en una sociedad que transita la cuarentena ponderando el bien colectivo por encima del bien individual. En este escenario de extrema visibilidad de carencias, el propio instrumento militar en absoluta entrega a la misión encomendada por el poder político deja ver también su cuerpo golpeado tras décadas de omisión dentro de la agenda publica.

Quizá no venga al caso hacer una enumeración de requerimientos o capacidades que a lo largo del tiempo se fueron perdiendo y que podrían ser muy positivas en la actualidad. Dejemonos llevar por aquella famosa frase de Donald Rumsfeld que dice “se va a la guerra con el ejercito que se tiene y no con el que se quiere”. Sin embargo, algunas consideraciones de impacto futuro deben ser mencionadas.

Por un lado y con factor hasta simbólico se encuentra la cuestión salarial. Los destrozos efectuados hace unos 20 años atrás todavía hacen mella en la situación del personal militar. Pese a políticas de parche, los haberes se mantienen tambaleando entre la denigración y la falta de reconocimiento. Es verdad que la compleja situación económica de este país presiona en cualquier ámbito o dependencia del Estado, pero no deja de ser verdad que nunca se avanzo a nivel ejecutivo o legislativo en un plan solido para equilibrar y sanitarizar los sueldos del sector militar. Es una deuda que hasta la actualidad se mantiene.

Otro factor de impacto que se observa en los despliegues actuales es el propio recurso humano. Toneladas de papers académicos abordan la caída sustancial y constante de hombres y mujeres que ingresan a las filas militares. Toneladas de papers académicos abordan también la curva ascendente de los retiros de personal altamente calificado (donde el Estado ha realizado una fuerte inversión) debido a las faltas de estímulos para su permanencia. Esos números han llevado a que en la actualidad contemos en pocas decenas de miles los recursos humanos desplegados en los casi 3 millones de kilómetros cuadrados. Una de las naciones a nivel mundial que menos personal militar tiene en relación a su tamaño.

Otra deuda que no se ha abordado oportunamente recae en las reservas. Vinculado a lo mencionado anteriormente, la captación, organización, adiestramiento y movilización de reservas ha sido una política mas ligada al corazón y la voluntad de un puñado de hombres que de un avance sistematizado por el Estado Nacional. En la actualidad, una normativa moderna sobre reservas hubiese dotado a instrumento militar de personal necesario para ciertas tareas menos complejas, mientras el núcleo estratégico de las Fuerzas Armadas mantiene su grado de adiestramiento y alistamiento para la misión principal. Todavía podemos aprender de lo que estamos viviendo.

A futuro un término que entrará en desuetudo será la conjuntez. Mientras una vieja guardia se aferra erroneamente al concepto como una manera de limitar la injerencia de otras fuerzas en ciertos roles, la actualidad propone un paso superador a un trabajo que pretendía aunar esfuerzos y que en muchos casos solo se plasmó en el lenguaje y no en los hechos. Podemos avanzar en la interagencialidad y en el uso inteligente de las distintas herramientas del Estado Nacional para proveer a la defensa común. No puede existir esfuerzos individuales cuando la modernidad ofrece desafíos multidimensionales.

Por otro lado y atento al despliegue actual de las Fuerzas Armadas surge una duda importante. Si la situación excepcional en la que vivimos se prorroga a un plazo importante ¿mantendremos a las Fuerzas Armadas apuntalando las misiones subsidiarias? No es menor que una actividad realizada de manera sistematizada, organizada y a lo largo del tiempo se termine naturalizando. ¿El apoyo a la comunidad realizado una y otra vez impactará en la misión y el rol principal del instrumento militar? La respuesta deberá salir de la interagencialidad. Construir el puente para que otra agencia lo mantenga a su debido momento. Reparar la escuela, para que otra agencia luego brinde las clases. Suministrar comida para luego preparar a otra agencia para que pueda tomar la posta.

El instrumento militar puede ser un vector esencial en el desarrollo y en el apoyo, pero es menester que este reciba el respaldo instantáneo para que pueda seguir poniendo su atención en los riesgos y amenazas a la Nación.

Se está trabajando actualmente en nuevos lineamientos políticos para la órbita de la Defensa Nacional. Es un excelente momento para volver a poner en agenda, ya no solo las necesidades que se vienen acumulando desde hace décadas, sino también el impacto que el coronavirus tendrá en las Fuerzas Armadas a futuro.

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1 COMENTARIO

  1. El tema salarial es una de las primeras cuestiones que se deberían resolver, es un tema muy importante y del que nadie habla. De todas maneras no solo las FFAA, todos los estatales en general están mal pagos. Y la diferencia se amplió mucho en los últimos años.
    Me parece muy importante esta función “social” del ejército, es obvio que no es la función principal, pero en ciertos contextos es aceptable. Habría que jugarle unas fichitas al fondef, si se aprueba creo que puede cambiar el panorama de la defensa en Argentina, las FFAA ya tendrían recursos propios. En teoría la financiación de la defensa pasaría a ser una política de estado y dependería menos de las voluntades políticas.

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