Ministerio de Defensa
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Los resultados de las PASO del domingo 11 de agosto dejaron en evidencia la posición electoral dominante del Frente de Todos y, concomitantemente, de la expresión peronista que lo coordina y conduce. Cabe resaltar, sin embargo, que esa porción mayúscula que acompaña a la fórmula Fernández-Fernández cuenta con una contraparte menor dentro de la alianza Cambiemos cuyo principal exponente es el senador Miguel Ángel Pichetto, candidato a la vicepresidencia de Mauricio Macri.

Si bien ya hemos tratado las perspectivas para el área de la actual gestión en el MINDEF, resulta válido remarcar que su recientemente incorporada fracción justicialista cuenta con una agenda propia y muy definida con respecto a los roles y necesidades de las fuerzas armadas.

El sector se ha caracterizado en recientes exposiciones y publicaciones, entre otras posturas, por pretender reflotar viejas discusiones legales y doctrinarias en torno a la división de tareas entre las áreas de seguridad y defensa tal y como se comprenden a partir de la ley de Defensa Nacional (23.554) y la ley de Seguridad Interior (24.059).

Asimismo, a partir de una concepción tajante del conflicto moderno como un hecho esencialmente híbrido, urbano y no convencional, la plétora de desafíos obvios que se enuncian para el instrumento militar argentino cubren el avance del narcotráfico, los desastres naturales, los compromisos humanitarios y de paz con Naciones Unidas y, en general, el arsenal de misiones subsidiarias que tanto han caracterizado el empleo de las fuerzas armadas argentinas en los últimos tiempos.

La lista de prioridades de la defensa nacional para Pichetto y demás referentes de ese sector del justicialismo estaría definida por:

  • el dominio de los espacios soberanos y la capacidad de cumplir en ellos roles de vigilancia y control en atención a prevenir el avance del crimen organizado y la depredación de recursos estratégicos;
  • el desarrollo de una política de inversión superadora del criterio de oportunidad y en común acuerdo con lineamientos político-estratégicos claros y de largo plazo;
  • la creación de un sistema de defensa sudamericano previa recuperación del extinto equilibrio militar regional;
  • la reformulación legal y doctrinaria de los ámbitos de seguridad y defensa.
  • la revisión del sistema de inteligencia en su calidad de herramienta indispensable para las necesidades y eficaz desenvolvimiento de la defensa nacional.
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