Japón está acelerando su proceso de normalización militar al desarrollar sus capacidades ofensivas, especialmente las de su Fuerza de Autodefensa Aérea Japonesa (JASDF). Como parte de ese impulso, Estados Unidos aceptó, el 29 de octubre, la solicitud de Japón de realizar una mejora importante a su avión de combate F-15J.

La instalación de radar avanzado y capacidad de misiles de crucero en 98 aviones del JASDF marcará un paso crucial en el alejamiento de Japón de su postura pacifista posterior a la Segunda Guerra Mundial. Y si bien las mejoras, mejorarán las opciones de Tokio, mantener la defensa nacional japonesa a medida que la industria aeroespacial del país declina y el entorno regional se tensa, sumandole un ejército chino en expansión, se vuelve más complejo, y será cada vez más difícil, afirman especialistas.

Desde su fundación en 1954, el JASDF se ha centrado en desarrollar potentes capacidades de defensa aérea y antibuque. Esto se mezcló en gran medida con la autoimagen japonesa de posguerra como un país pacifista con una Fuerza Aérea orientada exclusivamente a defender su territorio.

Si bien el JASDF desarrolló una habilidad considerable para interceptar aviones enemigos entrantes y buques de guerra, no pudo montar operaciones ofensivas más allá de las aguas inmediatas alrededor de Japón. Tokio confió en su alianza de seguridad con los Estados Unidos para servir como su capacidad ofensiva: si era necesario, el ejército japonés podría ser el escudo, y el ejército estadounidense podría ser la espada.

Aunque la postura estratégica pacifista de Japón sobrevivió a la Guerra Fría, se ha erosionado constantemente en el siglo XXI. A Tokio le preocupa que el compromiso de los Estados Unidos pueda flaquear, y a eso hay que sumarle la alarma ante una Corea del Norte nuclear y una China en ascenso, que sólo ha logrado reforzar la tendencia y el estímulo de Japón por acelerar sus esfuerzos de normalizar sus Fuerzas Armadas.

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