Imagen cortesía de Defense News

La Marina de los Estados Unidos está, por su propia admisión, en problemas. En las últimas décadas, su cuenta de construcción naval no cuenta con los fondos suficientes y la Marina con demasiada frecuencia ha manejado mal el dinero que tenía.

La Armada se ha centrado demasiado en los buques de alta gama y ha descuidado la importancia de las embarcaciones más pequeñas y menos costosas que pueden realizar importantes misiones de combate por sí mismas durante períodos prolongados en alta mar, incluso en entornos controvertidos.

La fuerza operativa de transportistas merece un gran respeto, pero la Marina necesita números adicionales, presencia y fuerza de ataque distribuida, y necesita todo eso lo más rápido posible. A su favor, la Armada se está moviendo rápidamente para rectificar este problema acelerando el nuevo programa FFG (X) (Fragata rápida, misil guiado, eXperimental).

Las fragatas son más pequeñas que sus contrapartes, cruceros y destructores más avanzados técnicamente. La fragata se ha utilizado históricamente para tareas de escolta, misiones de presencia naval de “mostrar la bandera” de baja gama y operaciones ofensivas limitadas. Las fragatas de la clase Oliver Hazard Perry fueron una gran parte de la construcción naval de Reagan, pero la última fue retirada en 2015.

Hoy la Marina no tiene fragatas, aparte de la fragata de vela original que tiene ya 220 años, llamada “Constitución”.

Lo que sí tiene la Marina son barcos de combate litorales, que, como su nombre indica, fueron diseñados para misiones cerca de la costa. LCS puede operar en aguas azules en combinación con otras naves, pero no de forma independiente, y no puede realizar misiones antisubmarinas o antisubmarinas persistentemente o con credibilidad.

De ahí el nuevo programa de fragata. Si tiene éxito y tiene éxito rápidamente, existe la posibilidad de un progreso significativo para la Marina de 355 buques para los próximos años. Si falla, o si se retrasa por largos argumentos sobre el diseño o requisitos de cambio, pasarán décadas antes de que la Armada tenga los buques que necesita. Por lo tanto, la Armada está acelerando el programa, principalmente compitiendo entre los contratistas que utilizarán diseños existentes o “maduros” para acortar el proceso de desarrollo.

 

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