La primera semana de noviembre se realizó un ejercicio conjunto entre la USAF y el Ejército de los EE.UU. en el desierto de Doña Ana, Nuevo México, donde los F-35 de la Fuerza Aérea y los obuses M109A6 del Ejército trabajaron en conjunto sobre el campo de batalla simulando un enemigo.

Los sensores avanzados del F-35 Joint Strike Fighter asumieron un nuevo rol, siendo este proporcionar ayuda desde la distancias a los obuses brindando información para disparar con mayor precisión. El ejercicio consistió en aniquilar un falso sistema de defensa aérea.

Mientras que el F-35 solo, no podía atacar el sistema de defensa aérea sin arriesgar su seguridad, el avión mantuvo su modo sigiloso y solicitó el apoyo de artillería del Ejército a 30.000 pies y 30 millas de distancia. El efecto fue un golpe doble entre el caza de quinta generación en el aire y los obuses del ejército en tierra.

La prueba es la última de una serie de experimentos que enfrentan equipos de tierra-aire contra adversarios con capacidades de defensa aérea más avanzadas. En 2018, por ejemplo, el Cuerpo de Marines participó en un ejercicio similar durante el cual uno de los aviones F-35B del servicio suministró datos de objetivos a un Sistema de cohetes de artillería de alta movilidad M142 montado en camión (HIMARS), lo que permitió a la tripulación del sistema identificar y destruir un objetivo con un aluvión de cohetes de artillería de 226 mm guiados.

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