Imagen vía Ministerio de Defensa de Rusia.

El 8 de enero pasado el Ministerio de Defensa ruso confirmaba públicamente que, durante la noche del 5 y madrugada del 6 de enero, una oleada de drones intentó sin éxito atacar las instalaciones de la base aérea de Jmeimim y la estación naval localizada en Tartus. En total, y de acuerdo a lo informado oficialmente por las autoridades rusas, el ataque coordinado fue realizado por 13 drones armados con granadas de fabricación casera, desconociéndose el origen de los mismos y la organización terrorista a la cual pertenecían. Es la segunda vez en menos de una semana que Jmeimim es blanco de ataques, habiendo sufrido el accionar de morteros el 31 de diciembre, lo que causó la muerte de dos soldados y daños a algunos de los Su-24 Fencer.

De las aeronaves atacantes que participaron del raid, 7 fueron derribadas por el sistema de defensa aérea Pantsir-S mientras que las 6 restantes sufrieron el accionar de las unidades de guerra electrónica rusas, las cuales se hicieron con el control de las mismas luego de interferir sus sistemas GPS. Algunos de los VANT capturados fueron examinados por personal de inteligencia ruso a los fines de determinar el origen del ataque y las capacidades técnicas. En el día de la fecha se realizaron las siguientes aclaraciones:

Detalle de uno de los drones y su carga. Imagen: MinDef Rusia.

Especialistas rusos insisten en que la tecnología (motores y sistemas de navegación) y conocimientos (electrónica y aerodinamia) para la fabricación de estos drones no son de fácil acceso.

El armamento de cada VANT consistía en 10 proyectiles de 400 gramos cuya carga fragmentaria consistía en bolas de hierro y trozos de metal. Su radio de destrucción se calculó en 50 metros. El explosivo utilizado no es de simple fabricación, siendo Ucrania uno de los países que lo elaboran.

Detalle de los proyectiles que portaban los drones que atacaron las posiciones rusas en Jmeimim. Imagen: MinDef Rusia

Uno de los drones contaba con cámara, posiblemente a los fines de realizar tareas de comando y control.

Una de las conclusiones fue que el ataque fue eficazmente rechazado gracias al escalonamiento de las defensas.

Pese a que la información disponible solo se limita a lo declarado por los rusos, podemos afirmar que este es el primer antecedente para un ataque coordinado y a gran escala con VANTs de construcción casera con capacidad de operar más allá de la línea de visión. Sin duda un poderoso llamado de advertencia para las fuerzas internacionales presentes en la región Siria/Iraq, las cuales muy recientemente declararon la victoria sobre las distintas fuerzas insurgentes y fundamentalistas.

Las consecuencias de este ataque no tardaron en llegar: medios rusos (citando fuentes de su Ministerio de Defensa) alegan que el ataque contó con asistencia tecnológica de un tercero e inmediatamente señalaron la presencia de un P-8A Poseidon de la US Navy como una coincidencia más que sospechosa. Por supuesto que desde el Pentágono no tardó en llegar la respuesta, negando cualquier relación y que la presencia del avión de patrulla marítima corresponde a las usuales patrullas que se realizan desde la Estación Aeronaval Sigonella, Italia.

P-8A Poseidon en la plataforma de Sigonella, Sicilia. Los EEUU mantienen un despliegue constante de medios ISR. Imagen: VP-5

Lo cierto es que pese al aumento de complejidad en los ataques de enero, los mismos son resultado de una lógica evolución doctrinaria y tecnológica (y muy temida por cierto). ¿Que nos permite realizar esta afirmación? Es bien sabido que las distintas fuerzas fundamentalistas presentes en los conflictos de Siria e Iraq cuentan con una prolongada experiencia en la operación de drones al punto de establecer programas para su construcción y doctrina para su operación. Y pese a que su nivel de complejidad no puede compararse con un VANT militar, las capacidades de estos drones caseros ha ido incrementando con el paso del tiempo, quedando demostrado con los recientes ataques.

Tal como mencionamos en Zona Militar (Drones y G20), esta tecnología no solo es de acceso irresctricto, ofreciéndose online todo tipo de partes y sistemas para armar un drone, sino que también su fabricación/armado y operación no demanda personal altamente calificado. De haber sido necesaria cualquier tipo de asistencia, no parece que hubiera sido obligatorio ir a buscarla muy lejos: es de público conocimiento que las fuerzas terroristas de la región cuentan entre sus integrantes con personal (generalmente foráneo) que recibió formación profesional y técnica de distinto tipo (ingeniería, etc), tanto en países del Medio Oriente, como en Europa o Asia,

Con respecto al último ataque, el medio Daily Beast detalla en una breve pero concisa investigación que los drones participantes del ataque habían sido ofrecidos previamente en el mercado negro, más específicamente por Telegram. Allí no solo se ponía a la venta las mencionadas aeronaves sino que también se incluía la munición para los mismo. El artículo avanza un poco más, mencionando que imágenes de drones similares a los del ataque del 5-6 de enero fueron publicadas en Facebook el 1 de enero, luego de los ataques con mortero que sufriera la base aérea de Jmeimim.

A todas luces estamos ante una amenaza en notorio crecimiento, y que pese a no contar aún con resultados espectaculares, no merece ser subestimada. Basta ver los medios que emplearon los rusos para rechazar el ataque (sistemas de guerra electrónica y  defensa de punto Pantsir-S) para darse una idea de cuan necesario es contar con el equipamiento adecuado cuando la ocasión así lo demanda.

Pantsir-S, uno de los tantos medios presentes para la defensa de la base en Jmeimim. Imagen: Vitaly Kuzmin
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